Hace más de una década que se iniciaron los trabajos arqueológicos en la cueva AGP5, situada en el término municipal de Aguilón, en la provincia de Zaragoza. Allí se hallaron los primeros restos arqueológicos en el año 2010, y desde entonces se han realizado sucesivas campañas de excavación centradas en el espacio más exterior de la cueva. Hasta la campaña de este verano, se han recuperado en torno a 10.000 restos líticos y óseos (pertenecientes a animales), además de registrarse la presencia de un buen número de estructuras de combustión (hogares), que evidencian momentos de una intensa ocupación de la cueva por grupos neandertales.
Los restos líticos, entre los que destacan las puntas, las raederas, las muescas y los denticulados, han sido fabricados casi totalidad en un sílex de procedencia local de una excelente calidad. Por su tipología se adscriben a la industria musteriense (Paleolítico Medio), que fue elaborada por gentes neandertales.
La cueva AGP5 es un sitio de especial interés porque deja constancia sobre la última presencia de las gentes neandertales en la Ibérica. Su cronología lo sitúa en un momento de la historia en el que se produjo un trascendental cambio en el continente europeo, tanto cultural como biológico: el paso del Paleolítico Medio al Paleolítico Superior, con la sustitución de las gentes neandertales por los humanos anatómicamente modernos.
En la campaña de este año, dirigida por Carlos Mazo y Marta Alcolea, profesores de la Universidad de Zaragoza y miembros del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA), se han tomado muestras de sedimento para intentar recuperar ADN antiguo, además de las muestras habituales, sumando así la paleogenética al amplio arco de disciplinas desde las que se aborda el estudio de los restos hallados en este yacimiento: estudios sedimentológicos, geoarqueológicos, arqueopetrológicos, traceológicos, zooarqueológicos, arqueobotánicos yarqueométricos.
La toma de muestras de sedimento fue realizada por el experto en ADN antiguo, Pere Bover, investigador ARAID y responsable del laboratorio de ADN antiguo del IUCA. Estos trabajos arqueológicos también han contado con la colaboración de personal del grupo de investigación Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro (P3A), así como con la participación de estudiantes y graduados del Grado de Historia de la Universidad de Zaragoza.