Desaparece el hielo pirenaico: “Es muy difícil que los glaciares sobrevivan a este periodo cálido”

Candela Canales

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Este año se ha dado la “tormenta perfecta” para que disminuya de forma notable el hielo que forma los glaciares pirenaicos, así lo explica Juan Ignacio López Moreno, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología. “Venimos de un invierno con poca nieve en el que además hubo bastantes deposiciones de polvo sahariano sobre la nieve que eso hace que se funda más rápido y este verano ha sido uno de los más cálidos de las últimas décadas, empezando ya en mayo con temperaturas muy altas y con récords de calor a lo largo de toda la época estival”, añade.

En la última clasificación de esta institución se estableció que en el Pirineo Aragonés hay 24 glaciares, aunque muchos de ellos de pequeño tamaño. Entre todos suman unas 210 hectáreas, lo que supone un 10% de lo que había en la última fase de expansión durante la pequeña edad de hielo de 1850, cuando había entre 2.000 y 2.500 hectáreas.

Muchos de los glaciares más importantes o de mayor tamaño están sufriendo un deterioro muy marcado puesto que el deshielo se ha acelerado y ha habido “pérdidas muy fuertes”. Según explica López, en el glaciar del Aneto hay zonas que se han fragmentado del todo o a las que les “falta poquísimo”. 

Glaciar de Monte Perdido

El glaciar de Monte Perdido está experimentando el peor año desde que se lleva un control, ya que de media cada año perdía 80 centímetros de espesor y “este año, desde los once que llevamos midiendo, podemos encontrar pérdidas de más de dos metros de espesor y aún falta mes y medio, momento en el que hacemos las mediciones”. Además, la zona más “saludable” del glaciar en los años anteriores, con bastante espesor de hielo y movimiento, está sufriendo “colapsos y caídas de hielo y se está perdiendo mucho más de lo que esperábamos”. 

En esta parte, en la que se observan espesores de 40 o 45 metros, “se va cayendo siguiendo unas líneas de grietas y vemos cómo en cuestión de cinco o diez años la mitad de ese sector del glaciar puede haber desaparecido, cosa que no nos esperábamos, pensábamos que sería de 20 a 30 años”, expone López. 

Esto demuestra la dificultad de hacer previsiones, puesto que los investigadores creían que “era una zona que se iba a conservar bien en los próximos años y está perdiendo mucho más que la otra parte que es la que creíamos que estaba peor. El sector occidental lo dábamos ya por perdido, el hielo no se movía, y creíamos que esa zona iba a quedar cubierta de rubios, el final de muchos glaciares en muy pocos años. Seguramente en cuestión de 10 o 15 años esa parte puede quedar sepultada”. 

Ambas zonas ya se dan por separadas y, según expone López, dentro de diez años quedará hielo en el glaciar de Monte Perdido “pero muy mermado”. 

En un escenario relativamente corto, de 20 o 30 años, no se podrá hablar de glaciares en el Pirineo como tales

En cuanto a la posibilidad de que los glaciares superen esta etapa cálida, López no es optimista y considera que “es muy difícil que los glaciares sobrevivan a este periodo cálido,  tendría que cambiar mucho el clima para que se pudieran recuperar, no es una cuestión de que deje de calentarse el clima, es que con las condiciones actuales los glaciares no pueden formar hielo nuevo”. 

Los glaciares del Pirineo han aguantado etapas cálidas, “el óptimo climático romano hace unos 2.000 años o el periodo óptimo climático medieval hace unos 700 u 800 años. Sabemos que han sobrevivido porque hemos recuperado hielo de glaciares de esas épocas”, explica López. Sin embargo, considera que las posibilidades de que desaparezcan completamente los glaciares son “bastante altas” aunque es posible que quedé algo de hielo en las zonas más protegidas o que se cubra con rocas y queden masas de hielo enterradas. “Pero en un escenario relativamente corto, de 20 o 30 años, no se podrá hablar de glaciares en el Pirineo como tales: masas de hielo expuestas al exterior y con movimiento, que es lo que define que una masa de hielo es un glaciar y no un helero, que es cuando dejan de moverse”, concluye el investigador.