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611 días bajo las bombas: 80 años del final de la Guerra Civil en Huesca

Murieron 118 personas por los enfrentamientos directos y cayeron más de 30.000 proyectiles

Miguel Barluenga

Huesca —

Fue el asedio más prolongado a una ciudad española durante la Guerra Civil. No es uno de los episodios más destacados, pero hizo padecer a su población durante 611 largos días y acarreó una feroz política de represalias dentro de los límites de la capital. Este fin de semana se cumplen 80 años del final del sitio, durante el que más de 30.000 proyectiles impactaron sobre las calles y edificios de Huesca y murieron más de un centenar de personas, sobre todo niños, de una población entonces con 15.000 habitantes.

La prensa, controlada por el gobierno que ya encabezaba Franco desde comienzos de 1938, más allá de la propaganda, emitió un diagnóstico acertado en 24 de marzo de aquel año. Heraldo de Aragón titulaba “Nuestras fuerzas pasaron el Ebro en brillante operación, profundizando diez kilómetros en terreno rojo, mientras otras columnas ocupaban Tardienta. También se avanzó en el sector de Huesca, a pesar del mal tiempo y de la resistencia opuesta por el enemigo”.

La ofensiva en Aragón iniciada tras la Batalla de Teruel tenía como objetivo partir en dos la resistencia republicana y despejar el camino hacia la toma de Cataluña. Para ello se debían eliminar esos focos, y uno de los más enconados fue el que asedió Huesca desde los primeros días que sucedieron al golpe de Estado. La caída, en cadena, de los todavía fieles a la República en la capital oscense y otras importantes localidades fue de la mano con una cruenta represión, detenciones de madrugada, encarcelamientos, juicios sumarísimos y fusilamientos junto a la tapia del cementerio a oscenses señalados por ser de izquierdas.

El alzamiento del 18 de julio de 1936 fue muy pronto secundado en Huesca y su gobernador, un funcionario con poco poso político llamado Agustín Carrascosa Carbonell, permitió el traslado de armas desde los polvorines cercanos hasta el cuartel sin informar a las autoridades locales. Declarado el estado de guerra en la madrugada del 19 de julio, el regimiento de infantería Valladolid nº 20, tomó la ciudad con unos cientos de soldados y el apoyo de la Guardia Civil y la de Asalto.

El 21 de julio tuvo lugar el primer bombardeo de la aviación republicana con una gran importancia de los grupos anarquistas, como relata Orwell en Homenaje a Cataluña, y la esperanza de un rápido desenlace de la guerra favorable a los intereses de la República. Solo el día 31 se calcula que impactaron en Huesca más de 2.000 proyectiles entre ataques aéreos y de artillería. De los primeros días es el represaliado más célebre de la contienda en la ciudad, Ramón Acín, ejecutado el 6 de agosto.

Frente a un ejército franquista asentado en la plaza y cada vez más reforzado, los republicanos fueron ganando batallas parciales en localidades muy próximas como Siétamo o en el Estrecho Quinto, pero las líneas de ataque y defensa apenas registraron avances significativos durante meses. Marzo de 1937 volvió a registrar una actividad febril y los republicanos siguieron acechando a su enemigo en pueblos como Esquedas y Chimillas, lo que iba alimentando sus esperanzas de victoria.

Entre la primavera y el verano de aquel año se fueron agotando las energías de los asediantes, que con más infructuosos ataques a la capital con aviones, tanques e infantería republicanos se toparon una y otra vez con la resistencia franquista. El último intento se llevó a cabo el 24 de marzo de 1938. Al día siguiente se levantó el asedio. Las Divisiones 51, 62 y 63 del bando nacional partieron en dos el cerco, diezmaron a los republicanos e hicieron trizas el sitio.

Murieron 118 personas por los enfrentamientos directos y 212 resultaron heridas, 93 de ellas niños. El número de represaliados republicanos fue de 545 personas que primero eran encarceladas en la hoy desaparecida cárcel de la plaza de Concepción Arenal y después fusiladas frente a alguno de los cementerios, el municipal o el de Las Mártires. La Cruz Roja realizó más de 20.000 servicios. Durante esos 20 meses se registraron 137 bombardeos de aviación y más de 900 toneladas de metralla lanzadas sobre la capital oscense.

Los 611 días de contienda destrozaron las comunicaciones ferroviarias y dejaron impracticable la carretera a Jaca. Se cortó el suministro de agua y se convirtió en una estampa habitual la presencia de vehículos tanque para paliar esta carencia durante el asedio. El racionamiento de alimentos y las enfermedades arrastraron consigo una alta mortalidad infantil. Algunas estampas, como el Teatro Olimpia bombardeado en numerosas ocasiones o las barricadas junto a los Porches de Galicia, han resistido el olvido gracias a fotografías que se han seguido exponiendo de un tiempo a esta parte.

“Ha terminado la limpieza de los alrededores de Huesca y el enemigo está muy alejado de la plaza”, fue el escueto parte de guerra emitido por el bando nacional para sintetizar casi dos años de barbarie.

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