Huesca se encamina al tercer verano con menos reservas de agua de este siglo, solo con más recursos disponibles que en septiembre de 2005 y en ese mismo mes de 2002, dos etapas de escasez que coinciden con los dos periodos de sequía más intensa en la cuenca del Ebro.
En la actual, el ayuntamiento de la capital ha llegado a prohibir el riego de huertos y jardines particulares, sin distinción entre espacios productivos y ornamentales, y a cerrar las fuentes públicas, medidas que se suman a las adoptadas a mediados de agosto, que incluían reutilizar el agua de las piscinas en la limpieza viaria y una limitación del uso de hidrantes, y que, según las estimaciones municipales, han permitido reducir la demanda un 10%.
El bando por el que el alcalde, Luis Felipe, establece las nuevas restricciones apela a “la situación meteorológica y la falta de precipitaciones” como motivo para “adoptar nuevas medidas para evitar que se vea afectado el suministro de agua de boca en la ciudad”.
No obstante, la ciudad se encuentra en una situación de escasez de agua, un cuadro que no es ajeno a la menor intensidad y cuantía de las precipitaciones en los últimos meses ni al aumento de la demanda por las elevadas temperaturas de este verano, aunque no se debe únicamente a esos factores puesto que en la disponibilidad del recurso tiene un peso fundamental la gestión de las reservas y de los consumos; es decir, la planificación hidrológica y las correcciones de la demanda.
Sin embargo, la actividad no acaba de ser muy intensa en la práctica en ninguna de esas dos vertientes de la gestión de los recursos hídricos. De hecho, el Plan Hidrológico del Ebro sitúa al sistema de Huesca como el cuarto de mayor demanda per cápita entre las concentraciones urbanas de la cuenca con una media de 368,96 litros por habitante y día, solo superado por los 418 de Bilbao, los 389 de Estella y Montejurra (Navarra) y los 379 de Calahorra
Comienzan a agruparse los años de menor disponibilidad de recurso
Los datos del SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica) de la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro) cifran en 4,15 hectómetros cúbicos las reservas que suman a comienzos de septiembre de 2022 el embalse de Vadiello (3,17) y la balsa de Valdabra (0,985), lo que sitúa este septiembre como el de menor cantidad de recursos disponibles desde los de 2002, cuando los dos pantanos sumaban 3,65 (2,87 y 0,78), y de 2005, el de menor disponibilidad con tan solo 2,01 (0,98 y 1,03).
Aunque en realidad habría que descontar el volumen de agua de Valdabra al hacer el cálculo de 2002, ya que esa balsa del Canal del Cinca comenzó a ser utilizada como fuente de abastecimiento para la capital oscense a finales de 2005, cuando se activó la toma, renovada en 2009 con cargo al Plan-e, como alternativa ante la escasez de agua en ese año, que resultó ser, con diferencia, el más seco de la serie iniciada en 1997.
Los registros del SAIH llaman la atención sobre la menor disponibilidad de recursos hídricos en los últimos años en la ciudad de Huesca, ya que por detrás de esos tres ejercicios se sitúan los de 2006, cuando septiembre transcurría con 4,557 hectómetros almacenados (3,76 y 0,79) antes de que acabara el episodio de sequía iniciado unos meses antes, y, tras este, 2021.
El año pasado las existencias eran netamente superiores a estas alturas del verano, con un total de 6,22 millones de metros cúbicos que son dos menos de los almacenados por las mismas fechas de 2019 (7,34 y 09), que ocupa el octavo puesto en la serie con 1999 (6,76 y 0,69) y 2012 (6,6 y 1,09) entre ellos.
La cronificación de las fugas en la red y el pantano que no almacena agua
Esa mayor escasez de agua en los últimos años coincide en el tiempo con la cronificación de uno de los principales problemas de infraestructuras de la ciudad: la pérdida de recursos por las fugas en su red de distribución y suministro, que hace tres años un Diagnóstico de la Situación del Abastecimiento de la capital y del resto de pueblos y municipios de su sistema estimaba en un 34,08% del recurso que entraba en ese entramado de tuberías.
“El rendimiento del sistema de abastecimiento en alta de Huesca y demás municipios es del 65,92% en el año 2017, lo que supone que las pérdidas de agua en la prestación del servicio son altas”, admite ese documento para un sistema que incluye, además de las tomas en el pantano y la balsa, otras seis acuíferos y dos más en el río Flumen y en el Canal que nace de él.
La demanda real del sistema, del que también reciben el suministro hasta 48 núcleos urbanos de 16 municipios (Alerre, Banastás, Chimillas, Loporzano, Igriés, Quicena, Toerz, Monflorite, Siétamo, Angüés, Blecua y Torres, Antillón, Alcalá del Obispo, Argavieso, Novales y Sesa) además de la capital y que se encuentra a la espera de poder conectar una nueva toma en el pantano de Montearagón si un día llega a entrar en servicio por estabilizarse sus laderas, es de algo menos de ocho hectómetros cúbicos anuales, lo que vendría a significar que dispone de reservas para algo más de medio año.
Los cálculos de la CHE apuntan a que Huesca, Monflorite, Tierz y Quicena pasaran a recibir el grueso de su suministro de Montearagón, donde dispondrían de una reserva de cinco hectómetros, un proyecto que requiere una inversión de 7,8 millones de euros y que “permitiría diversificar las fuentes de captación en todo el sistema, de tal manera que Huesca y los municipios limítrofes podrían abastecerse principalmente de Montearagón, dejando Vadiello y el resto de fuentes como refuerzo y para suministrar a los municipios de las Mancomunidades y otros núcleos de Loporzano”.
Huesca concentra el 85% de la demanda del sistema
Casi el 85% de la demanda actual, que atiende a 57.000 vecinos se concentra en la ciudad de Huesca y sus polígonos industriales, que consumen cerca de cinco millones de metros cúbicos al cabo del año, muy por delante de los 99.000 de Siétamo o los 89.000 de Tierz.
Y las previsiones a medio plazo no apuntan a una mayor disponibilidad, ya que el mismo estudio del Ayuntamiento de Huesca pronostican que las demandas van a tener “un incremento del 54,68%” a “largo plazo”, algo que, vista la evolución reciente de las aportaciones naturales, sitúa a la ciudad y su área de influencia ante un horizonte que el propio documento perfila como complejo.
“Se han ido ejecutando obras de emergencia en función de las necesidades y condiciones climatológicas de cada momento sin una planificación ni estrategia previa”, recoge el dictamen, que añade que tampoco “se ha implantado un mecanismo de gestión que responda a los principios de recuperación de costes que impone la Directiva Marco del Agua de la UE”.