“En energía se ha perpetuado la política autoritaria que implantó Franco”
Alba del Campo (Madrid, 1980), periodista y realizadora, es miembro de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, un colectivo que reúne a casi 350 organizaciones de toda España. Durante dos años, ha estado enfrascada en sacar adelante el proyecto #OligopolyOFF, un documental que viaja desde el problema de la pobreza energética en España hasta ejemplos de pueblos abastecidos completamente por renovables en Dinamarca.
Durante los meses de preparación de la película, los fotogramas han captado el devenir de la política española en esta materia: recortes a las renovables, proyecto Castor, fracking, prospecciones petrolíferas en Canarias, cementerio nuclear en Cuenca...
El pasado 6 de mayo, en el marco del festival Ecozine de Zaragoza, Alba del Campo estrenó un documental que propone “petroleo no, renovables sí” y denuncia la existencia de un “oligopolio energético fósil”.
¿Cómo es el modelo energético español?
España viene de una dictadura que apostó, sobre todo, por la energía nuclear, el carbón y la hidroeléctrica. Las decisiones tomadas durante ese periodo se siguen pagando ahora. También pagamos que los gobiernos democráticos posteriores hayan impedido que la ciudadanía participe en el modelo energético, no permitiendo que se tomen decisiones como si se quiere nuclear, o no. Ni siquiera han hecho porque la gente entienda el modelo, al contrario: es opaco, solo accesible a expertos y políticos. En energía, se ha perpetuado el mismo tipo de política autoritaria que implantó Franco.
¿De qué manera contribuye el oligopolio a que haya pobreza energética?
La pobreza energética está directamente relacionada con los espurios beneficios que tiene el oligopolio energético español. La planificación energética se hizo sin pensar en las necesidades reales de la gente, solo basándose en la aspiración de ganar más dinero. Invirtieron en unas centrales de producción que no necesitamos, y ahora las estamos pagando aunque haya caído la demanda de electricidad. No hay transparencia en el sector para que no nos enteremos de que el modelo está obsoleto y sale carísimo al conjunto de la población. ¿Cómo se puede sostener que el presidente de Iberdrola cobre en un año 9 millones de euros, 25.000 euros al día? La pobreza energética también se deriva de la redacción del BOE, que escriben partidos al servicio de estas empresas.
¿Y la última reforma eléctrica?
Es un despropósito. El mismo día en el que se aprobó en el Congreso, la Plataforma por Un Nuevo Modelo Energético consiguió que todos los partidos de la oposición, menos CiU y PNV, firmaran un compromiso para derogarla. Esta reforma es un ataque a los usuarios más vulnerables y a las renovables. Los recortes a las renovables se basaron en unos informes encargados por el ministro Soria a consultoras externas, que dijeron lo que él quería y no tenían ningún dato contrastable. La reforma eléctrica, el fracking, el proyecto Castor... Demuestran que la política energética está secuestrada por un puñado de empresas.
Ha calado el argumento de que las subvenciones a las renovables eran lo que encarecía la factura del consumidor.
Centrar el debate en lo que han cobrado las renovables es la primera victoria del oligopolio eléctrico. Han conseguido desviar el foco y que no se hable del dinero que se llevan por tener centrales cerradas, por no asumir todos los costes de las nucleares... La ley de renovables española se inspiró en la de Alemania, que ha conseguido que ese país desarrolle una potencia renovable sin parangón. El principio de incentivar económicamente a la gente para que invierta en renovables es bueno, otra cosa es que no se haya hecho con sensatez.
También las grandes empresas entraron en el negocio de las renovables.
Es un lavado de cara. La gente tiene sensibilidad ambiental; hay estudios de opinión de la Unión Europea que indican que el 80% de los españoles quieren un modelo 100% renovable en 2030. Así que las empresas del oligopolio han puesto un pequeño porcentaje de su producción con molinos de viento para presentarlos como una imagen amable en sus campañas publicitarias.
¿Qué porcentaje real de la energía en España podría ser totalmente renovable si se aplicaran medidas para ello?
El 100% renovable es factible, pero es un proceso, no se puede hacer de hoy para mañana. Sin embargo, las empresas que tienen capacidad de decisión están boicoteando esa transformación. En Dinamarca y Alemania tienen más clara esa aspiración, que se puede conseguir poniendo las tecnologías al alcance de la gente. Si se le da la opción de elegir, la ciudadanía quiere un modelo renovable.
La Plataforma no solo apuesta por las renovables, sino que se exige un modelo participativo.
Buena parte de la población se ha desinteresado por estos temas y ha delegado en las grandes eléctricas. Eso es lo opuesto a lo que necesitamos, porque estas compañías no son solidarias y excluyen a la gente de un bien básico como es la energía. Cuando en España ya hay siete millones de personas con dificultades para acceder a la energía, esto se convierte en un problema enorme. El cambio de modelo pasa por la implicación de la gente, por que empiecen a pensar: ¿Qué puedo hacer en mi oficina, en el colegio de mis hijos y en mi casa para tener energía de forma sostenible? No hay que perder de vista que la energía no solo tiene un impacto negativo sobre el medio ambiente, sino también sobre los derechos humanos. Todas las guerras tienen que ver con el control de los recursos.
¿No es pegarse un tiro en el propio pie, incluso para las grandes compañías, seguir apostando por las energías fósiles si estas tienen los días contados?
Es evidente: la explotación de estos recursos da mucho dinero. Y no solo hablamos del petróleo y el gas. Una central nuclear puede generar un millón de euros de beneficio en un día, y solo tienen que afrontar el coste de los residuos durante unas décadas. Luego, el resto de miles de años que permanezcan bajo tierra, que los paguen los demás.
Estados Unidos se ha proclamado independiente energéticamente gracias al fracking.fracking.
Eso facilita a las empresas vender la moto de una falsa revolución energética basada en esa tecnología. Realmente el fracking es una aberración que pone en riesgo el medio ambiente y el modo de vida de las poblaciones afectadas. En España, por suerte, la sociedad está muy movilizada contra el fracking y por eso no hay pozos en explotación a pesar de tener ya los permisos. Se dice que va a generar empleo, pero la gente ya se ha dado cuenta de que lo mismo se dijo de las nucleares y no fue así, y de que el cambio climático ya está aquí. Si existen alternativas renovables y baratas... ¿Por qué hacer fracking?
¿Hay muchas puertas giratorias en el sector de la energía?
Solo hay que ver la trayectoria de los ministros de Energía e Industria de los últimos 30 años para ver al servicio de quién han estado. Se confunden los intereses de la ciudadanía con los de la industria.
¿Qué se debería hacer con infraestructuras hidroeléctricas concedidas a empresas durante décadas? En Aragón hay ejemplos de saltos de agua que ya han revertido al Estado.
En su mayor parte están totalmente amortizadas. Hay mucha opacidad en este ámbito, por eso queremos una auditoria total de costes del sector eléctrico, y una vez se arroje luz, la ciudadanía tiene que poder decidir qué quiere. ¿Recuperar las grandes infraestructuras hidroeléctricas para el Estado? Sí, por qué no. Son imprescindibles para el cambio de modelo energético.
¿Qué puede hacer el consumidor en su casa para cambiar todo esto?
En primer lugar, salirse del oligopolio hoy mismo. Cambiarse de compañía es fácil, y en Internet pueden encontrar mucha información sobre cooperativas o pequeñas empresas que dan el servicio. En segundo lugar, intentar entender el consumo de energía en casa, desde los conceptos del recibo hasta qué aparato gasta más electricidad. Y en tercer lugar, informarse y votar sabiendo lo que ha ocurrido hasta ahora.