Vox cierra una campaña atípica en la que su candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, Macarena Olona, ha ido perdiendo protagonismo en beneficio de Santiago Abascal, que en el acto de cierre de campaña no ha ocultado su “mano tendida” al PP de Juanma Moreno. El presidente del partido de extrema derecha fue claro respecto a los mensajes repetidos de los populares en los últimos días: “Quieren gobernar en solitario, como nosotros. No tienen ganas de gobernar con nosotros. Ni nosotros tenemos ganas de gobernar con ellos, pero la democracia es así”, ha dicho en los últimos compases del cierre de campaña en Triana. “Mientras algunos dicen que ellos solitos, nosotros tendemos la mano”, ha insistido.
La campaña ha sido atípica porque la sensación de hace un mes ha cambiado en gran medida. La formación de extrema derecha parece no haber alcanzado los objetivos que se proponía entonces: estrechar el cerco con los votantes del Partido Popular y afianzar una marca que ha hablado poco de Andalucía, insistiendo en un mensaje nacionalista que le sirvió en Castilla y León, pero que está por ver que pueda serle igual de útil este 19 de junio. Dudas sobre el empadronamiento de Olona, un programa escueto y sin referencias a la comunidad autónoma, la suspensión de agenda de la candidata para luego volver a convocar pero actos pequeños, y parte de las bases descontentas con la elección de líder han dejado un regusto extraño en este final de campaña.
Para Abascal, que no ha obviado críticas a las políticas del PP en el acto de cierra de la campaña de las andaluzas, la cuestión está clara: “Queremos a Olona al frente con el apoyo de otros partidos que están más cerca”, dijo en Sevilla refrendando lo que aseguraba minutos antes la candiadata a la Junta, que pedía a los asistentes que “con menos de la presidencia”. Sin alusiones por su parte a las situaciones que se puedan dar tras las elecciones del domingo, pero sí al partido que parte con ventaja en las encuestas. “Somos una amenaza para el PP porque saben que Vox ha llegado para introducir en Andalucía el cambio real”, ha dicho.
Ante gritos de “presidenta” y “guapa”, y con respuestas de “una, grande y libre”, o “garrote vil” ante los que no comparten su ideario, Olona ha afirmado estar “deseando entrar en San Telmo para ponernos a trabajar”. “No hemos hablado con vacas ni comido torrijas”, ha resumido de una campaña en la que ha “sufrido ataques personales”. “Me estaban echando del pueblo por momentos”, ha dicho de su polémico empadronamiento. “Con la ley en una mano y en la otra las tijeras de podar. Ya está bien de que paguéis los de siempre”, ha dicho ante gritos de “motosierra, motosierra”.
Discurso en clave estatal
El programa de medidas presentado por la extrema derecha es una de las cuestiones que mejor explican cómo el partido ha tenido que ir adaptándose a las circunstancias con el paso de los días. Si en un primer momento el programa electoral se basaba en apenas un folio para el “cambio real” con diez medidas sin desarrollar apenas y con un marcado carácter nacional, tres días después de que los medios se hiciesen eco, la formación de Santiago Abascal lo cambió para ampliarlo. Ahora las medidas, que siguen siendo diez, están más desarrolladas, aunque de forma muy general y sin aportar apenas datos que las avalen. Lo que no ha cambiado son los cuatro dípticos breves sobre seguridad, campo, mar e industria que, como en el caso del primer programa electoral, expresa una serie de propuestas en las que no se profundiza y no se dan detalles.
Desde que empezó la campaña electoral, Macarena Olona ha ido perdiendo protagonismo. Ya desde la primera pegada de carteles en Granada quedó clara su postura de no hablar apenas de Andalucía y sí tirar de épica españolista de poca profundidad. En aquella ocasión comparó la conquista de América con los logros de una Andalucía que no existiría hasta casi cuatrocientos años después. Pero el tono y el mensaje apenas han variado en estos quince días. Por el contrario, Vox ha insistido mucho en establecer una diferencia entre su discurso nacionalista, en clave estatal, frente al del resto de partidos, mucho más volcados en Andalucía. Un aspecto que ha decepcionado a parte de sus afiliados y votantes porque esperaban una campaña para la comunidad autónoma y no han visto colmadas sus expectativas.
Por eso y por dos debates en los que Olona se ha mostrado insegura al tener que abordar asuntos andaluces, Vox ha acabado optando estos días por reforzar la posición del presidente nacional del partido, Santiago Abascal, frente a la de la propia candidata alicantina. Sumida en un entorno en el que no se ha visto del todo cómoda, llegó a estar tres días sin participar en actos de campaña, más allá de vídeos preparados por Vox con entrevistas pactadas de la propia Macarena Olona en aquellos lugares a los que iba de visita, como Dos Hermanas. Desde entonces, siempre que ha participado en un gran evento promovido por Vox, lo ha hecho en un segundo plano tras Abascal.
