La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) impulsa un plan de reconversión de los sectores del aceite y la almendra en el Bajo Aragón que, mediante un sistema de “almacenamiento de energía a gran escala en el entorno del complejo hidroeléctrico Mequinenza-Ribarroja” y dos pequeños embalses en la zona, permitiría transformar en regadío 30.000 hectáreas con un aumento de la renta agraria de cien millones de euros en la zona y la creación de más de 3.000 empleos.
El proyecto, incluido en el Plan Hidrológico del Ebro (PHE) y que tiene un presupuesto estimado de 300 millones de euros, es una iniciativa de largo plazo en la que la CHE lleva años trabajando pero que, según sus cálculos, quedaría pospuesta al periodo 2027-2033.
La iniciativa incluye tres beneficios principales. Uno, de carácter energético y ambiental, sería “hacer viable la transición hacia un sistema eléctrico más autóctono y más descarbonizado”. Otro, económico y de vertebración territorial, consistiría en “reconvertir y hacer competitivo mediante riego el tradicional tejido productivo en torno al olivo y almendro” en la provincia española más castigada por la emigración y en la que la crisis de la minería amenaza con arreciar tras haber destruido más de 4.000 empleos. Y, por último, permitiría solucionar uno de los problemas históricos de la política hidráulica española, como es “la solución al déficit estructural de agua en la margen derecha del Ebro”.
“El objeto es la sostenibilidad y la autofinanciación de la obra por el Estado”
Todo, en una iniciativa de carácter público, ya que “el objeto es la sostenibilidad y la autofinanciación de la obra por parte del Estado y en todo caso obtener vía cánon de producción un valor añadido complementario”, señala un informe de la CHE. “Se trataría de una obra de interés general, un proyecto de Estado de carácter multipropósito en el que la rentabilidad y el objeto distan mucho de mayorar los valores de la TIR” o Tasa Interna de Retorno, un método de valoración con el que los expertos miden los rendimientos de las inversiones en términos meramente económicos, sin incluir los sociales.
La clave del proyecto se encuentra en la creación de “un aprovechamiento energético reversible desde el embalse de Mequinenza a una balsa superior de 4 hectómetros cúbicos y unido a una balsa en cola de 143” en el río Regallo, a caballo entre los términos de Alcañiz e Híjar, inmediatamente aguas arriba del cruce de este cauce con el canal Calanda-Alcañiz y a unos kilómetros del nudo de evacuación de energía conocido como Aragón, en Escatrón, señalan los documentos de la CHE.
Esa balsa superior permitiría suministrar anualmente 104 hectómetros que serían destinados a cubrir los 45 de déficit anual que soportan las 7.500 hectáreas de los regadíos del Guadalope, que afronta al menos un episodio de “sequía importante” cada lustro; y a poner en marcha 22.875 hectáreas ejecutando la segunda fase del Calanda-Alcañiz, poniendo en marcha el riego social del Mezquín y mejorando las dotaciones del Bajo Aragón turolense.
Un complejo energético que combinaría hidráulica, eólica y solar
“El objetivo de estos nuevos regadíos –indican los documentos de la CHE- es modernizar las plantaciones actuales de olivo y almendro de secano, que actualmente son inviables por la falta de rendimientos, a otras con riego de apoyo que garantizan producciones y competitividad internacional y, por tanto, mantener la tradicional industria aceitera y del almendro”.
En el apartado energético, los técnicos del organismo de cuenca estiman que ese complejo, con el salto reversible de 300 megawatios de potencia instalada, permitiría “almacenar” 104 megawatios/hora e incorporar generadores de energía solar y eólica
“Los saltos reversibles evitan que se dilapide energía, sobre todo eólica cuando no tiene demanda”, recuerda la CHE, que añade que “la transición hacia una energía baja en carbono implica que las energías renovables de difícil gestionabilidad puedan ser almacenadas y adaptadas a la demanda mediante aprovechamientos reversibles, que es la técnica por ahora más fiable”. Esos excedentes puntuales serían utilizados para bombear el agua desde Mequinenza hacia las nuevas balsas para ser turbinados de nuevo en el salto reversible.
“Muchos años no se puede cosechar y sin la PAC se abandonará la tierra”
Los documentos de trabajo del PHE se refieren a esta iniciativa como “un gran proyecto que da solución al déficit estructural que padece, en general, la margen derecha del Ebro”.
El rendimiento actual de almendros y olivos en varias de esas zonas es bajo: de apenas 1.000 kilos por hectárea en la segunda fase del canal Calanda-Alcañiz y de entre 600 y 800 en la ribera del Mezquín. “Gran parte de los años no puede cosecharse” y “sin la ayuda PAC (Política Agraria Comunitaria) estos secanos se abandonarán”, señalan los documentos, que anotan que, en la segunda de esas áreas los olivos centenarios siguen siendo trabajados “por razones simbólicas más que por razones de rentabilidad”.
El agua permitiría triplicar, e incluso cuadruplicar en algunos casos, esas producciones, lo que crearía unas expectativas de rentas de hasta 4.800 euros por hectárea en comarcas donde hoy apenas supera los 300 o, en el mejor de los casos, escasamente rebasa los 400. En concreto, las estimaciones de la CHE auguran un incremento de la producción agraria final de 104,92 millones en una superficie de 30.375 hectáreas que generaría 2.098 empleos, más 944 indirectos y otros 400 para los trabajos de adecuación de las explotaciones y la construcción de los embalses.