La macrourbanización de 300 villas con campo de golf junto a Doñana a la que Junta de Andalucía dio el visto bueno ambiental el pasado 12 de abril se sitúa en zona de riesgo de inundación, según la Cartografía Nacional de Zonas Inundables.
La parcela donde se proyecta este resort se sitúa en la orilla izquierda del Guadalquivir. Al sur del parque nacional, y a menos de cinco kilómetros de límite de la zona protegida por el cinturón del parque natural que rodea el área más blindada del Coto. Esas llanuras en general, y el polígono SUS-16 donde se planea la urbanización en particular, son áreas dentro de la zona de peligro medio de inundación.
Ese nivel de riesgo indica que se estima una avenida de agua cada 100 años. ¿Poco probable? La probabilidad de inundación en un periodo de 25 años consecutivos es del 22%. En 50 años casi del 40%. Estos cálculos se están viendo trastocados al alza a medida que se dejan sentir los efectos del cambio climático que, si bien reduce en la península ibérica el volumen de lluvias general, también vuelve más torrenciales los episodios de precipitación. Y esa es la primera piedra para que un curso se desborde: mucha lluvia en poco tiempo.
Sin embargo, el informe de aprobación de la Junta se ha centrado en la disponibilidad de líquido ahora que la polémica sobre Doñana se refiere más a la aprobación de regadíos ilegales, la extracción excesiva del acuífero bajo el parque y la degradación del ecosistema que pretende preservar: “Teniendo en cuenta que la demanda para el horizonte 2027 se encuentra por debajo de las estimaciones de la Planificación Hidrológica y que la dotación del consumo actual y del crecimiento no superan los 250 litros por habitante y día asignados por la planificación hidrológica para el municipio de Trebujena, se informa la disponibilidad de recursos hídricos en los términos planteados”.
“No se va a construir” ha dicho este miércoles la vicepresidenta tercera Teresa Ribera. El proyecto tiene que ser revisado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir –la competente en materia de agua en esa zona– que depende del Ministerio de Transición Ecológica.
Lo que miden los mapas de zonas inundables es qué riesgo hay de que el río, en este caso el Guadalquivir, se desborde y hasta donde es previsible que llegue el agua en virtud de la extensión de la zona, la altura del terreno y los obstáculos naturales que halle una eventual avenida. Al mirar la zona escogida para la urbanización y el campo de golf se observa cómo la inundación pasaría por encima.
Las inundaciones no son un asunto marginal en España. De hecho, son el desastre natural –entendido como un fenómeno puntual y corto– que más víctimas mortales ha causado históricamente. Ahora las olas de calor están afectando más a la salud de las personas. De hecho, España roza los 12.000 kilómetros de tramos en riesgo de inundación. El urbanismo descontrolado ha forrado muchas zonas inundables en España e impermeabilizado cauces que se han convertido en pistas rápidas para que el agua de las avenidas acelere y se convierta en un peligro mayor.
Las avenidas, por tanto, se están convirtiendo en un fenómeno más recurrentes. Y sus consecuencias económicas y sociales también cada vez más agudas.