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Como una gasa

Mariano Gistaín

21 de agosto de 2024 22:47 h

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O un presudario, una especie de aviso o anticipación del inminente ocaso final fantasy, lo que sea lo iremos viendo. Quizá lo de Columbia Británica, cientos de incendios, como el año pasado, es una señalética, un cartel confuso y ambiguo, como suelen ser los carteles.

En 2023, de momento el año pasado, hubo 6.669 incendios en Canadá que destruyeron 18 millones de hectáreas... y también nos llegó el humo y se hizo el horizonte muselina, como un efecto del móvil cuando se pone en modo autónomo y estropea la foto con su incipiente IA.

Tras los 21 days de plaga sofocante bíblico climático calor (mucha gente no se ha recuperado, ya que coincidió con el covid y sus extrañas y persistentes secuelas) vino la lluvia, a veces torrencial, granicera, y ahora vivimos tamizados, con un filtro de humo fino, así que estamos sumidos (Sumido 35) en el aleteo de los incendios de Canadá, que de este modo nos comparte (según el verbo de moda) su asfixia y su angustia.

Aunque no estamos para compartir nada que dure más de dos segundos, la presión del malvivir empuja desde el futurible settembrini (sí, el de La montaña mágica, publicada hace un siglo) y otros excesos prenucleares.

Así que estamos tan ricamente (tan pobremente) con la muermera agostí, yendo y viniendo sin movernos de cada cual, en un mundo delirante donde el cielo cambia por control remoto y los ángeles son aviones y los turistas son los padres, y entonces el invadido invade y quizá reproducimos, como un tributo a La montaña mágica, que presentía lo que iba a venir.

En ese caso la gasa canadiense sería la primera versión del sudario... pero no tiene por qué ser eso. Puede ser el humo de los incendios o el hervor cerebral.

(La foto es del Somontano de Barbastro, se ve -poco- el monasterio de El Pueyo, y el cielo enharinado).