Los ‘yayoflautas’ andaluces nacen como movimiento conjunto

Miguel Gómez

La mayoría, como los define María del Carmen, 'yaya' sevillana, “son de los que corrieron delante de los grises”, aunque ahora ya no están para muchos trotes. Nacieron a rebufo de la iniciativa de Barcelona, y de ahí el nombre, aunque en Andalucía se estile más el “abuelo” o, a veces, el “chacho”. Después de hacer la guerra por su cuenta, las cuatro provincias más activas se han unido, y ahora llega la hora de las acciones conjuntas de los 'yayoflautas' de Andalucía.

A finales del pasado abril, se reunieron en Antequera (Málaga) los representantes de los 'yayoflautas' de Córdoba, Granada, Málaga y Sevilla más un invitado de Cádiz, en concreto de Puerto Real, que está intentando fundar su propio grupo. Venían, en los casos de Córdoba, Granada y Sevilla, de más de un año de existencia con éxito desigual, ocupando bancos, recogiendo firmas y orquestando caceroladas. Todos portando los chalecos reflectantes que se han convertido en marca de la casa, aunque ya con el aire inofensivo, que tanto explotaron los pioneros de Barcelona, más que perdido.

El objetivo es que, al menos una vez al mes, se hagan acciones conjuntas de todos los 'yayos' andaluces. Mínimo, de los cuatro grupos activos, aunque el de Málaga tiene apenas meses y el de Granada reúne a tres 'yayos' fijos. Pero también ayudar a que el de Cádiz crezca y que Almería, Huelva y Jaén creen sus propios grupos. En principio, la Mesa Estatal de las Pensiones y el aniversario del 15M son los primeros eventos a los que acuden con una estrategia conjunta.

El poder del silencio

El grupo más activo en estos meses ha sido el de Córdoba, que con cerca de 28 “fijos” que acuden llueva o truene, es también el más numeroso. Han ocupado bancos, impartido charlas en institutos y se han unido a iniciativas colectivas como las Mesas de Convergencia o contra el gasoducto de Doñana, pero, según la 'abuelaflauta' Concha Ferrer, la acción más efectiva son “las manifestaciones silenciosas”. “Recorremos las calles de Córdoba una vez a la semana con pancartas contra el paro y los desahucios en silencio, por calles llenas de gente… y se asustan más de vernos callados que si fuésemos pegando voces”, comenta.

Concha, activista desde los años 60, cree que la mayor ventaja del movimiento es que “no tenemos nada que perder. Y al mismo tiempo es bonito, para mí que he estado en muchos movimientos sociales, que no pidamos nada para nosotros. El que más y el que menos se defiende con su pensión. Luchamos por el futuro de nuestros hijos y nietos, porque creíamos que les habíamos dejado un modo de vida mejor que el nuestro y resulta que no es así. Por eso también creo que la mayoría somos gente que se ha salido de la política tradicional, en diferentes momentos de su vida”.

Manuel Fernández, de Granada, inició el grupo nazarí él solo, con una huelga de medicamentos contra el copago que mantiene casi un año después. Con sus dos compañeros ha recogido firmas para el Defensor del Pueblo Europeo y participado en el escrache a Rajoy en la Alhambra. Y lo que pide es “compromiso”. “Hay gente que ha venido a los yayos pensando que era una sucursal del Inserso en la que pasárselo bien, y no es eso. Tenemos que ir un paso más allá: el sistema cojea y hay que señalar sus puntos débiles”, señala.

Más prudente es María del Carmen, de Sevilla, donde han llegado a tener su propia hoja semanal (El Chaleco Amarillo), que explica que su grupo “ha apoyado muchas ocupaciones, como en las corralas, pero sin participar directamente porque no estamos para esos trotes”. “Sí acabamos provocando la interrupción de la famosa conferencia del ministro Wert en el Hotel Lebreros, pero eso asustó a algunos de los nuestros. A nuestra edad hay gente que sigue teniendo el reflejo del miedo de otras épocas, y también que no sabía muy bien qué era esto de los yayos”, recuerda. “Por eso, al final los que quedamos somos lo que llevamos toda la vida protestando, antes en una cosa o en otra, y ahora en los yayoflautas”.