En tiempos de recortes culturales en Zaragoza y buena parte de Aragón, las miradas del sector vuelven a centrarse en la autogestión y la autoedición. Con esta premisa regresa el próximo domingo 23 de junio el festival de fanzines que tiene lugar en el centro cívico Delicias con la presencia de creadores de toda la comunidad. Una muestra gráfica y literaria que recoge un testigo histórico, puesto que Aragón siempre ha sido un espacio fértil para el arte de las fotocopias y el cómic. Desde los 80 no hay época en la que no se encuentre algún fanzine de referencia, empezando por auténticos clásicos que siguen al pie del cañón como El pollo urbano, pasando por publicaciones como Bustrofedón, TVO, Zeta, 451º, El hombre mosca, Thermozero, Los diletantes, Fanzine hey, Estafermo o Malavida. En la actualidad el relevo está asegurado con títulos como Teruel mutante, Palmeras y puros, Fanzine Peblo, Cómics y cigarrillos, Tebeo de piña o Unicornios estampados, por poner algunos ejemplos.
La VI edición del Festival de Fanzines de Zaragoza 2024 tendrá lugar el próximo domingo día 23 de junio, de 10:00 a 14:00 y se plantea como una celebración de la creatividad sin límites, así como un espacio de encuentro para aquellos que ven en el arte gráfico una forma de expresión política y social. Los participantes, creadores de fanzines provenientes de diversos rincones de España, se reúnen en este evento para compartir unas obras, que van desde la ilustración y la poesía hasta el cómic y el ensayo. Al frente de la cita se encuentran Victor Romano (librero en El Armadillo Ilustrado) y en esta edición se le suma Hombre Picaraza (editor de la revista de cómic infantil Adoquín).
Los fanzines, publicaciones autoeditadas, poco más que un manojo de fotocopias que nacieron como una herramienta de difusión de ideas alternativas asociadas a los ambientes contraculturales, se han convertido en el medio perfecto para explorar temas sociales, estéticos y políticos de actualidad. “La libertad creativa de los fanzines es muy grande, y eso se puede comprobar en el festival: vamos a poder encontrar desde fanzineras y fanzineros veteranos que no han perdido las ganas de seguir creando en este formato hasta jóvenes que comienzan a autopublicarse sus primeros trabajos, hay fanzines realizados por una persona y fanzines colaborativos realizados por un grupo”, asegura Romano. La integración es total. Cuando se habla de autoedición y fanzines no hay distinción en cuanto a edad, sexo o clase. Tampoco de presupuesto. “Aquí la gente viene a mostrar y contar sus historias y a pasarlo bien”, reitera.
Romano, que también está al frente de la librería El Armadillo Ilustrado, un espacio en el centro de la capital aragonesa desde el que han apostado desde siempre por los fanzines, tiene una gran experiencia en el mundillo. Por esta razón nació en 2017 el Festival de Otoño, que a partir de la segunda edición pasó a llamarse Festival de Fanzines. Para la cita del domingo 23 esperan repetir el éxito de las citas anteriores y aportar alternativas desde la autogestión al dañado tejido cultural de la capital. “Este evento surge con la finalidad de dar a conocer y potenciar el trabajo de autores y creadores que se dedican al mundo de la autoedición, el cómic y la ilustración, quiere servir tanto de punto de encuentro entre público y autores, como fecha de referencia para la publicación de nuevo material”, manifiesta.
El espacio se convierte durante las horas del salón en un escaparate para la difusión y el conocimiento de los fanzines. Un espacio para divulgar y profundizar en el trabajo que hay detrás de las publicaciones independientes. Además hay un contacto directo con autores, ilustradores, editores y creadores de estas publicaciones que normalmente surgen al margen del sector editorial.
Durante la realización del festival se realizarán talleres de cómic (gratuitos) para niños y niñas y una batalla de dibujantes (una especie de concurso de dibujo en directo que vota el público) entre otras cosas. Y en medio de un panorama de recortes en la financiación pública de la cultura, especialmente aquella que se genera sin intermediarios ni directrices, el salón de fanzines en el centro cívico apuesta por aumentar el número de expositores. No solo vienen de Zaragoza, Huesca y Teruel, sino también de ciudades como Madrid, Barcelona, Toledo, Zamora, Galicia y Extremadura.
Solo por citar, estos son algunos de los expositores que ya están confirmados: Tebeo de piña, ZGZ Fear, Arde Espacio Creativo, Revista Adoquín, El Armadillo Ilustrado, Javier Aquilué (Escuela de Artes de Huesca), Lázaro Totem (Madrid), Malavida (Editorial Cornoque), José Antonio Rubio (AfterComic), Mikelodigas, Cómics y cigarrillos, Daniel Cruz (Que cojones me cuentas colega, Madrid), Galien Soup, Laura Manso (Soul Dafne), Olga Trenc, Leyre Lardiés, Ana Albarés, One piece of watermelon, Rubén Blanco, Pasku, Equipo Peblo, Julio García Sariñena, Aura Crow, Rubén Pagán (Weird comix, Barcelona), Julsen Moos, Elena Rovira, Ignacio Ochoa, Laura Sanz, Cristina Lorente Gil, Javier Blancas, TTZ, Martha Quemada (Scuquibur, Logroño), Esra, Luis CsComics, Agnés Lorenzo Sancho, The last sweet sons, Diego Miragro, Josas Ariño, La Fince (Desarraigo, Extremadura), Yesika Palmar, Daniela Bermúdez (Toledo), Elena Álvarez (Tears of Fear, Zamora), Lucía Naval y Mao Moreno.
Destaca la amplitud geográfica y numérica de la propuesta, consolidando una escena poco dada a acomodarse. “Ahora mismo creo que nos encontramos en un momento de máxima producción y eso quiere decir que no falta nadie en la escena del fanzine”, indica. En este sentido Aragón tiene la fortuna de contar en Zaragoza con el grado de Cómic en la Escuela de Artes dónde editan su propio fanzine. Pero también en Huesca y Teruel editan sus propias publicaciones organizadas por alumnos y profesores. Y en Teruel tienen su propio festival de autoedición, el Subterfest. “Queremos consolidar el evento en el calendario de actividades relacionadas con el cómic en nuestra comunidad, como el Salón del Cómic de Zaragoza (diciembre), el Huescómic de Huesca (septiembre) o el propio de Teruel (abril)”, concluye Romano.