La fotógrafa Lorena Cosba (Huesca, 1979) presenta su 'Asombrario' en la sala Juana Francés de la Casa de la Mujer del Ayuntamiento de Zaragoza. En esta exposición sigue la pista de Genoveva Grau, una de las primeras fotógrafas de Aragón que firmaba con iniciales como era habitual entre las mujeres del siglo XIX, y que retrató con esmero plantas de su tierra natal en el Valle de Isábena, creando el mayor archivo botánico de la Ribagorza.
Lorena Cosba lo hace en forma de ficción, porque Genoveva Grau no existió como tal, sino que es un personaje inventado y recreado por la autora para hablar de todas mujeres anónimas que han sido injustamente invisibilizadas en su época.
Parte del trabajo realizado por esta mujer anónima se muestra ahora en una exposición en la sala Juana Francés que, con el título de 'Asombrario', se inaugura este miércoles por la tarde en la Casa de la Mujer y que se podrá contemplar hasta el 31 de enero.
El germen de esta exposición, llena de flores, plantas y semillas, se encuentra en la investigación iniciada en 2019 por Cosba, junto a otras compañeras, con el objetivo de recuperar y mostrar el trabajo de las primeras fotógrafas de Aragón.
Para ello, han buscado en archivos familiares y personales, hemerotecas, fototecas, libros, publicaciones hasta que, en una de las numerosas visitas a la Fototeca de Huesca, se topa con una caja que contenía lo que parecían unos extraños ferrotipos, probablemente de mitad del siglo XIX, cuya autoría todavía era desconocida, ya que sólo registraba las iniciales G.G.
Gracias al personal de fototeca, accede a la caja original donde se encuentran las fotografías y varios objetos más, como un mapa de la Ribagorza con una zona marcada, ocho fotos de paisajes y retratos de un grupo de mujeres, varias láminas botánicas en una carpeta; una libreta muy deteriorada con algunos apuntes y una llave; todo ello se puede ver en la muestra.
Así lo cuenta Cosba en el folleto de la exposición, donde asegura que reconoció algunos de los paisajes retratados como el Valle de Isábena, tierra natal de su familia materna, y decidió tirar del hilo. “Comenzaba una búsqueda incansable por la Ribagorza, por archivos históricos, por árboles genealógicos y bibliotecas para desvelar la identidad de G.G., que sospechábamos era una mujer”, comenta. “Partiendo de esta premisa y con un mapa de 1885 como única referencia, pasamos casi dos años recorriendo senderos, abriendo zarzales y levantando hasta la última piedra del terreno”, recuerda.
A partir de ahí, Cosba recrea una historia para contar la de muchas mujeres que fueron invisibles en su época, pese al trabajo realizado, lo que no deja de ser también “un tipo de violencia hacia ellas”. En el siglo XIX era muy habitual que las mujeres firmaran con iniciales o pseudónimos para no revelarse como tales.
Esta exposición pone nombre y apellidos a su obra, con elementos de aquella caja misteriosa, fotografías, plantas y bodegones que inspiran naturaleza y que se podrá ver en la Casa de la Mujer hasta el 31 de enero.