Una campaña de trazo grueso
En estos quince días, Vox tampoco ha hablado de aspectos técnicos de cara a un posible gobierno del que pudiera formar parte. Si bien Macarena Olona le lanzó un órdago en el último debate a Juan Manuel Moreno Bonilla al obligarle a que dijese si pactaría con la extrema derecha o no y que el presidente andaluz no resolvió de forma tajante, apenas se sabe nada del modelo económico que quiere Vox para Andalucía, porque no se ha explicado. Más allá de mantras muy repetidos por este partido en todo el país como la propuesta de eliminar “chiringuitos” y “gasto superfluo” que no terminan de aclarar y que en Castilla y León no han cumplido ampliando el número de asesores y personal. Eso sí, a pesar de que uno de sus primeros planes pasa por cerrar Canal Sur, tal y como señalan en el programa electoral, Macarena Olona sostuvo en el último debate que no tenía interés alguno en que eso sucediese salvo para “los enchufados”. Algo que desmiente el paquete de diez medidas que presenta como candidata.
También ha llamado la atención que la candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, que estuvo en precampaña en el centro de la polémica por el presunto “fraude de ley” en su empadronamiento en Salobreña (Granada) y sobre la que han arreciado las críticas por utilizar una imagen “folklórica” de Andalucía como mensaje político, no ha participado en actos en Granada más que los cinco minutos del inicio de la campaña. Macarena Olona, que dice ser “granaína de adopción”, ha limitado su presencia en la ciudad de la Alhambra a un paseo durante la procesión del Corpus Christi y ha cedido su protagonismo a Jorge Buxadé, Javier Ortega Smith e Iván Espinosa de los Monteros, que han hecho los mítines de Vox en Granada, a pesar de que la candidata de la provincia es la propia Olona. El 28 de mayo, en precampaña, fue la última vez que la alicantina pisó tierras granadinas para participar de un acto del partido antes de la pegada de carteles del día 3 de junio.
Vox ha tratado de amarrar el voto de sus electores más fieles con las caras visibles del partido, opacando la figura de una Olona que se ha visto desplazada. De hecho, el partido incluso recurrió a la neofascista Giorgia Meloni, fan declarada de Donald Trump y con una ideología próxima a Mussolini, en un mitin celebrado en Marbella y cuyo discurso contra las libertades y los colectivos sociales volvió a colocar en el foco a la formación de forma completamente polarizada.
Además de ello, los bulos y los mensajes manipulados han marcado la campaña de Macarena Olona. Mentiras como la del último debate en la que sacó un presunto libro de texto que se utiliza en la educación pública andaluza y que en teoría habla de la masturbación, pero que ni es un libro de texto ni es del sistema educativo andaluz ni menciona la palabra masturbación, sino que es una guía repartida por el Ayuntamiento de Sevilla que enseña el respeto en las relaciones. Tampoco ha dicho la verdad sobre su baja como diputada en el Congreso, ya que sigue siéndolo y puede echar atrás su renuncia, ya que el documento que ha presentado la plantea en “diferido”, según confirman fuentes de la presidencia de la Cámara Baja. O lo que es lo mismo, si políticamente no consigue colmar sus expectativas tras las elecciones andaluzas, se reserva la oportunidad de regresar a su escaño en Madrid.
Vox piensa en clave “nacional”
Para los expertos, la campaña de Vox se explica por la correlación de fuerzas con el Partido Popular y cómo se ha ido estrechando y agrandando el espacio de votantes con el paso de los días. Para Daniel Vicente Guisado, politólogo, “la visión de que Vox está llevando a cabo una campaña errática parte de la consideración de que son unas elecciones autonómicas, pero para ellos no lo son”. Es decir, la extrema derecha piensa en clave electoral de cara a 2023. “Al partido le interesa seguir ampliando terreno autonómico y normalizar pactos con el PP (ya completamente normalizados), pero su objetivo está en el ámbito nacional”. A pesar de eso y de que Macarena Olona no sea la candidata que mejor se relacione con Andalucía, la formación de Santiago Abascal se mueve en otros frentes.
