Los vecinos y turistas de Perarrúa han dicho “basta” y piden medidas para proteger su río, el Ésera, a su paso por la localidad oscense. En las últimas semanas se ha detectado espuma en su superficie y un fuerte hedor que se achacan a la contaminación. Por ello, 130 personas han firmado una carta en la que denuncian este hecho y muestran su preocupación por el estado de un factor “fundamental y definitorio del valle, el río”. Se incide en que su caudal está “a merced de las necesidades de explotación hidroeléctrica, lo que lo ha sometido a altibajos en diferentes horas del día”.
El escrito se ha remitido a la presidenta de la Confederación Hidrográfica del Ebro, María Dolores Pascual; al Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, al Instituto Aragonés del Agua y al consejo comarcal de la Ribagorza. Las diferencias en los volúmenes de las masas de agua “se han hecho cada vez más pronunciadas en los últimos años”, aumentando “considerablemente” entre el caudal de mañana y el de tarde.
Así mismo, los vecinos denuncian otro problema “todavía más grave”, la falta de depuradoras en la mayor parte del río. “Desde Benasque a Perarrúa, separadas por 50 kilómetros, solamente hay tres, según datos del Instituto Aragonés del Agua de abril de 2019”, señalan, lo que redunda en el deterioro de la calidad del agua, “apreciable a simple vista por la presencia de abundante espuma en las gorgas y los remansos y, en ocasiones, de cierto hedor, debido a la falta de capacidad de absorción de los residuos por el escaso caudal”.
Juzgan esta situación de “alto riesgo” para la sostenibilidad de la vida del río e “incluso puede comportar riesgo para los bañistas que lo frecuentan. De este modo, los vecinos exigen ”una intervención urgente mediante la puesta en funcionamiento de las plantas de depuración necesarias y el control del caudal del río, así como la total transparencia sobre los datos de sostenibilidad medioambiental“.
Fuentes de la CHE apuntan a que el río Ésera se encuentra en “situación de sequía natural prolongada”. Mientras que el Gobierno de Aragón mantiene abierto hasta el 16 de septiembre el plazo para que las entidades localidades del Pirineo puedan solicitar subvenciones para la construcción de las depuradoras que aparecían en el convenio firmado en 2008 con el Ministerio de Medio Ambiente y que permanecen sin ejecutar. La convocatoria está dotada con 6,3 millones de euros con cargo al presupuesto del Instituto Aragonés del Agua.
Ecologistas en Acción, por su parte, considera “corroborada” la presencia de contaminación en la superficie del río Ésera a su paso por la localidad de Perarrúa. “El mal olor que despedía el agua junto a la espuma son prueba de la existencia de un vertido incontrolado realizado aguas arriba. Esta situación no es nueva y, según varios testimonios, la presencia de este tipo de espumas se repite especialmente los lunes, lo que hace suponer que alguna instalación próxima realiza el vertido aprovechando la oscuridad de la noche y seguramente la escasa población de esta zona”, denuncian
La asociación recomienda una “especial vigilancia de este hecho” y la toma de muestras de agua “con el fin de poner en conocimiento del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) estos graves hechos, que son un atentado, antes que nada, contra la salud humana, y también contra la calidad medioambiental de este tramo del río”.
Hace unos años, en 2011, Ecologistas en Acción ya denunció la extracción de áridos solicitada por el propio Ayuntamiento de Perarrúa en este mismo tramo. “Si las solicitudes de aprovechamientos hidroeléctricos están siendo cuestionadas y alegadas, no podía ser menos la actuación a todas luces lesiva para la salud del río, como ecosistema vivo, que se está llevando a cabo en el cauce del Ésera a su paso por la localidad”.
Entonces, consideraron “denunciable” la actuación de ambas administraciones, local e hidrológica: “El ayuntamiento no ha informado convenientemente a sus vecinos y, por otro lado, dirigirse a la Confederación Hidrográfica del Ebro es perderse en una maraña de conversaciones inútiles en el teléfono sordo del jefe de cauces del área de Gestión Medioambiental de la CHE”.