Mongolia monta su “musical” en Zaragoza

Además de un país asiático de 1.564.116 km², Mongolia es una revista satírica española que lleva haciendo estallar mentes bienpensantes desde 2012. ¿Y Mongolia. El musical, qué es? Sus responsables lo califican como una “versión en directo” de la publicación, en la que se suceden sketches, monólogos y diálogos cómicos en torno a la actualidad. Darío Adanti y Edu Galán, dos de los integrantes de la tropa mongola, traen su espectáculo hasta el Teatro de las Esquinas de Zaragoza estos jueves 22 y viernes 23 de diciembre.

En Mongolia. El musical es probable que nadie cante ni baile, pero el espectador debe ir preparado para hora y media de risas a base “de decir lo que no se dice de la forma en que nos han enseñado que no se puede decir”, apunta Adanti. La materia prima es la actualidad, a la que sacan punta igual que hacen con su revista, en la que no dejan títere con cabeza, lo mismo sea Fidel Castro que Rita Barberá. Los límites del humor saltan por los aires, y a veces es difícil calibrar hasta dónde llega la onda expansiva.

¿Quién se ofende más con los chistes de Mongolia? Responde Edu Galán: “La derecha es habitual, pero existe una cosa terrible entre la izquierda que es la corrección política. Ahí cualquier ofensa a una minoría o grupo social es tratada, generalmente por gente que no forma parte de ella, como un martillazo en la cabeza”.

Adanti está de acuerdo con su compañero, pero añade un matiz. “La izquierda, que debería ser materialista por definición, en vez de negar lo divino, ha construido un altar propio de deidades y las ha vuelto intocables. Eso es preocupante porque detrás de esa construcción de conceptos divinos, también se esconde la tentación autoritaria”, afirma el dibujante.

Para curarse en salud, en el equipo fundador de la revista cuentan con un abogado, en guardia permanente (la última con la que ha tenido que lidiar es una demanda de Ortega Cano). “Deberíamos preguntarnos qué pasa en las democracias occidentales cuando para hacer sátira necesitas tener un abogado... Y no pregunto por otras partes del planeta, porque ya sabemos que en otros lados encarcelan y matan a los humoristas. Tenemos un mundo maravilloso, como se puede apreciar... ”, ironiza Adanti.

La polémica acompaña a estos muchachos tanto en las páginas de su publicación como en su gira desacralizadora. Así que no está de más la advertencia que da Adanti: “Nuestra sátira es incómoda incluso para nosotros mismos, es un espectáculo que se basa en la incomodidad, es un ejercicio para aprender a controlar esa compulsión enferma que tenemos de ofendernos cada vez que algo roza nuestros pequeño altar de cositas intocables”.