Un espacio para crear. Un lugar en el que desarrollar su creatividad. Una manera de hacer florecer ese talento que, con la ayuda necesaria, puede traspasar fronteras. Pero que, de otro modo, la crisis, implacable con la cultura, dejaría en un mero esbozo de lo que pudo ser. 27 proyectos artísticos y culturales disfrutarán en 2017 de su ‘local de ensayos’ (aunque es mucho más que eso) en Zaragoza.
Son las llamadas residencias artísticas, que pone en marcha el Ayuntamiento de la capital aragonesa. El objetivo, fomentar el talento local y crear un modelo cultural. Así lo explica el concejal de Cultura del Consistorio, Fernando Rivarés: “Sin las residencias, algunos proyectos hubieran subsistido y otros hubieran muerto. Pero no se trata solo de atender a una necesidad, es algo mucho más profundo: no se debe confundir la cantidad de talento y la oferta cultural –que siempre hubo mucha en Zaragoza– con la existencia de un modelo cultural”.
Enmarca Rivarés estas residencias al amparo de una estructura de mayor calado que defina los objetivos en este campo: “Queremos cultura que transforme el espacio urbano, las condiciones de vida de la ciudad. Cultura como desarrollo social con vinculación a un modelo de ciudad”.
Tres serán las instalaciones donde se habilitarán espacios para el desarrollo de estas residencias: el Centro de Danza, el Auditorio de Zaragoza y la Harinera. Antes, recuerda Rivarés, “solo había un convenio en el Centro de Danza con Miguel Ángel Berna y cuatro estructuras musicales en distintos espacios del Auditorio”.
Centro de Danza
Ya se conocen los ocho proyectos que se desarrollarán en el Centro de Danza. Es más, alguno está en funcionamiento en estos momentos e, incluso, hay otros que ya terminaron su estancia. Un jurado, a través de concurso público, determinó –basándose en el proyecto y los méritos– quién disfrutaría de estas residencias. Se les cede un espacio por un mínimo de dos semanas y máximo de 12 y cuentan con asistencia artística y asesoramiento en la producción.
Los proyectos elegidos, recuerda Rivarés, abarcan la danza en su sentido más amplio, incluyendo todo lo relacionado con el lenguaje corporal, el movimiento en escena o las artes del circo. Se buscaban creadores nacidos o afincados en Zaragoza que presentaran “proyectos de investigación, de formación y de creación en las artes escénicas”, como subrayan desde el Consistorio.
Auditorio de Zaragoza
Las residencias en el Auditorio de Zaragoza estarán, obviamente, destinadas a la música. Los proyectos que tendrán en esta instalación su propio espacio ya están también escogidos. Un comité de expertos, formado por Kveta Sanzova, gestora y productora de Orquestas Sinfónicas europeas; Vanesa García Simón, soprano y directora de coros; Enrique García Asensio, director de orquesta y miembro del Consejo Valenciano de Cultura, y Miguel Ángel Tapia, director artístico del Auditorio, eligieron ocho entre los 13 que presentaron su candidatura.
El presupuesto destinado a los mismos será de 310.000 euros (230.000 aportados por la Sociedad Zaragoza Cultura y 80.000 por Industrias Químicas del Ebro –patrocinadora de estas residencias–). En este caso, además del espacio para producir, ensayar y estrenar, las residencias tienen una asignación económica “que ayuda a pagar sueldos de músicos y a cofinanciar producciones”, explica Rivarés.
El propósito es apoyar a grupos locales, contribuyendo a consolidar sus salidas profesionales o semiprofesionales, y la formación en investigación en el campo de la música clásica.
Harinera de Zaragoza
“Artes plásticas de implicación comunitaria, siempre con el espíritu de la Harinera de Zaragoza”, es como define el concejal los proyectos que se alojarán en este espacio. Serán 11 residencias: a nueve de ellas se les cede un espacio de 25 metros cuadrados –más todos los servicios– y las dos restantes dispondrán de 50 metros cuadrados.
¿Y cuál es el espíritu de la Harinera? El de la colaboración. El que implica a vecinos y vecinas. El de la participación. Por ello, los proyectos que se alojen en este lugar, pionero en España en su modelo de gestión, deberán sumarse al colectivo de agentes culturales que gestiona la Harinera junto con el Consistorio y al tejido vecinal. Además, han de “comprometerse a desarrollar, durante el periodo de residencia, actividades abiertas a la participación”.