En la Ribagorza intentan preservar el patués, el ansotano existe pero se habla cada vez menos, el cheso lucha por mantenerse mientras que el belsetán casi ha desaparecido y entretanto el chistabino y el benasqués son más conocidos. El aragonés en sus diferentes variedades dialectales (occidental, oriental y central), aunque de manera minoritaria, sigue intentando mantenerse vivo hoy en día. Aún sin cifras oficiales, en 2017 la Dirección General de Política Lingüística de Aragón estableció que alrededor de 12.000 personas hablaban el aragonés de forma regular, aunque incluyendo los que lo entienden y los que lo hablan mezclado con el castellano, la cifra ascendía entre 30.000 y 50.000.
El primer informativo en aragonés no ha sido en los medios de comunicación, sino que ha surgido en Twitter. Jorge Pueyo, abogado aunque también comunicador, decidió imitar el ya famoso noticiario matinal de Ángel Martín dándole el toque de la tierra: en aragonés. Su iniciativa se viralizó, pasando de tener 5.000 reproducciones a más de 150.000 diarias. Lo mejor de esta experiencia, según Pueyo, es la interconexión de diferentes lenguas como el gallego, el vasco o el valenciano. “Me han llegado muchísimos comentarios que quieren interesarse porque no han podido acceder a estudiarla y ahora han empezado a sensibilizarse, lo ven como una cosa útil que es patrimonio de todos, que es bonito”, comenta. Ahora se encuentra inmerso en un proyecto donde los aficionados del Real Zaragoza y el SD Huesca pueden ponerse al día de sus equipos hablando aragonés en Twitch.
Aunque es característico de las zonas del norte, se estima que en la capital viven alrededor de 7.000 personas que hablan aragonés, en parte gracias al esfuerzo de muchas asociaciones distribuidas en el Alto Aragón y Zaragoza que se interesan por su recuperación y enseñanza y que despiertan la conciencia entre la gente, sobre todo para los llamados neo aragoneses que no tienen ningún lazo previo. Desde la asociación cultural Religada-Nogará realizan tres modalidades diferentes de cursos y en todos ellos se han cubierto las plazas .“No ha bajado el número con la COVID-19, son casi 100 personas en los cursos. Cuando yo empecé casi todos eran hombres y ahora yo tengo 13 personas en clase y 11 son mujeres y todas bastante jóvenes”, cuenta Cherardo Callejón, que da clases en esta asociación cultural.
Callejón también comenzó su aprendizaje en la asociación sin lazos familiares previos que lo hablaran. Esa pasión acabó por convertirse en su nueva identidad cuando decidió cambiarse el nombre a Cherardo en el DNI (antes Gerardo). Su cariño a la lengua le ha llevado a hablarlo diariamente y también a enseñarlo. “Lo utilizo todos los días de mi vida, ya sea para leer las redes sociales y escribir, tengo dos hijos yo y les hablo siempre en aragonés, siempre con muchísima gente solo hablamos eso, para mi ha sido un descubrimiento de un tesoro que tenemos”, confiesa.
Juan Lorda también aprendió con ellos aunque en este caso el apego se debe a su madre, “siendo riojana siempre le ha dado un valor muy importante. Además, en mi casa siempre ha estado presente en música o libros y he crecido creyendo en valorar y preservar la lengua”. Ese interés finalmente le llevó a realizar un curso porque según él, reproduce una forma de pensar distinta al castellano que ayuda a entender la cultura autóctona, “todos los días uso palabras y frases en aragonés pero charrar de raso solo cuando me junto con colegas que lo manejan un mínimo, cuando me subo al Pirineo”, relata.
A educazión pa perder a vergüeña (La educación para perder la vergüenza)
Asociada al medio rural desde sus orígenes, es una lengua en la que el 30% de sus hablantes tenía más de 65 años y el 5% tenía menos de 16 años de edad en 2011, según la Asociación Aragonesa de Sociología. El principal problema es la pérdida de la transmisión generacional debido a los prejuicios. “Se nos ha considerado siempre una lengua de segunda, de incultos, y una parte de los hablantes son muy mayores y además hay que tener en cuenta que el medio rural se vacía y con ellos el idioma y tenemos que llevarlo a las ciudades”, comenta Paz Ríos, filóloga en la entidad Consello D'a Fabla. Jorge Pueyo, originario de Fonz (Huesca) y hablante desde edad temprana, apunta, “cuando tú consideras que tienes una riqueza cultural tú a tu hijo le quieres enseñar eso, pero si piensas que es de paleto , cómo se lo vas a enseñar si le van a tratar mal cuando salga del pueblo. Eso lleva pasando mínimo 100 años”.
La educación es la apuesta más importante y segura para intentar preservar el patrimonio cultural e histórico de la comunidad y dejar de lado la vergüenza. “Es una lengua milenaria, no es ningún invento ni son cuatro palabricas. El primer texto escrito en la península ibérica está escrito en aragonés. Tenemos un patrimonio inmaterial que estamos dejando perder y morir”, recalca Callejón.
A pesar de que la enseñanza del aragonés se introdujo en 1998 como una optativa en las escuelas de Biescas, Jaca, Aínsa o Benasque, hay otras muchas que no disponen de recursos para poder estudiarlo. También existen carencias en el ámbito universitario, por ejemplo en la Universidad de Zaragoza no existe un área de Filología aragonesa, solo desde la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación del Campus de Huesca se imparte el Diploma de Especialización en Filología Aragonesa.
En las últimas décadas también ha habido un progreso hacia el cultivo literario, estudio y conocimiento del aragonés. Desde el año 76, el Consello D'a Fabla ayuda a la investigación y a la edición en aragonés de diversas obras y revistas. Esta semana, además, la Dirección General de Política Lingüística del Gobierno de Aragón ha puesto en marcha la nueva app para el móvil LiteARAtura que reúne a más 300 autores, con biografías, manuscritos e información de lugares y personajes trascendentales en la historia de la lengua.
O largo camino ta la ofizialidat (El largo camino hacia la oficialidad)
Aún con todas estas iniciativas, se destaca que el problema no son la falta de recursos sino la falta de compromiso por parte de las instituciones, “a los partidos mayoritarios no les ha interesado o preocuparse y estamos en peligro. Si no se reconoce como tal en un estatuto y no somos oficiales o co-oficiales, una lengua no se salva con buenas intenciones y con trabajo voluntario, la tiene que salvar la institución”, considera Ríos.
La necesidad de reformar la Ley de Lenguas así como la inclusión de este idioma en el estatuto de autonomía y defender la co-oficialidad precisa de medidas para evitar su desaparición inminente tal y como apunta la UNESCO. “Hay que dar el paso hacia la Academia de la Lengua, así se uniría a todas las asociaciones que están en el ámbito y no se han institucionalizado. Luego hay que cambiar la Ley de Lenguas porque es del 2009 y hace falta consenso político y una vez se tenga eso hay que ir a la oficialidad o la co-oficialidad”, explica Pueyo.
También se reclama que se puedan acceder a las administraciones. “Con mi alcalde puedo hablar en aragonés, los plenos en Fonz se celebran en aragonés pero luego cuando se habla de algo serio, se traduce de forma simultánea al castellano. Eso es porque se considera una lengua folklore pero no es así, es una lengua culta y con mucha riqueza literaria, la oficialidad es muy necesaria”, recalca Pueyo.