Desesperación por la enésima crecida del Ebro: “No sé qué me pasará si tengo que vivir otra vez lo de hace seis años”
Desde enero de 1961, cuando el Ebro experimentó la máxima crecida de los últimos cien años, la ribera aragonesa ha sufrido otras diez inundaciones: noviembre de 1966, febrero de 1978, diciembre de 1980, enero de 1981, febrero de 2003, abril de 2007, enero de 2013, marzo de 2015, abril de 2018 y diciembre de 2021, que está teniendo lugar ahora.
El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, alertó ayer de que la riada del Ebro será peor que la de 2015 porque con un caudal similar inundaría una superficie mayor y está previsto que llegue a la ciudad en la tarde de este martes, 14 de diciembre, y se prolongue durante 48 horas. Por ello, este fin de semana, se ha procedido al desalojo de urbanizaciones como Torre Urzaiz o el barrio rural de Alfocea, junto a áreas urbanizadas de Casetón y Torre Villarroya en el barrio rural de Movera.
“La previsión con la que se ha actuado el Ayuntamiento ha sido bastante mayor que en riadas anteriores y se han tomado decisiones con 24 horas de antelación”, ha remarcado Azcón, para relatar que el desalojo de Alfocea “no estaba claro, pero menos mal que se hizo, al igual que con la urbanización Torre Urzaiz porque se ha visto afectada antes que en 2015”. Por ello, ha remachado que la anticipación ha sido “clave” en las decisiones de los servicios municipales.
Branwen Val es vecina de Alfocea, un barrio rural de Zaragoza que estos momentos ya se encuentra desalojado. Ella y su familia también tuvieron que salir de su domicilio en marzo de 2015: “vino la gran riada, las motas no las debían haber revisado en mucho tiempo y parecía que entraba agua y que solo iba a saltar por el lado de Monzalbarba. El domingo por la mañana nos levantamos y veíamos que salía agua de las motas para abajo y pensábamos que no iba a pasar nada, no nos avisaron ni de protección civil ni de policía, cuando iba subiendo el nivel de agua salí a la terraza, vi que la policía estaba en la esquina del camino pero no nos vieron”, cuenta.
Explica que fueron rescatados en su casa “con lo puesto y con los tres perros”, gracias a una amiga suya que trabaja en el 112 y que “nos mandó a los bomberos y estos nos encontraron porque uno de ellos había vivido por la zona, ya que los muros estaban derrumbados. Hasta que volvimos a casa paso un mes, con suerte pudimos quedarnos en casa de familiares pero perdimos todo, papeles, fotografías, muebles… un desastre, lo pasamos muy mal y cuando pienso en ello sigo pasándolo mal”, recuerda.
Ella y su familia se fueron a vivir a Alfocea en 2001 “sin saber que podíamos tener problemas con el río”. Ya en 2003 estuvieron incomunicados durante dos o tres días porque el río se desbordó en la carretera de acceso, a la altura de Monzalbarba. En estos momentos, el acceso a este barrio rural está cortado por la crecida actual del río Ebro y efectivos del Regimiento de Pontoneros trabajan en habilitar un paso alternativo por el campo de maniobras de San Gregorio.
La riada del Ebro 2015 contó con un caudal de 2.400 metros cúbicos por segundo y unos seis metros de altura y para este martes la previsión de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) puede oscilar entre los 2.200 y 2.500 metros cúbicos por segundo y llegar altura que ronde entre los 5,8 y los 6,2 metros de altura, por un tiempo prolongado de 48 horas.
“En 2018 nos desalojaron otra vez y estuvimos fuera de casa tres días, el agua llevo casi a sobrepasar la mota y falto muy poco, pero no entró en nuestra zona, eso sí, la carretera hacia Monzalbarba estaba cortada y tuvimos que ir a casa por donde los militares en convoy. Desde entonces no ha pasado nada, ha habido subidas pero como ahora no y de las motas que hicieron en 2015 y 2016 no han tocado nada, han hecho unos aliviaderos y vías de escape”, explica Branwen Val.
Ese mismo año, dentro del área inundada, de aproximadamente 19.800 hectáreas, las superficies agrícolas afectadas, con sus correspondientes infraestructuras privadas y colectivas, se acercaron a las 14.000 hectáreas. Todo ello además de las 62 explotaciones ganaderas que también sufrieron daños y afecciones de diversa consideración entre los que cabe destacar la evacuación temporal de más de 50.000 cabezas de ganado.
Minimizar los daños y reducir los efectos
La presidenta de la Confederación Hidrográfica del Ebro, María Dolores Pascual, ha admitido que las inundaciones no se pueden evitar pero sí confía en poder minimizarlas y reducir sus efectos a través de la recuperación del cauce natural del río.
