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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Plantando semillas con Berta Cáceres

Paco Iturbe

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Sin duda, el suelo del meandro de Ranillas es ahora un poco más feliz. Ese suelo de la antigua huerta zaragozana de Ranillas, ahora bajo una capa de cemento denominada Recinto Expo, alberga desde el pasado 17 de abril la semilla del nombre de Berta Cáceres dando nombre al andador que le sirve de entrada.

Una semilla en forma de nombre que sin duda habrá llegado hasta lo más profundo, alcanzando los fértiles limos dejados en este meandro por el Ebro durante siglos y enraizando, fuerte, en ellos.

Y es que el nombre de Berta Cáceres no es un nombre cualquiera. Ni mucho menos. Esta mujer hondureña es todo un símbolo de la lucha en defensa de la tierra, de los ríos, de los derechos de los pueblos indígenas. Berta organizó al pueblo lenca –la mayor etnia indígena de Honduras- en su lucha contra la presa de Agua Zarca, en el río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para su supervivencia.

Logró plantar cara y paralizar a las mayores constructoras de presas del mundo, al propio Banco Mundial. Ello le valió ser la coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y ganarse el máximo reconocimiento mundial cristalizado en el Premio Goldman –el “Nobel” de ecología-, pero también la enemistad, la extorsión y las amenazas –con varios intentos de asesinato- de los poderes económicos de su país y de medio mundo.

Para Berta dejar de defender su río y su territorio no era una opción. Era algo inherente a su raíz lenca: en los ríos residen los espíritus femeninos y las mujeres son sus principales guardianas. “Nos consideramos custodios de la naturaleza, de la tierra, y sobre todo de los ríos”, había declarado en la BBC.

Para tratar de silenciar su voz, las amenazas siguieron, y finalmente el año pasado fue asesinada en su casa, de madrugada, por unos sicarios. No sabían que su voz ya se había multiplicado y fluía por todos los ríos amenazados del planeta.

También por las aguas del Ebro.

Por eso, sin duda que el meandro de Ranillas, formado por los sedimentos del río, alimentado por sus aguas, está feliz de albergar el Andador Berta Cáceres.

Un lugar con otras importantes simbologías. Junto al palacio de Justicia, cuando se sigue clamando justicia por la muerte de Berta, para que sus asesinos –los materiales y los intelectuales- no queden impunes.

Sin duda todo un acierto en la elección del nombre y en el emplazamiento, que es de agradecer al Gobierno de Zaragoza, demostrando con ello una sensibilidad, respeto e incluso cariño por unos valores que muchas veces se nos olvidan y los enterramos bajo una engañosa capa matearialista, como hicimos con el meandro de Ranillas.

Igualmente simbólica la fecha elegida: 17 de abril, el día internacional de la lucha campesina. Un acto con el que se abría en Aragón el programa de la semana internacional de la lucha campesina y en defensa de la tierra, organizada por decenas de entidades campesinas, ecologistas y por la defensa de la tierra y los derechos humanos englobadas en la Plataforma AHSA (Aragón Hacia la Soberanía Alimentaria).

Sin duda, la semilla de Berta Cáceres ha germinado, el agua del río Ebro la riega, el cierzo llevará su voz por toda la orilla, recordándonos que somos las hijas de un río.

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