El brote hace unas semanas en la comarca de Alhama de Granada, que ha afectado a una quincena de jóvenes que han presentado síntomas débiles; otro más en varios pueblos de Málaga; igual que ha ocurrido a una veintena de personas en Ayamonte (Huelva); y un cuarto que ha llegado a más de 40 en el área sanitaria de Osuna (Sevilla), que incluso obligó a convocar una vacunación masiva por parte del Servicio Andaluz de Salud (SAS), han puesto el foco en el incremento de los casos de parotiditis, enfermedad popularmente conocida como paperas.
Estos casos se están produciendo en población que en principio está protegida por la conocida como triple vírica, que se administra en dos dosis a los 12 meses y a los 3 años, contra esta enfermedad, y también contra el sarampión y la rubeola. Y los expertos, aparte de recordar que las vacunas no protegen cien por cien, tienen una explicación para estos brotes de parotiditis: las dosis administradas en la década los 90 de una determinada cepa no han resultado todo lo eficaces que se esperaba.
De hecho, pese a que su incremento no ha sido homogéneo en Andalucía, sino que va por municipios o provincias, sí se observa que en cinco años se ha multiplicado por 10 su incidencia. Datos facilitados por la Consejería de Salud hablan de 119 casos en 2014 y 1.022 en 2017, si bien fue en 2008 cuando se detecto un primer pico, que en cualquier caso no llegó ni a la mitad de los casos registrados el pasado año.
Pese a que la Consejería de Salud no ha ofrecido todavía las cifras de 2018 de esta enfermedad de declaración obligatoria (EDO), confirman que también estarán por encima del millar. Esta tendencia creciente se relaciona directamente con la menor eficacia de las dosis administradas en los 90, de ahí que los que se están viendo más afectados son personas que hoy tienen entre 20 y 30 años.
María Eulalia Lucio Villegas, médico de familia y miembro de la comisión asesora de vacunas del Sistema Sanitario Público de Andalucía (SSPA), apunta que “la única falta de eficacia de una vacuna es cuando no se administra”. En su opinión, “no hay que creer o hablar de las vacunas, sino ejercer su poder de acción y éste sólo lo se consigue con el acto de vacunar”.
En este sentido, subraya que en estos casos de parotiditis “se debe en parte a la cepa rubini que se utilizó en la vacuna Triviraten y su distribución fue desigual en España”. En Andalucía se administró a la población nacida y vacunada entre 1993 y 1998 y que en la actualidad tendrán entre 20 y 30 años. “En resultados posteriores resultó ser menos efectiva según estudios realizados. La Junta de Andalucía ya realizó en 2007 una alerta recomendando a estas edades la revacunación con la triple vírica”. También lo hizo cinco años después la Red de Vigilancia Epidemiológica de la Comunidad de Madrid cuando detectó el problema.
Incidencia descendente
Del mismo modo, indica que la actitud de los responsables políticos en salud con las vacunas “siempre ha sido dinámica y en un estado de alerta y captación activa constante”. Por ello, continúa: “Hay que ser positivos y reconocer la labor de los que siguen investigando día a día y no se olvidan de la epidemiología ni de la salud pública”. De hecho, no tiene conocimiento de que este aumento de casos de parotiditis deba a movimientos antivacunas “pues aunque suenan, su ruido es escaso y hay estudios que ya demuestran que cuando se realiza una pregunta sobre vacunas en redes sociales despierta el interés en quienes vacunan y ven y creen claramente en su eficacia y seguridad”.
Por ello, remarca que “el aviso con la parotiditis se debe a la confirmación de casos de esta enfermedad infectocontagiosa de la que hacía años que no se diagnosticaban brotes”. En cambio, los casos de sarampión empezaron a diagnosticarse con anterioridad. “Hasta hace poco se daban muy pocos casos y es desde 2007 cuando se empieza a observar un aumento de los mismos. Se sabe que se corresponden con la vacuna administrada en los 90”, reitera.
Desde el inicio de la vacunación con triple vírica en los 80, la incidencia de esta enfermedad viene siendo descendente en Andalucía y en España. No obstante, se producen momentos de mayor incidencia cada cierto tiempo. En estos momentos, Andalucía tiene una cobertura en triple vírica de un 97% con la segunda dosis, lo que “sin evitar completamente la aparición de casos, sí reduce la gravedad y las complicaciones clínicas de la enfermedad”, según exponen desde la Consejería de Salud. Por ellos, las mismas fuentes quieren mandar “un mensaje de tranquilidad a la población, puesto que se trata de una situación que entra dentro de la normalidad”.
La parotiditis se caracteriza por fiebre e inflamación de una o más de las glándulas salivales, habitualmente de la parótida. La transmisión es por diseminación de gotitas de saliva -al hablar, estornudar y toser- o por contacto directo con la saliva de un enfermo. El periodo de incubación es habitualmente de entre dos y tres semanas. Se trata de una enfermedad benigna que suele afectar a niños y adolescentes, pero también se dan casos en adultos. La complicación más frecuente son la meningitis y la inflamación testicular, que puede llevar a la infertilidad.