En declaraciones a Onda Cero, Pascual ha asegurado que la situación de la avenida del Ebro puede estar “más o menos controlada” desde que el pasado domingo sobre las 23:00 la crecida alcanzase al primer pueblo de Aragón. En su valoración de la situación, considera que hay afecciones “limitadas” y una vez la avenida ha pasado ya por el pueblo de Novillas, ahora se dirige aguas abajo.
En Quinto de Ebro se encuentran a la espera de ver que datos se producen en Zaragoza pero la sensación que tenemos ahora mismo es que con un caudal que está pasando por Quinto es muy alto, “estamos preocupados”, asegura Jesús Morales, el alcalde de la localidad, que explica que están convencidos de que la huerta se va a inundar entera.
Por tanto, considera que la situación puede ser “más o menos controlada”, gracias a los sistemas de previsión a través de modelos matemáticos que permiten anticipar lo que va a pasar, sabiendo que son modelos con un gran porcentaje de incertidumbre y, en segundo lugar que, desde 2015 y las avenidas de 2018, la confederación ha iniciado una “batería de actuaciones que pretende que el río pueda recuperar su cauce, aguas arriba de estos municipios afectados porque están muy cerca del río”. Aunque ha admitido que estas actuaciones no van a evitar inundaciones, sí cree que podrán minimizarse y llegar a “poder compatibilizar las actividades económicas de la región, sobre todo la agraria, con unas avenidas del río Ebro, que se producen cada cierto tiempo”.
Tras la crecida de 2015, el Gobierno de Aragón puso en marcha actuaciones de emergencia. Por una parte, la Medida de Agroambiente y Clima que, en el seno del Programa de Desarrollo Rural 2014-2021, se ha aplicado desde 2017. Respecto al aumento del espacio fluvial y optimización de los elementos de defensa existentes, el Plan contemplaba abordar con urgencia las acciones de limpieza, adecuación y restauración del dominio público hidráulico, la adecuación de motas y diques que faciliten la gestión de avenidas y la ejecución urgente de infraestructuras que faciliten la gestión controlada de la avenida y de la llanura de inundación de modo que se minimicen los daños en condiciones de avenida extraordinaria.
En cuanto a la protección de núcleos urbanos e infraestructuras básicas se estableció la ejecución urgente de las obras y actuaciones estructurales necesarias que garanticen la protección permanente de los núcleos urbanos frente avenidas con periodo de retorno de 25 años y la adecuación de las infraestructuras viarias existentes en la zona inundable de modo que se garantice su servicio en condiciones de avenida extraordinaria y no obstaculicen el flujo de la corriente. También se establecieron medidas para proteger las infraestructuras agrarias.
Raúl Moncín, el alcalde de Pradilla de Ebro, localidad donde ya ha pasado lo peor de la crecida, califica como positivas estas medidas, “con la limpieza que se hizo desde la DGA de las riberas y la actuación que hizo confederación del parking hasta el puente se ha notado que ha bajado medio metro la cota en comparación al 2015”. Los daños que ha ocasionado el río a su paso por Pradilla de Ebro aún no se conocen, pero el casco urbano ha salido indemne y el nivel del agua está bajando desde ayer a las 14:00.
Las medidas que se han tomado mejoran pero con una avenida pequeña, con una extraordinaria no es la solución
Morales, por el contrario, considera que “las medidas que se han tomado mejoran pero con una avenida pequeña, con una extraordinaria no es la solución. Todo ayuda, desde luego, pero no son las únicas, nosotros apostamos por darle más amplitud al río y limpiarlo, hay que tomar todas las medidas para que sean efectivas porque una sola no nos va a dar la solución”, explica el alcalde de Quinto de Ebro.
El ámbito geográfico de las localidades afectadas por las crecidas del Ebro comprende 35 términos municipales, con una población total de 742.482 habitantes que, excluida la ciudad de Zaragoza, suman 77.500 habitantes. La longitud del cauce del río es de 256 km, mayormente meandriforme, con una amplia llanura de inundación y con meandros de alta sinuosidad y abundantes islas.
“Somos un barrio olvidado”
Branwen Val denuncia que la situación de todos los núcleos afectados no es la misma, “por lo visto ayer pasó la policía casa por casa, aunque por nuestra calle no, pasó lo mismo que en 2015. Nos vamos de nuestra casa porque nos avisa el alcalde, que nos tiene bastante informados. En todos los medios se habla de Novillas, Pradilla… Donde está la UME, pero en Alfocea no viene nadie, somos un barrio olvidado”.
Propone el uso de drones para poder conocer el estado de sus casas y el avance del río. En 2015 un vecino que tenía uno lo utilizó y les envío las imágenes en las que “solo se reconocía que era nuestra casa por los cipreses, en el salón entró medio metro de agua y en la parte de atrás metro sesenta. Esperemos que esta vez no pase lo mismo, yo desde luego no sé lo que me pasará a mi si tengo que vivir otra vez lo que nos pasó hace seis años”, concluye.
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