El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
“No nos quedan más comienzos”, podíamos leer, y yo, que ando rompiendo guiones de final feliz, atisbo a ver que solo nos quedan comienzos de arrabal, rasgados y sucios, comienzos manchados que mendigan con la mentira y comercian con el espíritu, porque este siglo XXI, al que esperábamos llegar más libres y más cultos, más iguales y más verdad, se nos rompe por todas sus costuras y vomita entre sus pespuntes gangrenados la historia de todas las historias, la que se escribe cuando ya no nos quedan más comienzos. Nos han matado la esperanza de pensar que las cosas puedan cambiar y lo han hecho con constancia y precisión, anulando el sueño e imponiendo a la luna una venda negra que detiene la luz y deforma la sonrisa que ya nadie vislumbra, porque la mentira y el engaño se han convertido en los muros sobre los que se apoyan las razones del hombre del futuro, un hombre lleno de prejuicios hacia la libertad y hacia el hombre y la mujer libre y, sin embargo, víctima absoluta de una realidad que ha construido para sí y para los “suyos”, entendiendo ese los “suyos” como los “propios”, los que son su imagen y semejanza porque piensan su mismo pensar y sienten su mismo sentir, porque aman lo mismo que él y desprecian lo mismo que él, porque son hijos de sus hijos y en esa cadena perfecta e incuestionable el hombre del futuro hoy es nuestro presente más rancio, un presente poblado de soledades, de injusticias y de injurias.
Nos engaña ese hombre que creíamos del futuro y que hoy es nuestro presente más rancio y lo hace con las formas y con el fondo y nos engaña con sus engaños y por eso nos quedamos suspendidos de nuestra tela de araña, sin comprender cómo hemos podido llegar hasta aquí, cómo hemos podido permitir tanto abuso, tanto robo, tanto insulto y desde la que tiene que ser nuestra revolución y esperanza le decimos que vale, que nace el tiempo de la resistencia, que es el lugar desde el que surgirán los nuevos comienzos que arrasarán como un vendaval todo lo que de podrido, roto, desdeñable y falso tiene el hombre del futuro que es nuestro presente más rancio. Nuestros presentes más rancios.
“No nos quedan más comienzos”, podíamos leer, y yo, que ando rompiendo guiones de final feliz, atisbo a ver que solo nos quedan comienzos de arrabal, rasgados y sucios, comienzos manchados que mendigan con la mentira y comercian con el espíritu, porque este siglo XXI, al que esperábamos llegar más libres y más cultos, más iguales y más verdad, se nos rompe por todas sus costuras y vomita entre sus pespuntes gangrenados la historia de todas las historias, la que se escribe cuando ya no nos quedan más comienzos. Nos han matado la esperanza de pensar que las cosas puedan cambiar y lo han hecho con constancia y precisión, anulando el sueño e imponiendo a la luna una venda negra que detiene la luz y deforma la sonrisa que ya nadie vislumbra, porque la mentira y el engaño se han convertido en los muros sobre los que se apoyan las razones del hombre del futuro, un hombre lleno de prejuicios hacia la libertad y hacia el hombre y la mujer libre y, sin embargo, víctima absoluta de una realidad que ha construido para sí y para los “suyos”, entendiendo ese los “suyos” como los “propios”, los que son su imagen y semejanza porque piensan su mismo pensar y sienten su mismo sentir, porque aman lo mismo que él y desprecian lo mismo que él, porque son hijos de sus hijos y en esa cadena perfecta e incuestionable el hombre del futuro hoy es nuestro presente más rancio, un presente poblado de soledades, de injusticias y de injurias.
Nos engaña ese hombre que creíamos del futuro y que hoy es nuestro presente más rancio y lo hace con las formas y con el fondo y nos engaña con sus engaños y por eso nos quedamos suspendidos de nuestra tela de araña, sin comprender cómo hemos podido llegar hasta aquí, cómo hemos podido permitir tanto abuso, tanto robo, tanto insulto y desde la que tiene que ser nuestra revolución y esperanza le decimos que vale, que nace el tiempo de la resistencia, que es el lugar desde el que surgirán los nuevos comienzos que arrasarán como un vendaval todo lo que de podrido, roto, desdeñable y falso tiene el hombre del futuro que es nuestro presente más rancio. Nuestros presentes más rancios.