El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Hace unos cuantos años cayó en mis manos un libro de Nuccio Ordine, “La utilidad de lo inútil”, donde con precisión de cirujano el autor italiano describe la razón por la que aquello que a priori se tacha de inútil es finalmente la utilidad para hacernos más personas, para sentirnos más cerca o para ser, aunque sea de forma fugaz, algo más felices.
El tiempo es un amante fiel que a su pesar no regresa, pero también es el porvenir de todas nuestras esperanzas, que lo son porque hemos construido nuestro puzzle de pequeños seres humanos con retazos de miles de historias que otros nos han contado, con retazos de miles de canciones que otros nos han cantado, con retazos de miles de palabras que otros nos han escrito, con retazos de miles de pasos que otros nos han bailado, con retazos de miles de cuadros que otros nos han pintado, con retazos de miles de interpretaciones que otros nos han brindado y que nosotros hemos visto, hemos leído, hemos escuchado, hemos bailado, hemos sentido, hemos reído e incluso llorado.
Hoy es un día más dentro de esta situación de alarma que estamos viviendo a causa de una pandemia que nos arrebata lo que más amamos: la vida, y ante eso somos solidarios con todos aquellos que hacen lo que nosotros no podemos hacer y que nos cuidan para que mañana podamos ver de nuevo el sol y de nuevo podamos regresar a esa playa y, sin pedir nada y con nuestro libro entre las manos, volvamos a esa mesa y a ese camarero que casi con toda seguridad nos saludará como si realmente nada hubiera pasado.
Pero los días están pasando y los pasamos confinados en casa leyendo, visitando museos online, viendo películas, series, documentales y cantando todas las canciones que nos hacen felices y más fuertes. Porque no hay nada más útil que lo que algunos tachan de inútil y su utilidad lo es porque es la esencia de nuestra felicidad, que, junto a la vida, es lo más importante que tenemos.
Hace unos cuantos años cayó en mis manos un libro de Nuccio Ordine, “La utilidad de lo inútil”, donde con precisión de cirujano el autor italiano describe la razón por la que aquello que a priori se tacha de inútil es finalmente la utilidad para hacernos más personas, para sentirnos más cerca o para ser, aunque sea de forma fugaz, algo más felices.
El tiempo es un amante fiel que a su pesar no regresa, pero también es el porvenir de todas nuestras esperanzas, que lo son porque hemos construido nuestro puzzle de pequeños seres humanos con retazos de miles de historias que otros nos han contado, con retazos de miles de canciones que otros nos han cantado, con retazos de miles de palabras que otros nos han escrito, con retazos de miles de pasos que otros nos han bailado, con retazos de miles de cuadros que otros nos han pintado, con retazos de miles de interpretaciones que otros nos han brindado y que nosotros hemos visto, hemos leído, hemos escuchado, hemos bailado, hemos sentido, hemos reído e incluso llorado.