Se ha cumplido el peor pronóstico para el PP andaluz, el que nadie quería verbalizar: el voto de los más de 3.000 compromisarios ha dado la vuelta al resultado de la primera fase de las primarias, en la que los afiliados habían apoyado por estrecho margen a Soraya Sáenz de Santamaría: Pablo Casado ha ganado el congreso y se ha convertido en el sustituyo de Mariano Rajoy por una diferencia de 450 votos. El partido se ha puesto en manos del joven Casado, que representa la línea dura del PP y que ha convencido a una mayoría de delegados con un discurso muy ideológico, que bebe de las esencias del conservadurismo más ortodoxo (marcha atrás a la ley de eutanasia, marcha atrás a la Ley de Memoria Histórica, limitación del derecho al aborto…). “¡Viva España!” fue el primer grito con que recibió el plenario a Casado tras anunciarse el escrutinio.
Desde la perspectiva andaluza, el resultado abre un abismo de incertidumbre: en el conjunto de España, Santamaría ganó a Casado por apenas 1.500 votos. En Andalucía, en cambio, la ex vicepresidenta del Gobierno logró mayoría absoluta, el 54% de apoyos, frente al 16% de Casado y el 28% de Cospedal. Al ser voto secreto y en urna cerrada, no es posible geolocalizar el apoyo de los compromisarios, pero desde el entorno de Zoido aseguran que la victoria de Casado debe mucho al trasvase de votos andaluces de Cospedal a su candidatura: casi el 40%, dicen. El resultado del congreso es una enmienda a la totalidad al voto de la gran mayoría de afiliados del PP andaluz.
La dirección regional de Juanma Moreno sale del congreso con el gesto torcido, con un relato más incómodo del que habrían usado en caso de que hubiera ganado la ex vicepresidenta. Moreno y su círculo más próximo habían apostado abiertamente por Santamaría, parapetados en la estrategia de campaña del veteranísimo Javier Arenas, y de su eterno número dos, Antonio Sanz. El presidente del PP andaluz siempre pidió integración de ambas listas, incluso cuando el congreso había arrancado y los bandos estaban claramente divididos. Ahora la ejecutiva regional espera que Casado tenga en cuenta este llamamiento y cumpla con su palabra de dar relevancia al PP andaluz y de implicarse a fondo en las próximas elecciones autonómicas. Moreno fue de los primeros en acercarse a abrazar a Casado tras el aplauso final. Las cámaras recogieron su rostro torcido y cómo se abrazaba al nuevo presidente susurrándole algo al oído. Ambos se necesitan, las andaluzas pueden precipitarse en otoño y serán el primer examen para Casado, y puede que el último para Moreno. “Me ha dicho que se examina conmigo en las andaluzas y que ha dejado hueco en su ejecutiva para la integración, donde estoy convencido de que Andalucía tendrá un papel relevante”, ha explicado luego el presidente del PP-A. Casado visitará en Sevilla la próxima semana.
Una fractura como la que ha evidenciado este cónclave es un riesgo para los populares en general, pero representa un drama de alto voltaje para un PP andaluz que se enfrenta a unas elecciones, probablemente, dentro de 12 semanas. La línea dura que representa Pablo Casado era la apuesta personal de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, que espera ganar más espacio político en el centro -donde se sitúa el votante medio andaluz- a costa de un PP escorado a la derecha. Es difícil imaginar, ahora, una coincidencia en el discurso de Casado y el de Juanma Moreno, tanto en la forma como en el contenido. Los socialistas andaluces tienen ahora todo el repertorio de consignas ideológicas de Casado -reminiscencia de José María Aznar- para atacar al principal partido de la oposición.
Andalucía ha tenido un peso desigual en las listas que han presentado los candidatos a presidir el PP para formar parte de su núcleo duro. Más abrumador en el equipo de Santamaría, y menos evidente en el de Casado. La ex vicepresidenta del Gobierno había mantenido en la sala de máquinas del partido al hombre clave de su campaña, Javier Arenas, y toda una escuela de arenistas, muy ligados al aparato; el vicesecretario de Comunicación, en cambio, no ha querido significarse tanto como parte del aparato, pero en su círculo de confianza destaca el ex ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido. Esto es lo que explica, en parte, por qué ha sido imposible la integración de ambas listas. La división de los candidatos es una prolongación de la honda fractura interna que divide al PP andaluz prácticamente desde que Juanma Moreno se convirtió en presidente regional (la gran victoria orgánica de Arenas sobre Dolores de Cospedal y Zoido).
