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El feminismo durante la Transición también se escribió en viñetas

“No fue nada fácil”, dice la historietista Marika Vila. En los años 70 y 80, el lapicero se encontraba con muchos obstáculos para defender los derechos de las mujeres a través de dibujos y viñetas. Esta autora es una de las participantes en 'Cuando dibujar es político. Cómics feministas en la Transición española', un ciclo de conferencias que se ha desarrollado durante noviembre en Zaragoza. La última charla se celebrará este próximo jueves 19, a las 19:00, en la Casa de la Mujer (C/Don Juan de Aragón, 2), con la participación de la propia Marika y de la también ilustradora Laura Pérez Vernetti.

Las jornadas, organizadas por el Seminario Interdisciplinar de Estudios de la Mujer (SIEM), están coordinadas por los historiadores Elena Masarah y Gerardo Vilches. “Si la mujer, en cualquier arte, está invisibilizada, en el cómic esto se acentúa más, por eso había que reivindicar a las pocas autoras que estuvieron haciendo tebeos en la Transición”, explica Masarah. “Hay que pensar que en aquella época -señala Vilches-, incluso en las publicaciones progresistas se usaba el cuerpo de la mujer como reclamo. Era muy contradictorio”.

Para Laura Pérez Vernetti (que firma sus obras como Laura y publicó en la mítica El Víbora), “nuestra breve presencia como autoras en una revista de cómics era ya de por sí una acción política de reivindicación del talento artístico de las mujeres en un mundo cultural de hombres”. “Desvelar la importancia del cómic como constructor de modelos y difusor ideológico fue decisivo”, explica Marika, que a partir de aquel momento centró su carrera en “romper los tópicos y luchar contra los estereotipos”.

En el contexto político y social de la Transición, abanderar el discurso feminista era complicado. “Los propios compañeros de los partidos de izquierdas les decían que la lucha feminista no era prioritaria, y eso les obligaba a ejercer una 'doble militancia': por los derechos democráticos pero también por la igualdad de género”, dice Masarah. Una situación que corrobora Marika, que asegura que “en el primer lugar en el que se cuestionó nuestro trabajo fue en las nuevas plataformas que construimos juntos los jóvenes profesionales y los teóricos progresistas que nos apoyaban”, lo que obligó a las autoras “a defender ardorosamente tanto su calidad como la imperiosa necesidad de un mensaje crítico con el discurso masculino”.

En las redacciones de las revistas de la época predominaban los hombres. Las integrantes de aquella “espectacular minoría de autoras”, en palabras de Marika, se encontraban “solas, diseminadas como islotes en medio de un mar de compañeros”. A pesar de este contexto adverso, “compartimos todas las luchas, codo a codo, y creo que introdujimos el inicio de los cambios en la mentalidad y el lenguaje de algunos de los compañeros de profesión”.

¿Bajo qué estética e historias se mostraba el feminismo en el cómic de la Transición? Según Vilches, “se observa como pauta la apropiación de narrativas tradicionalmente masculinas, ya que ese era el público objetivo de las revistas”. Así, predominaban las temáticas eróticas o de género negro, a las que “daban la vuelta” para llevárselas a su terreno, a veces simplemente a través de dibujos que representaban con realismo el cuerpo de la mujer.

Dibujar, entonces como hoy, podía ser un oficio peligroso. Marika fue colaboradora en aquellos años de, entre otras publicaciones, El Papus. “Un día de septiembre de 1977, iba a pasar a cobrar mis colaboraciones del mes cuando me encontré con el atentado en el que desgraciadamente perdió la vida Juan Peñalver, el conserje… Tuve suerte ya que, por unas horas, no me afectó directamente”.

Núria Pompeia, sola ante la viñeta

Una de protagonistas destacadas de aquel periodo es la dibujante Núria Pompeia, que además de ilustradora llegó a ser redactora jefe de las revistas Por Favor y Saber. Su trabajo puede verse en la exposición 'Núria Pompeia. Sola ante la viñeta', una muestra comisariada por el crítico y divulgador Pepe Gálvez y que permancerá abierta en la Casa de la Mujer hasta el próximo 3 de diciembre. Para Elena Masarah, “el caso de esta autora es paradigmático”. “Conocía muy bien el mundo doméstico de las mujeres (tenía cinco hijos cuando empezó a dibujar), era consciente de cómo les influía la educación que recibían, y por eso sus viñetas introducen reflexiones muy interesantes sobre el ámbito cotidiano desde la perspectiva feminista”, explica.

El tebeo español ha cambiado mucho desde la Transición. Según Marika, “lenta e imperceptiblemente, el lenguaje ha ido modificándose e incorporando parte de nuestras reivindicaciones”. También ha evolucionado la presencia y visibilidad de las mujeres en el panorama editorial. “En los años 70 y 80 había una, dos, tres autoras como máximo, mientras que en la actualidad , según datos de la estudiosa del cómic feminista Azucena Monge, hay 35 autoras jóvenes publicando en España”, indica Laura.