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Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que una 'machada' es una acción valiente. Eso es lo que debe de pensar quien, jaleado por sus compañeros de partido, sale a decir en público que el presupuesto del Instituto Aragonés de la Mujer es dinero dilapidado y gastado en 'chochocharlas'. Le debe de parecer una proeza -también define machada así la RAE- utilizar esa palabra desde su sillón en las Cortes de Aragón. El término no es suyo, como casi nada de lo que defienden en esta comunidad autónoma en la que no creen. Es el título de unas charlas que da una psicóloga especializada en hablar de cosas, como la educación afectivo sexual, que en ese partido suenan a brujería.
Volviendo al diccionario, este también define 'machada' como una necedad, estupidez, chorrada o huevonada. Dos definiciones contrarias, se podría pensar, pero no lo son necesariamente, son más bien compatibles. La primera es lo que piensa quien lleva a cabo la machada en cuestión, la segunda es la que perciben quienes asisten a tal acto. Otro ejemplo es aquella 'performance' en la puerta de la Aljafería en la que, mientras uno rompía un folleto informativo sobre el Ramadán, el resto del séquito asentía validando la hazaña ante las cámaras. Detrás de ellas uno permanecía impávido pensando en cuál creerían que había sido el logro de semejante machada.
Dilapidar dinero en el IAM es atender, solo en 2023, a más de 2.000 mujeres en Aragón, es acompañar y asesorar a más de 1.200 que han sido víctimas de violencia de género, es dar apoyo a más de 500 menores, los hijos e hijas de esas mujeres. Malgastar es dar asesoría jurídica o psicológica a todos ellos. Despilfarrar es tener operativo 24/7 un teléfono al que, en lo que llevamos de año, han llamado 2.600 mujeres que han sufrido algún tipo de violencia machista. Y derrochar es tener disponibles alojamientos de urgencia en caso de riesgo de agresión inminente para esas mujeres y sus hijos menores de edad. El año pasado, según el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, el número de mujeres víctimas aumentó en Aragón un 21,5% respecto a 2022. Sube también el número de denuncias por parte de menores y cada semana se presentan en Aragón, según el Ministerio del Interior, ocho denuncias por agresión sexual.
Son datos, hechos contrastables, pero en su cruzada contra el feminismo -esa especie de brujería- es mejor negar la mayor, atacar a instituciones con reconocida solvencia, llamarles chiringuitos de la izquierda aunque ahora en Aragón los dirija la derecha y eliminar del lenguaje institucional -lo han conseguido en algunos casos- el término violencia machista o de género.
Atendiendo a la última semana de actividad parlamentaria en las Cortes, su IAM se dedicaría a atender las verdaderas necesidades de las mujeres: un cheque para tener hijos, porque ¿a qué si no hemos venido al mundo? Y quizá a reconvertir las chochocharlas en formación para mamás osas; ya saben, esas que no han educado bien a sus oseznos que van a acabar comiendo excursionistas. Siempre habrá un oso al que le parezca una machada.
Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que una 'machada' es una acción valiente. Eso es lo que debe de pensar quien, jaleado por sus compañeros de partido, sale a decir en público que el presupuesto del Instituto Aragonés de la Mujer es dinero dilapidado y gastado en 'chochocharlas'. Le debe de parecer una proeza -también define machada así la RAE- utilizar esa palabra desde su sillón en las Cortes de Aragón. El término no es suyo, como casi nada de lo que defienden en esta comunidad autónoma en la que no creen. Es el título de unas charlas que da una psicóloga especializada en hablar de cosas, como la educación afectivo sexual, que en ese partido suenan a brujería.
Volviendo al diccionario, este también define 'machada' como una necedad, estupidez, chorrada o huevonada. Dos definiciones contrarias, se podría pensar, pero no lo son necesariamente, son más bien compatibles. La primera es lo que piensa quien lleva a cabo la machada en cuestión, la segunda es la que perciben quienes asisten a tal acto. Otro ejemplo es aquella 'performance' en la puerta de la Aljafería en la que, mientras uno rompía un folleto informativo sobre el Ramadán, el resto del séquito asentía validando la hazaña ante las cámaras. Detrás de ellas uno permanecía impávido pensando en cuál creerían que había sido el logro de semejante machada.