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Seguro que a muchas os sonará esta frase, repetida mil veces, y perteneciente a una escena de “Una noche en la ópera” una de las película de los geniales hermanos Marx, siempre actuales en sus diálogos y a las que el paso del tiempo no han hecho sino mejorar. Me refiero a aquella en la que un camarote va abarrotándose de gente que acude a prestar sus servicios a unos pobres diablos que andan huyendo.
Poco a poco el cuartito se va llenando de tal modo que se hace imposible entrar. Por allí pasan las chicas de la limpieza, la encargada de la manicura, un plomero y su ayudante que vienen a cortar la calefacción o un camarero que en un delirante diálogo, toma nota de una larga lista de peticiones para comer. Unas peticiones que a cada poco se ven aumentadas por la frase: “Y también dos huevos duros”
Muchas hemos vivido esta campaña electoral como si formáramos parte del elenco de esa escena. Nuestro camarote, tan abarrotado como el de los Marx, estaba formado por una coalición en la que hemos compartido espacio junto a Podemos e Izquierda Unida, pero en la que Zaragoza en Común y otros partidos y coaliciones, han tenido un involuntario papel secundario.
Como los plomeros de la película, todas acudíamos a la cita electoral con la voluntad de estar a la misma altura que los demás actores. Una llamada a la colaboración, el trabajo conjunto y sin protagonismos que en el caso de Zaragoza en Común se traducía en la oferta a contribuir con dinero, candidatos para el Senado y el Congreso y voluntarios a contribución de la campaña. También en intentar que durante la campaña electoral tuvieran cabida temas municipales.
La campaña ha sido como ese camarote de los Marx, llena de personas voluntariosas y trabajadoras, convencidas, -pese a saber del maremágnum en el que se sumergían- de que la confluencia era la solución. Tanto como que ésta no contaba con el beneplácito general ni por la forma ni la premura en concretarla.
Ha sido ésta una campaña teledirigida desde Madrid, en la que se ha echado de menos a los líderes y la calle, volcada en las televisiones, con varias direcciones, varios programas electorales y múltiples cabezas pensantes dando directrices y genuinamente convencidas de que su opinión contaba más que las de los demás.
Pasados los primeros días y a la vista de los resultados que en nada son comparables a los esfuerzos puestos a contribución y a lo que las encuestas predecían, se hacía pertinente un balance de la campaña. A lo largo de la pasada semana, las personas que formamos Zaragoza en Común lo hemos hecho.
Y empezamos por reconocer en primer lugar, que los resultados obtenidos no son los que esperábamos, ni los que queríamos. Nuestro objetivo era dar el sorpasso al PP y a los recortes que tanto dolor han causado y no lo hemos conseguido.
Los resultados conseguidos en la ciudad de Zaragoza, que han vuelto a dar como victorioso al Partido Popular y que han dejado a las fuerzas de cambio en el tercer puesto, nos deben hacer ser autocríticas y exigentes con nosotras mismas y tenemos que decirlo más: no hemos ilusionado a toda aquella gente que confió anteriormente en candidaturas transformadoras y el mensaje que se ha transmitido durante la campaña no ha reflejado todo lo que hubiese sido necesario, que Unidas Podemos es una candidatura que aspira a cambiar profundamente la política de este país y ponerla al servicio de las personas y no de los bancos o de la deuda. Nuestra esencia es la reivindicación en las calles, las Mareas y los movimientos sociales y la campaña electoral tenía que haber sido ese espejo en el que el activismo social se viese reconocido.
A la necesaria autocrítica por la pérdida de votos se suman otras muchas variables, como la campaña del miedo llevada a cabo por el bipartidismo y las empresas de comunicación que lo sustentan. Una campaña en la que a nivel local, PP y PSOE han ido de la mano contra la gestión de los Ayuntamientos del Cambio, demostrando una vez más que el PSOE se vuelve a equivocar de enemigo. Esperamos que terminado este impasse electoral, el PSOE recupere el juicio y sepa de qué lado posicionarse.
Ahora y como siempre, -ya sabéis que en la izquierda somos expertos en ello-, toca seguir adelante, continuar trabajando con humildad y con el mismo ánimo de siempre. Y sobre todo aprender que los matrimonios están bien si te gustan las alianzas a largo plazo, pero para que tengan éxito, todos los actores tienen que tener un buen papel. No se puede ser comparsa de tu propia boda, aunque ésta se celebre en el Camarote de los hermanos Marx.
También Zaragoza en Común tiene que repensarse y observar con lupa el camino recorrido durante los últimos meses. Seguimos apostando por la confluencia tal y como la entendemos y practicamos en Zaragoza en Común, aunando a todos los compañeros de viaje posibles. Creemos que ése es sin duda el camino, el mismo que en Mayo de 2015 emprendieron los Ayuntamientos del Cambio. Solo hacen falta grandes dosis de generosidad, reflexión, inteligencia colectiva y como siempre se ha dicho, saber que el enemigo esta situado en frente no a tu lado.
Tal vez así consigamos que no vuelvan a repetirse escenarios como el que nos tememos que vamos a sufrir durante los próximos cuatro años bajo la bota del Partido Popular.
Seguro que a muchas os sonará esta frase, repetida mil veces, y perteneciente a una escena de “Una noche en la ópera” una de las película de los geniales hermanos Marx, siempre actuales en sus diálogos y a las que el paso del tiempo no han hecho sino mejorar. Me refiero a aquella en la que un camarote va abarrotándose de gente que acude a prestar sus servicios a unos pobres diablos que andan huyendo.
Poco a poco el cuartito se va llenando de tal modo que se hace imposible entrar. Por allí pasan las chicas de la limpieza, la encargada de la manicura, un plomero y su ayudante que vienen a cortar la calefacción o un camarero que en un delirante diálogo, toma nota de una larga lista de peticiones para comer. Unas peticiones que a cada poco se ven aumentadas por la frase: “Y también dos huevos duros”