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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Seis claves sobre los bienes de Sijena que el juez ha ordenado devolver a Aragón

La partida entre Aragón y Catalunya por la propiedad de las 44 obras de arte religioso del monasterio de Sijena parece a punto de acabar. El ministro Iñigo Méndez de Vigo atendió el requerimiento del juez de Primera Instancia e Instrucción de Huesca, Antonio Martín, y ordenó, como conseller de Cultura de la Generalitat transitorio hasta las elecciones del 21 de diciembre, que regresaran a su lugar de origen, aunque la Generalitat acabó recurriendo la decisión judicial. Sin embargo, el juez ordenó fijó este 11 de diciembre como fecha para devolver las obras.

Allí se reclaman desde hace 21 años y esa devolución es lo que dicta la sentencia judicial del 8 de abril de 2015. El laberinto histórico y jurídico y las razones que amparan a las dos partes provocan que, por encima de la complejidad del caso, la historia se deba dirimir en los tribunales. Se puede sintetizar en seis pasos.

¿Por qué es importante Sijena?

El monasterio de Villanueva de Sijena, una pequeña localidad de la provincia de Huesca de 422 habitantes, se levantó en el siglo XII y fue cuna de reyes, lo que explica el gran valor de los bienes artísticos que fue acumulando con el paso de los siglos.

Declarado Monumento Nacional en 1923, la Guerra Civil se cebó con esta construcción románica, que fue quemada y arrasada casi en su totalidad. No hay acuerdo sobre si fue obra de anarquistas, franquistas o incluso vecinos del pueblo. Sus tesoros quedaron desprotegidos y muchas de sus valiosísimas pinturas murales, calcinadas.

¿Quién se llevó las obras de arte?

Los 97 bienes que se han reclamado se expoliaron, según la Justicia, o se compraron, como entiende Catalunya, a partir de 1936 y en diferentes etapas. El primer nombre propio es el del experto catalán en arte Josep Gudiol que, financiado por la Generalitat, se llevó consigo 120 metros cuadrados de pinturas murales del siglo XIII. De su taller, ya restaurados, pasaron en 1940 al Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC). Dos de esas obras se extraviaron, según reconoció el MNAC en sede judicial. Joan Ainaud de Lasarte, director del museo en la década de los 60, regresó a Sijena a por más material.

¿Quién vendió las obras?

Tanto Gudiol como Ainaud de Lasarte negociaron las ventas con las monjas de la Orden de San Juan de Jerusalén, que regentaban entonces el monasterio y se instalaron en Catalunya a partir de 1970. Según se ha constatado durante este largo proceso, ellas vendieron las 97 piezas sin informar a las autoridades en 1983, 1992 y 1994 por un total de 75 millones de pesetas. Antes se las consideraba en depósito tanto en la Diócesis de Lleida como en el MNAC. No se supo nada del asunto hasta que Alfonso Salillas, alcalde de Sijena y nieto de uno de los ayudantes que Gudiol encontró en el pueblo, comenzó a remover el asunto. Como en casi todos los apartados, asaltan muchas preguntas: ¿Por qué las vendieron tantos años después de que se produjesen los traslados? ¿Por qué el secretismo? Lo que está claro es que se trasladaron a Catalunya por mandato del Obispado de Lleida y, mientras se rehabilitaba el edificio, dos camiones enviados por el obispo Ramón Malla se llevaron lo que faltaba. Ni las monjas ni los bienes regresaron.

¿Por qué interviene la Justicia?

Alfonso Salillas es la cara visible y quien ha articulado el sentimiento que cunde en Villanueva de Sijena desde hace 80 años: que les robaron los bienes. Así, en 1996 se abrió la vía judicial que ya se había intentado décadas atrás y sin éxito desde la Diputación de Huesca. Salillas la ha encabezado con el respaldo del jurista aragonés Jorge Español. Su primer éxito residió en que un juzgado declarase nulas las ventas de las monjas. Por el camino, varias sentencias favorables a los intereses aragoneses hasta llegar a la del 8 de abril de 2015, que fue acatada por Méndez de Vigo.

¿Qué argumenta cada parte?

Villanueva de Sijena y el Gobierno de Aragón aseguran que se trata de un expolio, que las pinturas se encuentran en Catalunya en régimen de depósito y que este se extingue cuando sus legítimos y originales propietarios las reclaman. La Generalitat recurrió con el argumento de que las ha preservado de su seguro olvido y desaparición. Consideran lícitas las compras y las ventas antes señaladas. A la espera de los murales del MNAC, el 26 de julio de 2016 y por orden del Juzgado de Huesca se restituyeron 51 piezas que ahora se exponen en un espacio acondicionado de Sijena a la espera de las otras 44, que se hallan en el Museo de Lleida. Catalunya había recurrido la sentencia de 2015 hasta la fecha. Y no es solo cosa del Juzgado de Huesca; el Supremo también dio la razón a los aragoneses.

¿Tan importantes son estos bienes?

El monasterio de Sijena fue casa de reyes de la Corona de Aragón y entre sus muros se ubicaron seis siglos de la historia del arte español. Las obras más apreciadas son las cajas sepulcrales de Sor Isabel de Aragón, Sor Beatriz Cornel y la priora de Sijena, el retablo de la Virgen del Comendador, el de la Vida de Jesús, el trono de doña Blanca o la Virgen del Parlatoria. Su valor suma varios millones de euros. Las monjas se quedaron muy cortas.