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Gaspar Mairal ha refundido trabajos suyos desde el final de los años 70 y ha revisado el tema al que ha dedicado su vida de catedrático de la UZ y de investigador: la antropología social, Aragón y la identidad de los aragoneses.
El libro es un manual de campo y también una reflexión teórica y está lleno de sugerencias del máximo interés, pues resume toda una vida dedicada a estudiar a los aragoneses y Aragón. Benasque, Barbastro, Teruel, Huesca, Zaragoza, Monegros, los embalses, la sequía en el llano y la falta de tierra en la montaña...
Junto a otros factores clásicos como el suelo (el mismo desde finales del XIII), el sentido norte-sur de la formación del reino, los fueros o la eterna “promesa del agua” y su venerado apóstol Joaquín Costa, Gaspar Mairal identifica o aventura un “rasgo” de la cultura aragonesa que, es “la sustancia” o “la sustancialidad”, que se explica así en la página 313:
“Así, un arquetipo del aragonés sería el que se aferra a lo que cree que es la sustancia de las cosas (...)”.
Y que quizá se refiere a “ir a lo esencial”, aunque también incluye la sustancia de la tierra.
Este rasgo cultural de la sustancia lo ilustra el autor con tres obras de Goya, Sender y Buñuel, y menciona en una nota la vigencia de las expresiones “poca sustancia” y “sin sustancia”, a las que quizá cabría añadir la célebre “es un desustanciau”, o “una desustanciada”.
Esta es la intuición más atrevida de un libro que repasa los mitos y los anhelos de Aragón (hasta la Expo de 2008), que da mucho que pensar, incita al debate y ayuda a enfocar la actualidad desde perspectivas antropológicas e históricas.
Coincide esta iluminación sobre “la sustancia” aragonesa con la película de Aurelie Fargeat “La sustancia”, candidata a cinco Oscar (Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Dirección, Mejor Guión Original, Mejor Peinado y Maquillaje) en la que Demi Moore se desdobla literalmente y se sacrifica para rejuvencer. Es una película del máximo impacto gore y sangriento que, a pesar de los efectos y la exageración es minimalista y ascética, sin más sentimientos que el éxito. La sustancia se refiere a una droga de ciencia ficción, pero en este caso es, también, “lo esencial”.
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La foto es de un lateral del centro comercial Grancasa en Zaragoza cuya fachada, con pinturas de Carlos Saura en la puerta sur, fue remodelada hace dos años.
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