“Olona no es una candidata cercana a la región que pretende gobernar, pero esto no es un hándicap per se. Vox sigue siendo un estado de ánimo, una pulsión, un cabreo”. Quienes les votan, afirma Daniel Vicente Guisado, lo hacen por Vox, “no por sus líderes regionales”. Para este experto, “el principal problema que tiene Vox no es Olona o su campaña, es la coyuntura en la que le ha tocado competir”. Es decir, “es mucho más fácil sacar un resultado bueno en Castilla y León o cuando en el PP nacional estaba Casado, que en Madrid o Andalucía donde su principal competidor (desvinculado de las siglas del PP) ocupa toda la centralidad y gran parte de la derecha sociológica”. De hecho, Moreno Bonilla y Ayuso consiguieron arrastrar a electores moderados y personas que habían apostado incluso por el PSOE, pero “esto Vox lo tiene difícil de solventar”.
“Vox puede querer gobernar con el PP, pero si los escaños que ponga para la absoluta son muy pocos, el PP tendrá mayor fuerza de negociación para negarse (lo que, en Madrid o Andalucía, con sus liderazgos particulares, es más interesante)”. Para ello, Daniel Vicente Guisado pone un ejemplo: “En Castilla y León Vox puso el 24% de los escaños de la absoluta. En Madrid el 5%. En Andalucía, según el promedio de encuestas, sería el 15%. Si el PP se ve beneficiado de un impulso final de voto útil (ex-Ciudadanos, ex-PSOE, abstencionistas, etc.) este porcentaje será incluso menor y Moreno Bonilla podrá decir a Vox que con 5 escaños para la absoluta no está legitimado para gobernar (y, si lo hacen, Vox estará invisibilizado en la legislatura y Olona no tendrá interés alguno en quedarse)”.
Guadalupe Talavera, profesora del área de Ciencias Políticas de la Universidad Pablo de Olavide y consultora senior en Dialoga Consultores, señala uno de los motivos por los que Vox podría no estar colmando sus expectativas y es que ha sido una campaña de bajo perfil. “La calle no ha sido consciente de que había campaña electoral hasta que no han recibido el buzoneo de propaganda y han visto los anuncios de los debates en Andalucía. Las encuestas llevan marcado un alto porcentaje de indecisos y alta volatilidad interbloque, pero también extrabloque, desde hace semanas”. Es decir, los indecisos son vitales para explicar el efecto de la campaña que ha hecho la extrema derecha.
Una candidata “desnaturalizada”
“A medida que se acerca el día de la votación, la indecisión, históricamente, suele ir reduciéndose beneficiando a los candidatos más fuertes de la convocatoria, en este caso, al PP”. Las encuestas parecen marcar un camino en el que la indecisión se está inclinando hacia los populares dentro de este bloque de derechas, lo que aminora el efecto que Vox pretendía para el próximo 19J. Si bien explicar el motivo de esto es más propio de “conjeturas” que, de datos cuantitativos, Guadalupe Talavera coincide con Daniel Vicente Guisado en cuanto a que el liderazgo de Moreno Bonilla es más fuerte que el de la propia Macarena Olona. “Moreno Bonilla no es Casado, ni Andalucía es Castilla y León: Vox quiere posicionarse como caballo ganador en una comunidad autónoma de autoubicación de centro-izquierda donde Moreno Bonilla ha conseguido, después de 40 años de socialismo, mostrar una imagen de líder moderado centrado en la gestión que nada tiene que ver con su homóloga de Madrid”.
Tampoco Olona ha conseguido “cautivar por encima de las siglas”. Guadalupe Talavera recuerda que, “aunque Vox no nació como un partido carismático y su ideario antiglobalista y nacionalista español es lo que atrae y cautiva a su electorado, es obligado tomar conciencia de la importancia de sus líderes en la construcción del discurso”. La imagen de campaña de una Macarena Olona excesivamente “folklórica” tampoco ha jugado a su favor. “Dista mucho de la mujer que se sentía cómoda en su perfil técnico de Abogada del Estado. La desnaturalización de Olona no juega a favor de su conocimiento e imagen”. Parece más una “influencer” de Instagram a la que a muchos tampoco ha convencido en los debates, según señala esta experta en politología.
“¿Desinflarse?”
“El discurso de Macarena Olona tiene perspectivas nacionales, pero no da respuesta a las cuestiones andaluzas”. Dicho de otro modo, la escasa presencia de Andalucía en el relato de Vox lastra su espacio político a la derecha del Partido Popular. “El votante que vote en clave nacional, como si esto fuera una antesala a las generales, puede ser conquistado por este tipo de propuesta electoral, pero no el caso de otros muchos votantes de derechas que reconocen la singularidad de Andalucía y saben lo que hay en juego en estas elecciones autonómicas”. No obstante, para Talavera es pronto para ver si Vox ha alcanzado su techo electoral. “Partimos de la base de que actualmente tienen 12 escaños en el Parlamento y las encuestas ya pronostican no menos de 16 escaños. ¿Podemos llamar a esto ”desinflarse“?”.
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