- El Gobierno de Aragón incrementa los recursos mientras la comunidad pierde casi 60 autónomos por semana y las sociedades de menos de diez empleados copan las declaraciones de insolvencia
El Gobierno de Aragón intenta tapar las grietas y las vías de agua, cada vez más visibles, que genera el resquebrajamiento de la burbuja del emprendimiento en la comunidad, donde, tras una década de reducción contenida del volumen de trabajadores por cuenta ajena, levemente maquillada por el ilusorio repunte de los primeros años de la tarifa plana, el ritmo de contracción del empleo autónomo ha alcanzado un ritmo que no se da en ningún otro territorio, con una pérdida que ronda las 60 bajas semanales en el último año.
En esta situación, el Inaem (Instituto Aragonés de Empleo) ha aumentado en 802.852 euros los 1.527.148 con los que estaba dotado el Programa Emprendedores, un plan de ayudas dirigido a “la promoción del empleo autónomo y la creación de microempresas” en la comunidad cuyo presupuesto inicial “resulta insuficiente para atender todas las solicitudes de subvención”.
El aumento de la dotación, del 52,5 %, sitúa el crédito final en 2,33 millones de euros y supone la mayor aportación a ese plan en sus cuatro años de existencia.
Su finalidad formal consiste en “fomentar la iniciativa empresarial y dar respuesta al problema del desempleo, facilitando las posibilidades de acceso de las personas en situación de desempleo al mercado de trabajo como trabajadores por cuenta propia”, especialmente bajo el formato de microempresas (menos de diez trabajadores y menos de dos millones de facturación) de iniciativas locales.
Los falsos autónomos de los mataderos
Esta medida de apoyo al emprendimiento llega cuando ambos sectores, tanto en del trabajo autónomo como el de la microempresa se encuentran en una situación crítica en la comunidad.
No obstante, en el primer caso hay que descontar del retroceso los 2.000 falsos autónomos del matadero de Zuera y los 500 de Ejea que, respectivamente, Grupo Jorge y Vall Companys se han comprometido a regularizar como asalariados, y que en los últimos años habían hinchado de manera ilusoria el censo del autoempleo tanto como ahora lo adelgazan.
Ese cuadro se produce en vísperas de que, aunque formalmente ya ha comenzado, eche a andar una legislatura autonómica en la que uno de los principales retos del Gobierno en materia económica consiste en desarrollar la Ley de apoyo y fomento del emprendimiento y del trabajo autónomo.
La insolvencia se ceba con la microempresa
Por el contrario, la deriva del segundo bloque, el de la microempresa, se ve intensificada por el hecho de tratarse de empleadores (caen 30 por semana), cuyo abandono conlleva despidos y aumento del desempleo.
La situación de la microempresa en la comunidad ofrece aspectos alarmantes; entre dos tercios y tres cuartos de las empresas que se declaran insolventes (86 de 118 el año pasado, 89 de 128 el anterior, 123 de 167 en 2015) tienen ese rango de trabajadores, con una tasa mayor si se atiende al volumen de negocio, ya que lleva cinco años por encima del 70 % y ha llegado a superar el 80 %.
No obstante, otro dato apunta al asentamiento de las iniciativas de los últimos años, ya que menos del 20 % de las empresas que se declaran insolventes llevan menos de cuatro años funcionando.