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Pedro Sánchez, a todo o nada

El fichaje de Irene Lozano, la diputada de UPyD reconocida por su vehemencia contra la corrupción y en pro de la regeneración democrática, traslada la sensación de que Pedro Sánchez ha decidido jugar al todo o nada consciente de que sólo llegará a la Moncloa si empieza a superar el problema tan serio de crédito que tiene el PSOE entre los votantes de las grandes ciudades, especialmente con los sectores profesionales, más centrados, y con los jóvenes, con los sectores más dinámicos en definitiva. Zaragoza, la que da la media de todo, la Columbus española, es un ejemplo clarificador.

La apuesta en Madrid por un independiente, Ángel Gabilondo, que estuvo a punto de salirle redonda en las elecciones autonómicas de mayo, le sirvió para recuperar terreno electoral en una plaza en la que el PP llevaba muchas legislaturas ganando por goleada. Fue un rayo de luz en el camino en penumbra que, además, le permitió neutralizar el impacto negativo en el partido de la salida de Tomás Gómez, que contaba con la cercanía de Susana Díaz y de Carmen Chacón.

Después, en la exigente prueba de las elecciones autonómicas/plebiscitarias del 27 de septiembre en Cataluña, la apuesta por Miquel Iceta tampoco le salió mal porque el PSC, como tercera fuerza política, trasladó síntomas de recuperación en el peor de los escenarios posibles para los dos grandes partidos.

Poco a poco, compitiendo por el centro con Ciudadanos que navega con el viento a favor y por la izquierda con las candidaturas del 15-M, de la confluencia, del lenguaje digital y de las consultas permanentes a los ciudadanos, compitiendo en definitiva con los nuevos partidos, se ha debido convencer de que si quiere ser presidente en el nuevo año no tiene otra posibilidad que la de personalizar, hacer auténtico en su persona, el cambio de imagen y de prácticas del viejo partido, pilar del bipartidismo y de la transformación del país en la década de los ochenta.

Con el fichaje de Irene Lozano quiere trasladar a los electores que su empeño regeneracionista va tan en serio que ha elegido fuera del partido, como número cuatro de la lista por Madrid, a una de las candidatas que más ampollas levanta en el mundo orgánico y también en el de la militancia socialista.

La decisión de Pedro Sánchez persigue, por encima del partido, la conexión con los electores sabiendo que se está jugando su carrera política si no consigue ganar las elecciones del 20 de diciembre o, para ser más precisos, diga lo que diga la presidenta andaluza, si no consigue aunar acuerdos y formar Gobierno.

Y busca también poner nombres y apellidos a su programa electoral con una lista en Madrid que unos calificarán de cesarista y otros de abierta a la realidad de este país con la finalidad de romper el estancamiento del PSOE en las encuestas.

En ese planteamiento, también encajan la número dos de Meritxell Batet, encargada, casi nada, de reconstruir los puentes de diálogo y contener la enorme fractura social en Cataluña, o la exmilitar Zaida Cantera, rostro popular de la desigualdad y de la discriminación que todavía sufren las mujeres en muchos ámbitos profesionales. O Eduardo Madina, su rival en las primarias, que no olvidemos que va en la lista de Madrid en el séptimo puesto.

Pasó un tanto desapercibido el mensaje pero en el comité federal del pasado sábado, el líder socialista, en un ambiente tenso y de malestar contenido, dijo que “el PSOE no es patrimonio exclusivo de sus militantes sino de miles de ciudadanos progresistas que quieren cambiar España”. Todo un desafío, todo un cambio de mentalidad, para que las organizaciones territoriales busquen la participación de los electores en las decisiones importantes.

El fichaje de Irene Lozano, la diputada de UPyD reconocida por su vehemencia contra la corrupción y en pro de la regeneración democrática, traslada la sensación de que Pedro Sánchez ha decidido jugar al todo o nada consciente de que sólo llegará a la Moncloa si empieza a superar el problema tan serio de crédito que tiene el PSOE entre los votantes de las grandes ciudades, especialmente con los sectores profesionales, más centrados, y con los jóvenes, con los sectores más dinámicos en definitiva. Zaragoza, la que da la media de todo, la Columbus española, es un ejemplo clarificador.

La apuesta en Madrid por un independiente, Ángel Gabilondo, que estuvo a punto de salirle redonda en las elecciones autonómicas de mayo, le sirvió para recuperar terreno electoral en una plaza en la que el PP llevaba muchas legislaturas ganando por goleada. Fue un rayo de luz en el camino en penumbra que, además, le permitió neutralizar el impacto negativo en el partido de la salida de Tomás Gómez, que contaba con la cercanía de Susana Díaz y de Carmen Chacón.