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En Zaragoza, los resultados del 16 de febrero impulsaron la actividad de la agrupación “Mujeres del Frente Popular”, que a nivel nacional tomó el nombre de “Agrupación de Mujeres Antifascistas.
Sabedoras de que la victoria electoral era sólo un punto de partida, comunistas, socialistas y republicanas pusieron en marcha una “semana de agitación” con el objetivo de preparar la celebración por primera vez en Zaragoza del “Día de la Mujer Trabajadora”, propuesto por Clara Zetkin en 1910.
El 4 de marzo tuvo lugar el primer mitin en el Círculo Socialista de Torrero, Camino de San José 139. En un salón abarrotado, las intervenciones de Pilar Cabronero, de Izquierda Republicana, y Josefina Lasheras, de Unión Republicana, alertaron de los riesgos de la guerra y el fascismo. La comunista Josefina López animó a las mujeres anarquistas de la CNT a unirse a ellas. Por el partido socialista, Pilar Ginés destacó el papel entusiasta de la mujer en el triunfo electoral del Frente Popular. Cerró el acto Aurelia Sáiz, del Socorro Rojo Internacional quien proclamó el “comienzo de una campaña por la liberación de la mujer” (Diario de Aragón, 5 de marzo) Dos días después, el mitin se repetiría con idéntico éxito en el Círculo Socialista de Las Delicias, Avenida de Madrid 159.
Las Mujeres del Frente Popular también se acercaron a las fábricas para promover la manifestación del 8 de marzo. En “mítines relámpago” y bajo “un cartel donde se lee: Jornada internacional de la mujer. Contra la guerra y el fascismo”, las muchachas se dirigían así a las trabajadoras: “Camaradas; compañeras, deteneos un momento: Tenemos que luchar contra los enemigos de la República (…) contra toda explotación inicua por nuestros derechos de mujer, la mejora del nivel de vida del proletariado y la lucha contra el paro” (Diario de Aragón, 6 de marzo).
Y llegó el esperado 8 de marzo. Son las once de la mañana de un domingo soleado y la gente comienza a concentrarse en la plaza de la Libertad, hoy de Santo Domingo, frente al Ayuntamiento. Casi 90 años después, yo también me sumo a este cortejo de fantasmas.
En la cabecera de la manifestación, las secciones femeninas del Frente Popular acompañadas por autoridades políticas, entre las que destaca el alcalde de Zaragoza, Federico Martínez. Nuestros pasos van llenando las calles de la Democracia (hoy Predicadores) y Manifestación, hasta desembocar en la de Alfonso I. A mi lado, los peatones leen con curiosidad las pancartas: “Hace falta construir casas baratas”, “Escuelas para nuestros hijos”, “Trabajo y ayuda para los parados”. Mujeres y hombres van uniéndose al paso.
La afluencia sorprende a las propias organizadoras. Las crónicas hablarán de 20.000 personas, de las que más de 5.000 son mujeres. “La más impresionante”, según la prensa. Las mujeres sonríen y levantan sus puños ante la cámara del fotógrafo Manuel Coyne . El ambiente es festivo, la “Internacional” y la “Marsellesa” llenan el aire de Zaragoza. Ni un altercado. La seguridad del acto está en manos de la propia organización.
Dejamos atrás la calle del Coso y el Paseo de la Independencia, donde la comitiva ha recibido vítores desde los balcones de la Agrupación Artística Aragonesa. Por fin, nos detenemos ante el Gobierno Civil, el antiguo hotel Regina de plaza de Aragón número 1. La Comisión femenina del Frente Popular y el alcalde de Zaragoza entregan al Gobernador, Ángel Vera Coronel, las reivindicaciones recogidas en seis puntos en los que destacan la mejora de las condiciones materiales de la clase obrera y el desarme de las bandas fascistas.
El gobernador improvisa un discurso ante la multitud: “En nombre del Gobierno os digo que hago propio vuestro deseo, prometiendo apoyarlas con el mayor interés.” Vivas y aplausos. La manifestación se disuelve y yo regreso a mi tiempo, a salvo de la tormenta que se cierne.
Pero el pacífico retorno a los hogares se ve de pronto alterado. A la altura de la calle Casa Jiménez, dos falangistas acometen a un grupo de manifestantes. La reacción es inmediata. Los agresores son perseguidos, uno de ellos se refugia en la comisaría de la calle Ponzano; el otro, en un inmueble del paseo de la Independencia. Finalmente son apresados. El más joven se llama Antonio García Porta, 19 años, hijo de una ilustre familia zaragozana. Su expediente procesal reflejará el motivo de la detención: “disparos por arma de fuego”. Al día siguiente, el Juez ordena su libertad y la puesta a disposición del Gobernador Civil quien decretará su liberación definitiva el 16 de marzo.
Antonio García Porta, fundador del SEU, organización estudiantil de falange; combatiente en la “gloriosa Cruzada” y voluntario en la “División Azul”, acabará sus días como profesor en la Academia General Militar de Zaragoza. En 1986, cincuenta años después de aquellos disparos por los que quedó impune, resultará premiado con la Gran Cruz de San Hermenegildo por el entonces ministro de Defensa del PSOE, Narcís Serra.
¿Y qué fue de las organizadoras de aquel primer 8 de marzo en Zaragoza? El gobernador Civil faltó a su compromiso con ellas de desarmar a los fascistas. Él mismo sería asesinado en la represión que siguió al golpe militar de julio. Y como él, muchas de aquellas muchachas que promovieron la jornada “Contra la guerra y el fascismo”: Pilar Cabronero, fusilada a los 21 años de edad el 3 de septiembre de 1936; Pilar Royo Gómez, integrante de la presidencia de la manifestación, fusilada el 19 de octubre; Amelia Sáiz, el 30 de diciembre a los 25 años. El sueño de un mundo justo apenas vivió unos meses.
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