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Un historiador documenta el origen pirenaico del himno de la II República

El general mandó parar la música. Eran los primeros años 40 y el gobernador militar de Huesca no tenía la menor duda sobre lo que acababa de salir de las gaitas de los músicos de Benasque: nada menos que el Himno de Riego. Al alcalde, Antonio Albar Mora, y al secretario municipal, que habían asistido al festival de folclore pirenaico en el que sonó la pieza, les costó convencer al militar de que, en todo caso, sería al revés: que fue el Ball de Benás el que inspiró la marcha militar que amenizaba los actos oficiales de la II República.

La anécdota la recuerda Antonio Merino Mora, que defiende la tesis del origen ribagorzano de la pieza en su libro Historia de Benasque, Anciles y Cerler. Desde la Edad Media al siglo XX, recientemente editado por el Ayuntamiento.

El historiador, licenciado en Geografía e Historia y benasqués, la documentó en un artículo titulado El Ball de Benás (El Baile de Benasque). Una danza ancestral pirenaica, que publicó en la Revista de Antropología Aragonesa y que ahora recupera como apéndice.

“Lo cierto -explica- es que a partir de aquel incidente el Baile quedó prohibido, aunque se permitió en tres fechas: el 30 de junio, el 1 de julio y el 20 de enero, coincidiendo con las festividades locales de San Marcial y San Sebastián”. La interpretación de la pieza, ante la iglesia y en la procesión, y en presencia de las autoridades locales, obligaba con frecuencia a estos últimos a dar explicaciones a sus invitados del régimen. “A menudo –narra-, debían explicar cuál era el origen de la música, infinitamente anterior al levantamiento de Riego y, en consecuencia, sostenían que esta era la melodía que inspiró a Riego y no al revés”.

Una danza ancestral de origen guerrero y agrícola

Merino admite que “a día de hoy nadie sabe con absoluta certeza quien es el autor de la música del himno”, aunque varios investigadores apoyan, en ocasiones desde el siglo XIX, la tesis de su origen ribagorzano.

La tradición oral sitúa al futuro mariscal Riego en la guarnición del Castillo de Benasque, donde habría conocido el Ball que luego convirtió en su marcha. “Otra tesis, que entre otros también sostenía José Antonio Labordeta, dice que, en plena revuelta liberal, Riego solicitó al músico del Regimiento que le compusiera una marcha que animará y enardeciera a las tropas. El músico, posiblemente conocedor de la melodía benasquesa, la tocó para su jefe, eligiéndola como marcha de su ejército”, explica Merino.

La audición deja pocas dudas, en cualquier caso, sobre las similitudes musicales entre el Ball de Benás, una danza ancestral de origen guerrero y agrícola que lleva siglos sonando en el valle alto del Ésera y que fue sacralizada en torno al siglo XVII, y el himno de Riego, datado a principios del siglo XIX.

“De este modo, nos parece lógico suponer que la música con la cual se acompaña el Ball de Benás es propia de este valle y que, efectivamente, bien pudo haber sido la fuente que inspiró con posterioridad los mencionados himnos de Riego y el de la II República”, señala en su libro Merino, que anota que “se trata de una danza ancestral, probablemente precristiana”.

La primera retirada republicana hacia francia

Merino, que ha reunido en un volumen de 596 páginas cinco años de trabajo en la recopilación y el cotejo de información, aporta luz sobre un episodio del que prácticamente no existen referencias en los libros de historia: la primera retirada de una unidad del ejército republicano hacia Francia.

Ocurrió entre el 30 de marzo y el 5 de abril de 1938 y la protagonizaron los cerca de 6.000 miembros de la 31ª División del Ejército que mandaba el teniente coronel Miguel Gallo. Salieron de Huesca tras su toma por las tropas franquistas para cruzar la frontera por el paso del Portillón en dirección a Luchon. En su retirada provocaron un incendio que arrasó la mayoría de los edificios de la plaza Mayor de Benasque tras quemar en ella todos sus vehículos para evitar que cayeran en manos del enemigo.

Una bolsa como en bielsa pero sin resistencia

“La importancia del Pirineo en la Guerra Civil está muy poco estudiada. Quizás porque, para los historiadores de izquierdas, fue un territorio de derrota”, explica Merino, que achaca a esa causa la ausencia del episodio de la retirada en los libros de historia. Más, añade, cuando “se trató de una huida vergonzosa, y más si se la compara con el episodio de La Bolsa de Bielsa, en el que los miembros de la 43 División lucharon como héroes”.

Una vez en Francia, las autoridades francesas organizaron entre los soldados, que se instalaron en unas naves industriales, una votación tras el que más de 5.000 decidieron regresar a la España republicana por el paso de La Jonquera mientras apenas un centenar se dirigía a la franquista por Colliure.

El libro de Merino incluye referencias a episodios hasta ahora poco documentados como la experiencia colectivista que vivió la zona en los primeros meses de la Guerra Civil y a figuras como la de Ángel Ballarín Cornel, maestro republicano de quien años después, tras exiliarse, publicaría varios trabajos sobre antropología el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas).