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No tengo muchas esperanzas en que el nuevo Gobierno tenga la suficiente sensibilidad política como para desatascar algunos de los problemas que Aragón arrastra secularmente. Tampoco confío en que el Ejecutivo de Rajoy recupere el ritmo inversor de los Gobiernos socialistas, ni espero demasiado de la obligada bilateralidad, inexistente en los últimos tres años y con pocos frutos cosechados en los anteriores.
Por eso, los socialistas estaremos vigilantes y marcaremos de cerca al nuevo Gobierno. Un Gobierno que tiene aragoneses en sus filas en puestos destacados y que esperemos que sirva para, al menos, mantener un diálogo fluido. Esta diputada ejercerá –ostentando la responsabilidad que ostente- un estrecho marcaje para que así sea, y los ciudadanos aragoneses puedan ver satisfechas algunas de sus principales demandas.
A la agenda social, que debe ser igual para todos los españoles y que es imprescindible para recuperar los niveles perdidos de igualdad y dignidad, se le une esta agenda territorial que debe empezar a marcarse de inmediato.
Son muchos los asuntos y no admiten más demora. Destaco algunos que van a convertirse en auténtico caballo de batalla en los próximos años. Uno tan sencillo como atascado es la cesión de la avenida de Cataluña de Zaragoza, una justa demanda de los vecinos de esta parte de la ciudad que no entienden, y con razón, el empecinamiento de Fomento para negarse a ceder este tramo urbano de la N-II, puerta de entrada a la ciudad, para que el ayuntamiento pueda adecentarlo y dar a estos vecinos los servicios y la urbanización que merecen, para que pasen a ser ciudadanos de primera, en lugar de segunda.
El Gobierno también debe impulsar definitivamente nuestra reapertura del ferrocarril, con ese túnel del Canfranc que ojalá pueda reabrirse en el 2020, como espera el Gobierno de Aragón. Es una obra relativamente asumible y que, solo con voluntad política, debería ser una realidad. Lo mismo sucede con el cierre de lasgrandesautovías A-21, A-22 y A-23, autovías que se desarrollaron a buen ritmo durante los Gobiernos socialistas y que han sufrido un lamentable retraso estos últimos cuatro años. Además de ellas, esta legislatura debe ser la de los desdoblamientos que acaben con la bochornosa siniestralidad de la N-II y la N-232. Ya no valen las palabras, ahora solo sirven los hechos. El Gobierno también debe apostar por el impulso de la logística en Zaragoza, que debe ser la capital de la distribución, pero también la capital de la Cultura. Por méritos y talento está claro que debe serlo.
Estos son algunos aspectos fundamentales, junto con la recuperación de una política hidráulica sostenible que garantice los usos y las necesidades de los aragoneses. Biscarrués debe iniciarse ya, y Yesa tiene que seguir avanzando a este ritmo pero con todas las garantías de sostenibilidad y seguridad. Los planes de restitución y el 1% cultural que puede dar vida a nuestros municipios deben cumplirse, firmarse y ejecutarse. Las cosas no pueden quedarse en un solo papel.
Estoy convencida de que solo nuestra oposición constructiva puede influir para que el desarrollo de Aragón sea una realidad en los próximos años. Si lo fiamos todo a la buena voluntad de Rajoy, sabemos que estos próximos cuatro años serán otros cuatro años perdidos.
No tengo muchas esperanzas en que el nuevo Gobierno tenga la suficiente sensibilidad política como para desatascar algunos de los problemas que Aragón arrastra secularmente. Tampoco confío en que el Ejecutivo de Rajoy recupere el ritmo inversor de los Gobiernos socialistas, ni espero demasiado de la obligada bilateralidad, inexistente en los últimos tres años y con pocos frutos cosechados en los anteriores.
Por eso, los socialistas estaremos vigilantes y marcaremos de cerca al nuevo Gobierno. Un Gobierno que tiene aragoneses en sus filas en puestos destacados y que esperemos que sirva para, al menos, mantener un diálogo fluido. Esta diputada ejercerá –ostentando la responsabilidad que ostente- un estrecho marcaje para que así sea, y los ciudadanos aragoneses puedan ver satisfechas algunas de sus principales demandas.