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La Transición Española a través de pegatinas: “No es en absoluto una historia pacífica y calmada, es una historia de lucha”

Madalina Panti

Zaragoza —
15 de enero de 2021 22:22 h

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De la octavilla al folleto, posteriormente el cartel o la pancarta y finalmente de la pintada a la pegatina. Son y han sido frecuentemente utilizados como instrumentos de difusión de los diferentes cambios políticos y sociales. En su gran mayoría, han logrado trasladar la memoria de esos momentos históricos a través del dibujo o el diseño. 

Una época como la Transición Española, que abarca diversos sucesos significativos a nivel político e histórico entre 1975 y 1982, no podía pasar desapercibida. Las pegatinas fueron un método de divulgación importante para relatar esos sucesos. El mayor coleccionista de pegatinas de este periodo histórico es el vitoriano Fernando Íñigo Aristu que llegó a tener 40.000 en su colección particular y del que el Centro Documental de la Memoria Histórica compró 2.000 unidades. “La Transición no es en absoluto una historia pacífica y calmada en la que no pasa nada y se llega a acuerdos. No, es una historia de lucha, de enfrentamientos entre los propios partidos o sindicatos, de ver manifestaciones” expresa el presidente de la Asociación de Memoria Histórica de Aragón (ARMHA), Enrique Gómez. 

Carlos Javier Vincent Pérez, que por aquellos años rondaba la adolescencia, decidió conservar algunas pegatinas que le entregaban en cada manifestación y movilización a la que acudía a finales de los 70 y principios de los 80. Las guardó en una caja y, hasta que su hija menor no las vio, no se animó nunca a darlas a conocer, “me dijo que tenían un valor histórico y contacté con la concejalía de Coslada y se quedaron alucinados, me ayudaron a seleccionarlas y a enmarcarlas para luego exponerlas” explica. Pero incide que esa recopilación no le hace ser coleccionista, “no he sido coleccionista de pegatinas, yo he vivido ese momento, cada pegatina es algo que he asistido y no he recopilado sin más. Es mi vida, mi juventud”. 

La juventud de Carlos Javier queda expuesta alrededor de 250 pegatinas, se ha mostrado en varios lugares, el año pasado en Huesca. ARMHA ha querido trasladarla en esta ocasión a la capital aragonesa y se podrá visitar hasta el día 28 de febrero en la Librería Social Comunitaria La Pantera Rossa, en el barrio de la Magdalena. Su presidente, Enrique Gómez, destaca la importancia de esta exposición: “Es un poco nostálgica para la gente que vivió la Transición, que la reconozca cuando las vean y también para la gente nueva que ni siquiera conoce la pegatina como elemento de reivindicación, porque es algo que se ha perdido, ahora funciona más el flyer y casi todo es más virtual” lamenta. 

Los marcos agrupan las pegatinas en diferentes temáticas como muestra de las diferentes luchas sociales que se sucedían en la época. Las movimientos sindicales, los estudiantiles y las protestas por los derechos de las mujeres o los homosexuales ocupaban las calles por aquel entonces y siguen ocupándolas hoy. “El movimiento de LGTBI entonces no se llamaba así, se llamaban homosexuales y había mucho miedo a que salieran del armario y se estaba luchando, costó mucho conseguirlo” explica Vincent. 

Sus raíces navarras hacen mella también en la exhibición, donde hay una amplia sección dedicada a los nacionalismos del País Vasco, aunque sin dejar de lado el de Cataluña o Galicia así como las preautonomías de Castilla y León o Aragón. Además, la política internacional no pasó inadvertida para los españoles, las manifestaciones en contra de las dictaduras de países como Argentina, Uruguay o Chile eran muy frecuentes, así como asambleas sobre el Sahara o el régimen maoista. 

La alternancia política de la época requería de diferentes canales de divulgación. La facilidad de impresión y distribución de las pegatinas las convirtieron en grandes herramientas propagandísticas presentes en las campañas electorales de los partidos políticos. Además estas acciones de divulgación no solo se daban en grupos de la izquierda, sino que la extrema derecha también permanecía diligente. Vicent decidió recogerlas por curiosidad, “por hacer algo simbólico hay algunas páginas fascistas, las recopile del metro donde se ponían, en aquella época había varios grupos y venían a reventarnos las manifestaciones y nos pegábamos con ellos” narra Carlos Javier. 

Manifestaciones como esperanza de cambio

Aunque inusual, Vincent comenzó su reivindicación desde muy pequeño y siendo el único de la familia que se inclinaba hacia esas ideas, “estuve en los boy scouts y, con 14 años, a nuestro grupo nos echaron por rojos. Nos implicamos e hicimos una vietnamita, una impresora ilegal y creamos una pequeña revista para el barrio en el local, nos descubrieron y nos echaron por rojos” reconoce. 

Los movimientos sindicales por parte de UGT, Comisiones Obreras y CNT, del que Vincent era parte, crearon un antes y después en esos tiempos. Al igual que asuntos como la ecología, desconocidos en aquel momento, pero que comenzaron a aumentar por los movimientos anti nucleares en Alemania, “por aquel entonces nadie hablaba de cambio climático ni cosas así. Siempre ha habido ecologistas pero en España era todo nuevo” comenta Gómez. En las muestras podemos ver gran cantidad de pegatinas dedicadas a esto que posteriormente fueron utilizadas por la extrema derecha que adaptó el “¿Nuclear? No gracias” a “¿Rojos? No gracias”. Temas como la OTAN o el antimilitarismo suscitaron también polémica, es por ello que la mayoría de las ilustraciones representaban ese rechazo.

El éxito de todos esos eventos y manifestaciones, según Vincent, residía en los logros: “Nos echamos a la calle y conseguimos cosas. Como pasaba eso te incitaba a seguir luchando y a acudir a manifestaciones porque veías que te estaban haciendo caso” apunta. Algo que considera que la juventud de hoy en día no hace. Gómez coincide en esa opinión, “las organizaciones de masa ya no son lo que eran, movilizaban a mucha gente, no solo a unos cuantos. Era una época de esperanza, de reivindicación, de que todo estaba por conseguir, pretendían modificar la realidad. Después de 40 años de democracia y mucha gente que lo conocemos hay un cierto hastío en la sociedad y de la gente que tampoco conoce el franquismo, que no nota tanta diferencia porque ha vivido siempre en democracia” reconoce. 

La finalidad de exposiciones como estas es que se reconozca la importancia de la conservación y distribución de la memoria histórica. La importancia de estos archivos documentales también reside en conservar anécdotas que contar. El intento del golpe de estado del 23 de febrero de 1981 generó una gran cantidad de propaganda de muy diferente signo. Una fecha que Vincent tiene como recuerdo, “era conductor de ambulancias de Cruz Roja y en todas las imágenes de archivo que sacan del 23-F se ve que hay una ambulancia subir por la Castellana al congreso y esa la llevo yo y mis hijas siempre se ilusionan” recuerda.