El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Una vez explotado el modelo de centros comerciales exportado de EEUU hasta agotarlo, Aragón, como otras comunidades del Estado, se dispone a poner en marcha en terrenos de la antigua fábrica de Pikolin el outlet TorreVillage. Es este otro modelo de consumo desaforado que basa su gancho comercial en una atractiva y permanente rebaja de grandes y carísimas marcas de ropa de vestir, complementos y productos electrónicos.
Los ya demodés centros comerciales estaban destinado a las clases más bajas de la población. Sus potenciales compradores eran y son ciudadanos con un sueldo medio-bajo o muy bajo que pasan el fin de semana en el “mall” recorriendo los Primarks o H&Ms como quien recorre los bares del barrio para tomar el aperitivo.
Este nuevo modelo de comercio, el outlet de grandes marcas, empieza por discriminar a quien no va destinado, indudablemente no es para pobres. Sus promotores no buscan su potencial comprador entre las clases desfavorecidas y por eso sin ningún rubor y con bastantes dosis de no se sabe qué elitismo, discriminan a un cierto tipo de ciudadanos. Aquellos con poco poder adquisitivo no son dignos de entrar en su Paraíso de consumo, lujo y apariencias. Para que no haya equívocos y se les cuele gente no deseada, avisan desde el principio que el suyo es un nicho de mercado para una gente especial, aquella que tiene bastante dinero.
¿Tiene viabilidad este modelo de negocio en Aragón? ¿Tenemos en nuestra comunidad y en las limítrofes tanta gente con pasta dispuesta a desplazarse en coche no menos de 12 km. a comprarse un modelito de D&G, Dior, Chanel, Versace o Armani a precios rebajados pero siempre altos? Pues según el estudio de mercado que hace la empresa promotora Iberebro, parece que sí.
Frente a esta optimista y un tanto quimérica previsión se han posicionado desde el principio organizaciones de comerciantes, sindicales, ecologistas y políticas como Zaragoza en Común, IU y Podemos. Todas ellas, con la Federación de Barrios de Zaragoza a la cabeza, presentaron el pasado 22 de diciembre un recurso ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Aragón.
Para los denunciantes el outlet de Pikolin modifica “radicalmente el régimen de usos y hace que el comercial se constituya en dominante, ampliando además el valor y el aprovechamiento del particular”. En otras palabras, no cabe autorizar dichos usos en esa ubicación conforme a las normas y contenido del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)
La semana pasada, el TSJA admitió a trámite este recurso que en opinión de los denunciantes cuestiona que “se excluyan los suelos de ADIF y que el 10 % del aprovechamiento medio se destine a fomento del comercio de proximidad porque es contrario a la regulación del patrimonio municipal del suelo”
No creo que a nadie se le escape que tras la apertura de este nuevo centro comercial de alto standing se esconde un pelotazo urbanístico a cargo de la familia Solans. Tampoco que de su mano vayan, una vez más, los poderes fácticos de esta ciudad así como constructores bregados en mil burbujas inmobiliarias. O los partidos de la recalcitrante derecha, fueron PP/Cs quienes en un Pleno que pasará a la historia de los despropósitos y con la inestimable ayuda del PSOE tiraron abajo la propuesta presentada por ZeC y CHA en contra de la aprobación de este proyecto. Y como no, los medios afines a los poderosos. Estos últimos se deshacen en alabanzas al proyecto y sin rubor presentan el outlet TorreVillage como el enésimo proyecto milagroso, otro más, que traerá a nuestra ciudad dinero a espuertas y más de 1800 puestos de trabajo entre directos e indirectos.
Si no fuera porque tenemos memoria y aún hay quienes nos seguimos acordando de Gran Scala, otro de aquellos fallidos megaproyectos que según nos contaban los inefables Biel, Aliaga e Iglesias iba a cambiar la faz de Aragón de tal manera que aquello “iba a ser lo más grande desde Fernando el Católico” puede que nos creyéramos este nuevo megaengaño.
Pero son demasiadas las alarmas que han saltado, demasiados los avisos de que este proyecto responde al modelo de “toma el dinero y corre” que ha llevado a poblar el país de centros comerciales fantasmas tal y como ya sucede en los USAs. Son tantas como para que no solo los pequeños comerciantes, las entidades ciudadanas, la FABZ, los sindicatos o los partidos más críticos con TorreVillage pongan el grito en el cielo.
Detrás de este nuevo pufo esta en cuestión el modelo de ciudad que queremos para Zaragoza, la afecciones a la movilidad o el medioambiente, el apoyo al pequeño comercio que va desapareciendo en la misma medida en que se abren nuevos centros comerciales; la crítica al trabajo basura, mal pagado y sin descanso en domingo de sus trabajadores y el regreso de la burbuja inmobiliaria en manos, otra vez más, de las grandes familias y sus “amigos” constructores.
Ya lo denunciaban los compañeros del proyecto de investigación QMZ, Quién manda en Zaragoza: “Existe una red de poder en la ciudad, que viene de generaciones, y que usa las instituciones públicas para perpetuarse y ampliar su poder económico” que entiende que estas instituciones públicas están, en muchos casos, al servicio de los intereses privados de esta red. Bajo la filosofía general de «lo que es bueno para los negocios es bueno para la ciudad» se esconde una suerte de «desvío de fondos públicos» hacia esta red de poder, sin importar las consecuencias en la calidad de los servicios prestados a la ciudadanía.
Qué la la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Aragón admita a trámite este recurso, abre una vía de esperanza para quienes lo presentaron. La lucha será desigual, el camino se presupone plagado de minas jurídicas y de presiones de aquellos que se sienten dueños de la ciudad y de su futuro.
Pero como el optimismo es un grado, quiero creer que mientras haya vida, hay esperanza de que este nuevo despropósito termine su camino en los tribunales, en una sentencia contraria a su construcción, y todo quede como Gran Scala, en otro ejemplo de la voracidad de los poderosos y modelo del desprecio a la inteligencia de sus conciudadanos por parte de aquellos que piensan que mandan en Zaragoza .
Una vez explotado el modelo de centros comerciales exportado de EEUU hasta agotarlo, Aragón, como otras comunidades del Estado, se dispone a poner en marcha en terrenos de la antigua fábrica de Pikolin el outlet TorreVillage. Es este otro modelo de consumo desaforado que basa su gancho comercial en una atractiva y permanente rebaja de grandes y carísimas marcas de ropa de vestir, complementos y productos electrónicos.
Los ya demodés centros comerciales estaban destinado a las clases más bajas de la población. Sus potenciales compradores eran y son ciudadanos con un sueldo medio-bajo o muy bajo que pasan el fin de semana en el “mall” recorriendo los Primarks o H&Ms como quien recorre los bares del barrio para tomar el aperitivo.