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Ojiplática y cabreada queda una tras leer la carta que MONSANTO, la multinacional del “atilismo medioambiental”, se permite enviar al Ayuntamiento de Zaragoza a cuenta de la renuncia de éste al uso de glifosatos en el tratamiento de los parques y jardines de la ciudad.
Una carta redactada en términos admonitorios en la que al más puro estilo mafioso se permite advertirle al Consistorio zaragozano que dejar de usar los “glifosatos” de su empresa, un herbicida introducido en la lista de productos y acciones de riesgo por la OMS, Organización Mundial de Salud, es una decisión política.
Evidentemente que es una decisión política, no faltaba más, pero también se toma por el potencial peligro que su uso supone para el medioambiente y la salud de las personas y animales.
Es difícil sorprenderse a estas alturas por la forma en que se comporta MONSANTO, ya sabemos como se las gasta esta multinacional empeñada en arrasar con sus productos fitosanitarios las “malas hierbas” del planeta y de paso imponer sus semillas transgénicas a los pequeños agricultores que tratan de salir adelante en condiciones adversas. También conocemos cómo se comporta cuando sus pretensiones de imponer sus productos y semillas a las poblaciones campesinas del Tercer Mundo, mediante su insoportable monopolio, no se cumplen.
Lo que sorprende, es que creyendo que trata con un país tercermundista, nos pretenda convencer de las bondades del glifosato, diciendo que su utilización esta avalada por más de 40 años de uso contra las malas hierbas y avalado por usuarios, agricultores y jardineros.
En su página web MONSANTO se presenta como una empresa imbuida de una actitud ambientalmente responsable, que trabaja por la solución de los problemas más urgentes de la Humanidad. Vamos que nos encontramos, tal y como lo cuentan, frente a un bienhechor planetario empeñado en una lucha desigual contra las malas hierbas y el hambre mundial. La realidad es que es ya el segundo productor mundial de agroquímicos, uno de los principales proveedores de semillas transgénicas y probablemente el mayor vendedor de medicamentos de los EE.UU .
Lo que no dice la empresa es la enorme cantidad de “incidentes”, suicidios y pobreza que desde hace años arrastran el uso de sus productos. Imaginamos el enorme trabajo de su gabinete de prensa, empeñado en limpiar la imagen de la multinacional y presentarla como una empresa visionaria, verde y limpia afanada en una batalla de proporciones épicas.
Porque la verdadera cara de MONSANTO es otra, una que tiene más que ver con la conocida imagen de las tibias cruzadas y la calavera. Esta multinacional acumula desde hace años cantidad de denuncias por las consecuencias que la aplicación continuada de sus productos dejan allá donde se usan. Y no solamente en las tierras de cultivo, también los propios agricultores se ven afectados por el uso de este herbicida, presentando índices de enfermedades mortales, como el cáncer, muy superiores a la media de aquellas zonas en donde no se aplican.
Los informes de los grupos ecologistas sobre las consecuencias del uso de los productos químicos de MONSANTO son demoledores, no dejan lugar a dudas y muestran una herencia de constantes contaminaciones allá donde son usados. Recomiendo especialmente los trabajos sobre esta multinacional de Greenpeace y Ecologistas en Acción, ambos colgados en sus páginas webs.
Como ejemplo voy a mencionar tres, muy relevantes por su impacto a nivel mundial:
Dioxinas, los habitantes de East San Luis y Times Beach en Missouri, se vieron afectados hace más de 40 años por la contaminación por dioxinas de sus suelos. Un hecho que afectó a los animales y a la población de amplias zonas, provocando numerosos cánceres linfáticos y la muerte de un número considerable de sus habitantes, más allá de los habituales parámetros. Fueron consecuencia de la utilización de aceites para fijar el polvo al suelo en el que había grandes concentraciones de PCBs fabricados por Monsanto.
El Agente Naranja, otro herbicida de MONSANTO usado por las fuerzas militares de los EE.UU. durante la guerra para defoliar los ecosistemas de la selva tropical de Vietnam en los años 60. La herencia de muertos, enfermos y destrucción que dejaron en aquel país, son aún visibles.
Y por fin el Roundup, el herbicida más vendido del mundo que representa al menos una sexta parte de las ventas anuales totales de Monsanto, y la mitad de los ingresos por operaciones de la compañía. MONSANTO promociona agresivamente el Roundup como un herbicida seguro y de uso general en cualquier lugar, desde céspedes y huertos hasta grandes bosques de coníferas. Lo que no cuenta la empresa ni quien en su nombre escribe al Ayuntamiento de Zaragoza, es sobre las consecuencias que su utilización produce en el medioambiente, ni tampoco claro sobre las sanciones millonarias y la prohibición de su uso en muchos países que desde hace ya años se viene haciendo.
Es este el herbicida que el Ayuntamiento de Zaragoza ha decidido dejar de usar en sus jardines y calles. Y claro que es una decisión política no usar este producto altamente contaminante y potencialmente causante de gravísimas afecciones para la salud de la población y de los animales. Porque no solo se trata de utilizar productos que no causen daños medioambientales, se trata además de que quienes los producen y comercializan no sean como MONSANTO, empresas que se ven envueltas en sanciones millonarias por los daños que el uso de Roundup, el DDT o los PCBs producen. También importa y mucho que esas mismas empresas como MONSANTO, y tal y como se cuenta en este mismo diario, sean sancionadas y son solo algunos ejemplos, en Francia por publicidad engañosa sobre las bondades ecológicas del Roundap, violación de las normas de bioseguridad en EEUU o por soborno a las autoridades de Indonesia en su empeño de introducir algodón transgénico en el país.
Como decía la misiva del Ayuntamiento de Zaragoza en la que se contestaba a la carta de MONSANTO: “El Gobierno de Zaragoza también tiene la lucha contra la corrupción como una de sus prioridades políticas”
Tal vez esta gran multinacional desde su posición de fuerza y apoyada en su gran potencia económica no entienda que un ayuntamiento como el de Zaragoza prescinda de uno de sus productos estrellas. Pero esta decisión, compartida por otros muchos ayuntamientos en toda en España, debe ser saludada por todos como una excelente y valiente decisión en la que como no podía ser de otra manera se priorizan el bienestar y la salud de los y las zaragozanas y la de los animales que pueblan nuestros jardines, parques, riberas y sotobosques antes que los intereses económicos y la supremacía de una multinacional y la de un producto extraordinariamente contaminante y nocivo como es el Roundup.
Ojiplática y cabreada queda una tras leer la carta que MONSANTO, la multinacional del “atilismo medioambiental”, se permite enviar al Ayuntamiento de Zaragoza a cuenta de la renuncia de éste al uso de glifosatos en el tratamiento de los parques y jardines de la ciudad.
Una carta redactada en términos admonitorios en la que al más puro estilo mafioso se permite advertirle al Consistorio zaragozano que dejar de usar los “glifosatos” de su empresa, un herbicida introducido en la lista de productos y acciones de riesgo por la OMS, Organización Mundial de Salud, es una decisión política.