Primero en 2025. Después dos años más tarde. Ahora, se estima 2030 como el año de la reapertura de la línea internacional de ferrocarril de Canfranc (Huesca). Un viejo anhelo que parece más cerca que nunca aunque los retrasos en las previsiones se vayan acumulando. Las obras en el lado español se siguen llevando a cabo según los plazos previstos, y al otro lado de la frontera es donde de verdad se definen las claves para que esta reivindicación de más de medio siglo sea una realidad. El impulso decidido de París, que todavía no se ha producido, aparece como condición indispensable frente al consenso de las instituciones españolas.
La semana pasada se celebraron unas jornadas informativas en el hotel Royal Hideaway de la reformada estación de tren de la localidad. El objetivo general, el transporte de pasajeros y mercancías entre Zaragoza y Pau, en Francia, se ampara en los trabajos desarrollados en el tramo entre la capital aragonesa y Canfranc. Al otro lado de la frontera ya está en funcionamiento el tren entre Oloron-Sainte-Marie y Bedous desde el año 2016. Los 26 kilómetros que separan Canfranc de Bedous, comuna de la región de Nueva Aquitania, suponen una brecha abierta desde el accidente que en 1970 provocó el descarrilamiento de un tren cargado de maíz. El destrozo de un puente de hierro, el de L’Estanguet, precipitó el cierre.
La pelota se encuentra en el tejado francés. En el encuentro del Royal Hideaway, el vicepresidente responsable de movilidad de Nueva Aquitania, Renaud Lagrave, reconocía “hay que convencer al gobierno de Francia porque Europa sí cree en esta reapertura y lo demuestra financiando los proyectos”. El próximo año se van a llevar a cabo estudios públicos que, si resultan positivos, permitirán la declaración de utilidad pública de la línea internacional.
“Habrá reuniones y la gente opinará sobre la reapertura, y si la postura es en contra, el resultado no será bueno”, avisó Lagrave. Reivindicó que “actualmente, en Francia vemos cómo la población tiende a un mayor uso del transporte público descarbonizado, lo que nos indica que el tren es el camino que hay que seguir. En Nueva Aquitania el aumento es del 35% en los últimos años”. Lagrave pidió más conexiones ferroviarias y se mostró convencido de que tanto Europa, como España, Aragón y Nueva Aquitania creen en el proyecto de la reapertura del Canfranc: “Por desgracia, Francia parece que no tanto, por lo que seguiremos explicando la necesidad de esta línea”.
El periodista francés Nicolas Rebière apunta en un artículo publicado en Diario del Alto Aragón al desinterés de París y la división que ofrece este proyecto en Nueva Aquitania como principales frenos. “París se resiste a financiar los últimos kilómetros, que son también los más caros. De hecho, el último Consejo de orientación de las infraestructuras calificó el enlace de línea de interés local a pesar de que concierne también a España”, explica. Partidarios y detractores de la reapertura se enfrentan con el argumento de su sostenibilidad económica cuando, según estos últimos, el tramo de Bedous registra 45 viajeros al día y “un déficit de explotación de 1,3 millones al año” que la línea a Canfranc podría multiplicar “por diez”.
En la parte española se van haciendo los deberes. Miguel Ángel Anía, director general de Transportes del Gobierno de Aragón, señala que en estos momentos está en marcha el estudio de impacto medioambiental y que ya se han iniciado las obras en toda la longitud de la línea: “Se está reformando toda la plataforma ferroviaria en los 200 kilómetros del lado español, se están colocando traviesas polivalentes que permitirán el tráfico por ancho ibérico en una primera fase y, cuando el túnel esté abierto, se podrá realizar en ancho internacional, lo cual va permitir que las mercancías puedan viajar desde Zaragoza hasta Pau, que es el trazado completo de la línea con sistema de señalización RTMS, que es el sistema europeo”.
La Coordinadora para la Reapertura del Ferrocarril Canfranc-Oloron (Crefco) considera que la reapertura representa una “tarea prioritaria” para el Gobierno de Aragón por el impacto que “para la economía y el desarrollo de nuestra comunidad supone un paso ferroviario con estándares europeos que nos comunique con el resto del continente, de manera rápida y eficaz, tal como lo haría un Canfranc modernizado”.
En una carta dirigida al presidente aragonés, Jorge Azcón, la Coordinadora le pide su “máximo esfuerzo”, algo alcanzable tanto por “su razonable coste económico como por la naturaleza de las obras a realizar que no representan ningún problema técnico”, ya que al ser una línea ya construida y que en la actualidad está siendo modernizada en su totalidad en el lado español, los trabajos a realizar se circunscriben a la electrificación de la línea. Tampoco las obras en el lado francés requieren de grandes trabajos pues la infraestructura y las obras de fábrica presentan un buen aspecto y solo requiere de una modernización y electrificación adecuadas“.