La torre de 135 metros que cambiaría la bahía de Málaga

Entre cuatrocientos y quinientos malagueños protestaron este sábado contra la construcción de la torre de 135 metros en el dique de Levante del puerto de la ciudad. La concentración había sido convocada por el colectivo Defendamos Nuestro Horizonte Málaga, que se opone a la edificación entre otros motivos su impacto visual y ambiental y porque supone una cesión de suelo público a un inversor privado sin concurso.

La cuestión de si debe construirse un rascacielos en plena bahía de Málaga, supuestamente con la finalidad de convertirlo en un hotel de lujo, lleva meses en el debate público de la ciudad. Los trámites avanzan con rara rapidez: la delegación de medio ambiente de la Junta de Andalucía aprobó en octubre la evaluación ambiental estratégica sobre la modificación del uso del suelo, un suelo de dominio público en el puerto de Málaga. Ese informe se aprobó por la vía simplificada en lugar de por la ordinaria. Ahora es el ayuntamiento quien deberá aprobar la modificación. El alcalde Francisco de la Torre ya ha dicho que lo hará rápido, en menos de nueve meses.

Según la evaluación ambiental, el edificio de 135 metros de altura no tendrá “efectos significativos en el medio ambiente, que deben entenderse como alteraciones permanentes o de larga duración de un valor o recurso natural”. El informe despacha el impacto visual con el siguiente argumento: “Determinadas vistas o perspectivas de la misma sí se verán afectadas por la existencia del hotel propuesto, y estas vistas son fácilmente modificables en función de la ubicación del observador”. De nada sirvieron las alegaciones del Colegio de Arquitectos y de Ecologistas en Acción. Lo que el informe de los técnicos dice es que deja de haber impacto visual cuando se mira en otra dirección.

Los expertos no comparten la limitación de la evaluación ambiental al impacto sobre el medio natural. María Jesús Perles y Félix López Figueroa, profesora de Evaluación de Impacto Ambiental y catedrático de Ecología de la UMA respectivamente, firmaban un artículo esta semana en Málaga Hoy en el que cuestionaban que el informe de la Delegación de la Junta de Andalucía se ajustara a los criterios legales: “La ley deja muy claro que los impactos, las alteraciones y los desequilibrios se producen tanto en el medio natural como en el construido, en los paisajes naturales y en los artificiales, y que en los dos casos hay que evaluarlos con la misma firmeza. Los principios de la ley respecto a la protección del paisaje están claros. Desafortunadamente para el paisaje de la bahía, no se puede decir lo mismo de los principios del organismo responsable de su protección”.

PP, PSOE y Ciudadanos, a favor

PP, PSOE y Ciudadanos, a favorLa Autoridad Portuaria, dirigida por el socialista Paulino Plata, es la principal defensora del proyecto, que abanderan una sociedad catarí de la que no se conoce demasiado y el arquitecto José Seguí, habitual de la obra pública en las últimas décadas. También apoyan el rascacielos el ayuntamiento, el grupo municipal de Ciudadanos y el grupo socialista, la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) y las principales asociaciones de hosteleros. Diario Sur, el medio escrito más vendido en la ciudad, se ha mostrado repetidamente a favor por el supuesto impacto económico que generará.

En contra, Málaga Ahora, Málaga para la Gente (IU), el concejal no adscrito (de Podemos), el propio colegio de arquitectos, plataformas vecinales, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y un nutrido grupo de profesores universitarios que acaba de suscribir un manifiesto, entre otros ciudadanos. El asunto ha generado un extenso y animado debate en los medios, con arquitectos, urbanistas y expertos en turismo pronunciándose mayoritariamente en contra de la mole.

La petición contra el rascacielos abierta en Change.org ha recibido 6.500 firmas en cinco días y José Antonio Triviño, portavoz de la plataforma Defendamos Nuestro Horizonte, asegura que el total de firmas (presenciales o en la plataforma) supera ya las diez mil. El lunes volverá a pedir una cita con el alcalde: “Este es un proyecto de ciudad y no hay consenso. Hay que pararse, recapacitar y rectificar”. “La única fortaleza de este proyecto es la unión entre PP y PSOE. ¿Por qué tienen tanta prisa?”, se pregunta Triviño.

Razones en contra

Razones en contraSus detractores argumentan que la torre del puerto tendrá un impacto visual que romperá la fachada litoral y el paisaje, afectando a las vistas hacia la Catedral, la Alcazaba o Gibralfaro, además de que eclipsará La Farola, símbolo de la ciudad. Un informe de Matías Mérida, profesor de Análisis Geográfico de la Universidad de Málaga, concluye que el rascacielos sería visible desde gran parte del litoral de la provincia. Además, aseguran que tendría un notable impacto ambiental y congestionaría el tráfico, sin que esté claro el impacto económico favorable.

Quienes se oponen argumentan también que la viabilidad económica no está garantizada y que sólo las rentas más altas podrán disfrutar del espacio. La promotora catarí pretende tener listo el hotel de lujo en 2020 y una concesión del suelo durante 50 años. Siempre se ha dicho que Málaga ha sido una ciudad históricamente de espaldas a su puerto, pero en las últimas décadas ya ha habido varios intentos de explotar privadamente su suelo público. En este caso se pretende cederlo al promotor sin concurso público. De ahí que el escritor y periodista Guillermo Busutil, en su discurso de este mañana, calificara el proyecto como “tótem de la especulación” y alertara contra los “cadáveres de la política de la corrupción”. “Se trata del viejo monopoly privado de los que hacen riqueza a costa de lo público”, alertó Busutil.

Por último, hay muchos malagueños a los que simplemente no les gusta el edificio, que consideran vulgar y sin la personalidad suficiente para convertirse en icono de la ciudad, como pretenden los promotores. Simplemente, no quieren ese edificio en la bahía, y no les convenció Seguí cuando recordó en su día que igual que muchos malagueños se oponen a su proyecto, también los parisinos y algunos “intelectuales” se opusieron a la Torre Eiffel.