Cartera en un pueblo confinado por el coronavirus: “Ahora llegan más cartas escritas a mano”

Anabel Gaspar, vecina de Candasnos (Huesca) de 49 años, lleva más de 25 como cartera. Además de en su propio pueblo, se encarga del reparto en Peñalba y, como enlace rural, en Ballobar. Con la crisis del coronavirus, y a pesar de la reducción en el servicio de Correos, ha seguido dejando en los buzones cartas del Salud, de Hacienda, facturas de la luz, certificados... y, sorpresa, “muchas más cartas escritas a mano, hoy mismo tres a una misma persona”, asegura. Anabel es el último eslabón de una cadena que en las últimas semanas ha gestionado una media de cinco millones de envíos diarios en toda España.

Correos, como otras empresas, ha tenido que adaptarse a la situación de estado de alarma, reduciendo la actividad. Según datos de la compañía referidos a la semana pasada, la media de personas en los centros de trabajo asciende al 30,55% de la plantilla (16.204 personas); en las oficinas se atendieron 80.903 clientes de media.

Este pasado miércoles comenzó el plan de 'desescalada' de Correos, con la ampliación del horario de atención al público, si bien se mantienen los turnos rotatorios y solo operan el 50% de las secciones de reparto. Se han tomado medidas como la colocación de mamparas en las ventanillas, la supresión de la firma a la entrega y el reparto de equipos de protección a los trabajadores.

¿Cómo se traduce eso en el día a día de Anabel? “Llevo guantes y mascarilla, y mantengo la distancia social. Aún hay quien baja a la puerta a buscar las cartas, por costumbre, pero se guarda la separación”. Esta cartera rural describe la situación como “irreal”, ya que “cuando hago el reparto por las calles voy sola, apenas te cruzas a alguien que va a comprar”.

El principal cambio que ha notado Anabel entre el antes y el después es que “en los últimos tiempos estábamos repartiendo mucho paquete de Amazon y Aliexpress, y ahora eso ha quedado cortado”. La tendencia de estas semanas son “las cartas escritas a mano, que llegan sobre todo a personas mayores, supongo que de nietos o familiares que las envían como un detalle, como algo especial para mostrar cariño”, y también “las mascarillas confeccionadas a mano, que la gente manda apretujadas dentro de sobres ordinarios”.

Personal de riesgo

En el reverso de este detalle entrañable está la denuncia de CCOO y UGT, sindicatos mayoritarios en Correos: la plantilla de la compañía es la segunda de mayor índice de contagios por coronavirus del país, tras la sanitaria, con 836 con positivo y 2.197 en cuarentena, lo que suponen 3.033 casos en toda España. Las federaciones aragonesas han señalado que, de acuerdo a los datos que les facilitó la empresa el 13 de abril, en Aragón eran 148 los trabajadores afectados, 19 con positivo y 129 en cuarentena. Estas cifras contrastan con las ofrecidas por Correos a este medio, que indican un total de casos acumulados en la Comunidad de tres positivos con prueba PCR o test rápido y siete casos probables, a fecha 23 de abril.

Fuentes de la compañía indica que “desde el comienzo de la crisis sanitaria de la COVID-19, Correos ha cumplido las indicaciones de las Autoridades Sanitarias y los diferentes Protocolos de Actuación del Ministerio de Sanidad, también respecto a la contabilización del número de afectados en Correos”. Para UGT, la explicación al baile de cifras está en que la empresa habría dejado de contar los casos sin prueba “para bajar el número y justificar la 'desescalada'”.

Miguel Ángel Sarasa, secretario regional del sector postal de UGT, habla de “oscurantismo” en los datos ofrecidos de la compañía y de gestión “caótica” de la crisis, con “un retraso de más de 20 días en el reparto de equipos de protección”. Esto habría provocado que “entre bajas y cuarentenas, no haya sido real esa reducción al 25% de la plantilla presencial de la que la propia empresa habla”, por lo que cree que el plan de 'desescalada' va a suponer “pasar a trabajar al 100%”. Para Sarasa, “Correos sale día a día adelante porque sus trabajadores, a diferencia de sus directivos, tenemos la mentalidad de que es un servicio público”.