La derrota de Arenas
Por mucho que se haya apelado a las bases -han sido las primeras primarias abiertas con voto directo de la militancia- este congreso se ha decido en la segunda vuelta, en el voto de los compromisarios, sobre los que la dirección tiene más control. Aquí se han enfrentado dos aparatos, ha ganado el que maniobraba Cospedal y ha perdido el que representaba Arenas. Es la primera vez que el todopoderoso presidente de honor del PP pierde un congreso desde 1991, el gran derrotado, el hombre que se ha mantenido en la cúpula del partido 30 años con un pie en Madrid y otro en Andalucía, acaba de perder pie en la capital.
Dicen que Javier Arenas era insumergible. Lo dicen sus fieles y sus detractores. Ambos tienen razón, ambos han acertado durante 27 años en los que el veterano político de Olvera se ha afianzado como el único dirigente popular que sobrevivió a todos los congresos y a cuatro derrotas electorales en Andalucía. Arenas, que cumplirá 60 años el próximo 28 de diciembre, saldrá previsiblemente de la sala de máquinas del PP, y con él arrastra a toda una escuela de arenistas acérrimos. Su mano derecha, y coordinador de la campaña de Santamaría, Antonio Sanz, la ex ministra de Empleo, la onubense Fátima Báñez, a la que Santamaría había situado en el puesto de Cospedal, como nueva secretaria general del PP.
La victoria de Casado también puede cortocircuitar la ambición política de otro hombre clave en la campaña de Santamaría y en el PP andaluz, el presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo, persona próxima a Moreno. Entre los derrotados, están el resto de andaluces elegidos para su núcleo duro por la ex vicepresidenta: la ex alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, la secretaria general del PP andaluz, Dolores López, el ex portavoz popular en el Parlamento andaluz, Carlos Rojas, la alcaldesa de Jerez, María José García Pelayo, que cambió su primer voto a Cospedal por el apoyo a Santamaría; la alcaldesa de Marbella, María Ángeles Muñoz, y el de Almería, Ramón Fernández Pacheco, así como la presidenta del PP de Sevilla, Virginia Pérez.
Pablo Casado ha presentado una lista con menos nombres significados, tratando de no identificarse tanto con el aparato como su rival, y apostando por candidatos más jóvenes que refuercen su perfil de renovador. Zoido forma parte de su núcleo duro, dentro del Comité Ejecutivo Nacional, junto a la ex alcaldesa de Fuengirola y vicepresidenta del Parlamento andaluz, Esperanza Oña; y otros dos andaluces: Javier Aureliano García y Concha Santa Ana. Para la Junta Directiva, aparecen los nombres de Alberto Díaz, ex portavoz municipal del PP en el Ayuntamiento de Sevilla, y muy próximo a Zoido; Ana Vázquez García y el ex presidente de la Diputación de Cádiz, José Loaiza, muy enfrentado al presidente provincial del PP, Antonio Sanz.
El PP andaluz ha seguido el recuento de papeletas aguantando la respiración. La división interna amenaza la campaña de los populares en unas elecciones que se prevén antes de tiempo, el próximo otoño. “Quiero que Juanma sea presidente de la Junta. Puede que nos queden sólo 12 semanas para las urnas en Andalucía, no podemos permitirnos más veleidades. Hay que unir el partido cuanto antes, es lo que está pidiendo la militancia”, dice el presidente provincial del PP de Granada, Sebastián Pérez. En su discurso previo a la votación, el flamante líder había lanzado un misil directo a Javier Arenas -hacedor de cuatro fracasos electorales en Andalucía- y de rebote impactó en Moreno, aunque no le citase por su nombre. “Andalucía lo tiene todo menos un buen gobierno. Hay que acabar con 40 años de fracasos políticos”. Ahora queda 12 semanas para coser el partido, y el PP andaluz es, con mucho, la agrupación con más desgarros.