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Montoro ha reconocido que los presupuestos siguen siendo “austeros” a pesar de que va todo (supuestamente) tan bien. Aún creciendo a cifras de estado emergente, no quiere Rajoy aumentar el gasto social más allá de cifras testimoniales. Prefiere destinar todo lo que se ingresa de más o se deja de gastar en satisfacer sin rechistar las demandas de la Troika.
Con estos presupuestos para 2016, Rajoy está firmando la confesión de un crimen. Está reconociendo que la austeridad es eterna. Que mucho más que la medicina que había que tomar para sanarnos, la austeridad es la enfermedad... y es crónica. Por eso ha prometido 60 mil millones más de recorte a Bruselas para los siguientes cuatro años. Este año le han dado permiso para subir las pensiones en un café o dos al mes. El año que viene ni eso. La austeridad es un túnel sin luz al final.
No es algo coyuntural, es el nuevo “statu quo” que desean las élites europeas y que su virrey en España suscribe, obediente, como una confesión. Nos quieren meter en un túnel en el que la gente trabaja por 500€ al mes y no sube la recaudación a la Seguridad Social aunque suban los afiliados; un túnel en el que los servicios públicos serán socavados y luego vendidos, en el que los que más tienen no pagan impuestos y los que menos tienen sólo pagan intereses.
Si en un año tan boyante como prometen que va a ser el que viene no nos llega ni para tres cafés, es obvio, como decía Gila, que alguien ha matado a alguien... y ese alguien ayer confesó con un pendrive de 480MB y código QR.