El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Cuando pronunciamos estas dos palabras tan contundentes como recíprocas nos estamos comprometiendo con algo o con alguien. He adquirido varios compromisos a lo largo de mi vida y uno, quizá el más extrañamente hermoso y doloroso, fue hace ya casi dos décadas con Chunta Aragonesista. La vida de los partidos políticos es como la vida de una larga familia que se ama y se odia con la misma brutalidad y pasión, ese espacio en el que los daños son de ida y vuelta, los perdones en ocasiones inalcanzables y en el que hay personas que caminarán a tu lado hasta la eternidad y otras que son el reverso de ese verso que tú lanzaste al olvido y al desprecio. Y yo que en estos últimos meses he decidido quedarme en el banquillo observando, negando, añorando, deseando, castigando y castigándome, hoy digo: Sí quiero. Sí quiero que Chunta se presente a las elecciones del próximo 10 de noviembre y quiero por múltiples razones y sin duda la más poderosa se llama Aragón. Que no es poco.
A lo largo de estos últimos meses hemos asistido en el panorama de la política nacional a un relato de los hechos que cada vez era más increíblemente perverso y terriblemente masculino, en esa parte de la masculinidad que anda llena de egos y de vanidad. Todo se ha reducido a una nefasta relación entre dos hombres, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que han sido incapaces de querer entenderse y les han bastado razones de estoico ego para decir sí donde he dicho no y para negarnos a todos nosotros un país de progreso y de ilusión por un futuro que cada día es más negro y violento. Son responsables de este nuevo tiempo que viene y son responsables de que mucha gente decida quedarse en casa y no ir a votar, no irles a votar a ellos.
Pero vuelvo a Aragón y a CHA, preciosa fórmula para acariciar el futuro. Quiero votar a Chunta Aragonesista el 10 de noviembre y lo quiero hacer por la memoria de mi padre, José Antonio Labordeta, y por el amor y admiración hacia Chesús Yuste. Quiero votar a CHA para que tú, aragonesa, estés donde estés y vivas donde vivas, puedas proteger lo tuyo con la responsable libertad de quien sabe que todos tenemos y debemos ser respetados. Quiero votar a CHA por mis montañas y por mis ríos y por mis pueblos y por mis ciudades y porque quiero un Aragón que exista en Madrid y una voz que sea la que nos explique y que, como un beduino, salte por las múltiples realidades de Aragón para forjarnos un futuro comprometido, responsable, solidario y de pueblo abierto, culto, feminista. Del mundo. Quiero votar a CHA porque quiero recuperar la ilusión que tiene la épica de los perdedores, de esa izquierda depresiva aragonesa de la que me siento orgullosa heredera y que es el latido de un pueblo que suena a revolución y que tiene conciencia de su historia, de su identidad y de su cultura. Aragón, bendita conjunción de luces y sombras, necesitas a CHA más de lo que CHA te necesita a ti. Y por eso quiero votar a CHA porque quiero que tú, tú y tú deshieles tu vida de olvidos y en una voz aragonesista, feminista y de izquierdas te calientes y recuperes la bandera que en ocasiones eclipsó tu alma ante tanto olvido y silencio. Ante no cierta humillación.
Cuando pronunciamos estas dos palabras tan contundentes como recíprocas nos estamos comprometiendo con algo o con alguien. He adquirido varios compromisos a lo largo de mi vida y uno, quizá el más extrañamente hermoso y doloroso, fue hace ya casi dos décadas con Chunta Aragonesista. La vida de los partidos políticos es como la vida de una larga familia que se ama y se odia con la misma brutalidad y pasión, ese espacio en el que los daños son de ida y vuelta, los perdones en ocasiones inalcanzables y en el que hay personas que caminarán a tu lado hasta la eternidad y otras que son el reverso de ese verso que tú lanzaste al olvido y al desprecio. Y yo que en estos últimos meses he decidido quedarme en el banquillo observando, negando, añorando, deseando, castigando y castigándome, hoy digo: Sí quiero. Sí quiero que Chunta se presente a las elecciones del próximo 10 de noviembre y quiero por múltiples razones y sin duda la más poderosa se llama Aragón. Que no es poco.
A lo largo de estos últimos meses hemos asistido en el panorama de la política nacional a un relato de los hechos que cada vez era más increíblemente perverso y terriblemente masculino, en esa parte de la masculinidad que anda llena de egos y de vanidad. Todo se ha reducido a una nefasta relación entre dos hombres, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que han sido incapaces de querer entenderse y les han bastado razones de estoico ego para decir sí donde he dicho no y para negarnos a todos nosotros un país de progreso y de ilusión por un futuro que cada día es más negro y violento. Son responsables de este nuevo tiempo que viene y son responsables de que mucha gente decida quedarse en casa y no ir a votar, no irles a votar a ellos.