Es viernes por la tarde y, fieles a su cita semanal, la sala del centro social Rey Heredia que acoge las reuniones de TT Córdoba empieza a llenarse de personas. Son padres y madres de la capital y su provincia –también hay miembros que llegan desde Jaén- y sus hijos: chicos y chicas, menores la mayoría de ellos, que afrontan el proceso de la transexualidad. Han constituido un grupo que lleva ya más de un año trabajando para desafiar la soledad y la desinformación que sufren las familias que se ven ante un cambio así en sus hijos.
Una treintena de chicos y chicas transexuales son los protagonistas de este grupo de acción. Junto a ellos, sus padres y madres y, además, dos profesionales especialistas en los ámbitos más necesarios para el desarrollo personal de los jóvenes: una sexóloga que les asesora en el campo sanitario que tiene que ver con su proceso de cambio y un médico especializado en el ámbito educativo que les rodea en esa etapa de sus vidas.
Carmen fue la primera madre que, ante la situación de soledad y desinformación que vivía con el proceso de cambio de su hijo, comenzó a moverse para encontrarse con más personas en su misma situación. Precisamente a través de sus hijos, contactó con Lola y ambas empezaron la tarea del boca a boca para dar a conocer su idea de trabajo. Poco a poco, a veces esperando sin más siempre un mismo día de la semana a la misma hora, el resto de integrantes empezaron a llegar al grupo del Rey Heredia. “Lo primero es tranquilizar a las familias”, explica Eva, madre de Alma, de 16 años. “Ves que te encuentras con gente normal, que somos padres y madres como otros, que estás totalmente perdido y en medio de una gran soledad”, dice sobre su experiencia al contactar con TT Córdoba.
Lola, una de las promotoras del grupo, llega con sus hijos, Alex de 20 años y Dylan de 16, ambos en proceso de cambio. “Lo primero que hicimos en el grupo fue estudiar, leer, informarnos, buscar por internet”, relata sobre la desinformación con que habitualmente se encuentran las familias con un menor transexual.
Y, a partir de ahí, se pusieron a trabajar. Con los miedos de padres y madres y con la naturalidad que los propios chicos y chicas afrontan su cambio. “Yo escribí una canción y la publiqué en mi Facebook, para contarlo”, cuenta Alex sobre cómo hizo para “salir del armario” ante sus amigos y su entorno. “Al día siguiente los amigos me felicitaron”, dice con una sonrisa. Porque ese apoyo, en casa y entre sus amistades, es lo que demandan estos jóvenes. “Hay que dar tiempo también al entorno, a la familia, todos necesitan adaptarse”, explica Lola…“pero llega un momento que quieren más rápido, necesitan volar ya”. Necesitan decir quiénes son. “Y lo primero que demandan es cambiar su nombre a su identidad real”.
Nube, una chica de 13 años que viene a la reunión con Erika, su madre, se encuentra inmersa en pleno cambio en la adolescencia. A su lado se sienta Sergio, de 37, que acude a las reuniones de TT Córdoba para que su experiencia, hace muchos años ya y vivida con absoluta desinformación, soledad y sin protección legal, sirva para que no se repita entre los chicos que le rodean. “Se trata de acompañar al menor, para que el individuo evolucione libremente. Yo, durante 33 años no supe qué me pasaba. No lo identificaba, no sabía qué era la transexualidad”, recuerda sobre su propia vida y cómo eso le ha permitido acercarse hasta el grupo “para ayudar, ser de utilidad, hablar y hacer terapia de grupo, con un flujo de información que yo no tuve”.
En medio de todo el proceso de cambio que afrontan estos jóvenes, “el momento de tránsito es donde los menores son más vulnerables”, indica un padre, Miguel, que abunda sobre la dificultad aún más especial de la adolescencia en menores transexuales. “Desde que se muestran como son hasta el cambio definitivo viven una época ‘unisex’, el entorno no lo entiende bien…”. La normativa para cambiar el nombre y el sexo en el DNI tampoco ayuda ni las edades a las que una persona puede hormonarse para apoyar el tránsito.
Y en esos momentos es cuando demandan más apoyo: “Hay que evitar el sufrimiento innecesario en su infancia”, apunta José Luis Castillo, el médico escolar que les asesora. Con él, han participado en charlas en centros educativos, donde es esencial formar a profesores y alumnado para que sepan realmente qué es la transexualidad y cómo deben atender a un estudiante que afronta un proceso de cambio. “Existe un protocolo educativo para que los profesores sepan manejarse en estas situaciones con los chicos trans, pero queda mucho por hacer en sensibilización en los centros, llegar hasta ellos para que vean la realidad. ”Y el soporte legal es fundamental para normalizar la transexualidad“, apunta en referencia a la Ley Integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales de Andalucía, aprobada en 2014.
Centros educativos que no sólo son los institutos. En TT Córdoba han vivido casos de niños que con solo 2 años ya mostraban que su identidad sexual era otra. “En la guardería, su foto estaba en la puerta del aseo de los niños y la cogía cada día para cambiarla al de las chicas. ‘Es que siempre se equivocan, mamá”. Y es que la identidad sexual de la persona está ahí desde que nace, aunque desde fuera sólo se le haga caso a la apariencia física y haya un largo camino que recorrer. “El acompañamiento en todo el proceso es vital”, apunta la sexóloga Carmen Jurado, miembro además de la Mesa de Transexualidad del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Ella se define como “el lazo de unión” del grupo con el sistema sanitario, pero también trabaja en la adecuación de los profesionales para tratar a los transexuales, que cuentan con un protocolo sanitario en este ámbito en Andalucía desde enero de 2015. “Y lo que queda por avanzar”, piden con esperanza y fe en su lucha las familias que siguen empeñadas en normalizar las vidas de sus hijos.