Si algo caracteriza la historia de la provincia de Teruel de norte a sur y de este a oeste en los siglos pasados es la actividad minera. La extracción de diversos minerales se convirtió en la fuente de subsistencia para vecinos de muchos pueblos del territorio y de aquellos que llegaron desde otras zonas geográficas de España e incluso del mundo. Muchas de esas canteras mineras son conocidas, pero historiadores especializados en este campo estiman que todavía hay “cerca de 400” explotaciones ocultas y que siguen esperando a ser redescubiertas.
Algo que hace especial a la zona turolense para esta actividad es la “variedad de minerales” ocultos entre la tierra. Por ejemplo, en Libros las minas contenían azufre, en Albarracín el cobre era el protagonista o a lo largo de la ribera del Alfambra se encontraba yeso, entre muchos otros. En otras zonas se podía encontrar zinc, lignito, arcilla o caolín, pero el mineral rey por excelencia fue el carbón. Este era el que entraba a la reconocida Central Térmica de Andorra. Y es que como marca la historia, el carbón era lo que podía generar electricidad y poner en marcha múltiples aparatos u otros elementos básicos para desarrollar la vida.
A finales del siglo XX muchas de esas explotaciones se ven abocadas al cierre y otras se mantienen hasta que los tratados ecológicos frenan la actividad, como ocurrió con la térmica de Andorra hace ya tres años, que continúa con su desmantelamiento. Sin embargo, motivos como la escasez de arcilla por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania -principal exportador de estos materiales- ha provocado que aumente el número de proyectos mineros en pueblos de la provincia de Teruel, según ha informado Belén Gresa, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Minería. “El crecimiento de estos proyectos de minas a cielo abierto se achaca a que falta arcilla porque venía de Ucrania, pero realmente se llevan haciendo ya desde años atrás a que comenzase la guerra”, ha informado.
Un objetivo, preservar los pueblos
En esta plataforma se reúnen vecinos de municipios del Bajo Aragón, Maestrazgo y Cuencas Mineras, zonas ricas en arcillas y que están viendo como sus paisajes peligran con las proyecciones mineras. Como ha enumerado Gresa son “13 pueblos” los que están representados y son: Abenfigo, Alcorisa, Berge, Castellote, Cuevas de Cañart, Dos Torres, Ejulve, Estercuel, Ladruñan, Mas de las Matas, Molinos, Santolea y Seno. Todos ellos trabajan con un objetivo en común que es “preservar la vida de los pueblos y el medio natural que les rodea”.
El grupo, según ha descrito la portavoz, se empezó a formar en noviembre del pasado año a partir de una mesa redonda en las Cuevas de Cañart cuando salió el proyecto de la mina de Las Letras. Se consolida con otro de los planes, la que se conoce como mina Carlota -estaría dentro del Parque Cultural del Maestrazgo- y es ahí que vieron que “ocurría un mismo problema, pero en diferentes sitios”. Tanto la cantera de Las Letras como Carlota están en fase de investigación y se están realizando catas para ver si se podría iniciar el proyecto de extracción, tal y como ha anunciado Gresa. Ella misma ha asegurado que ya hay otros planes aprobados para municipios como Seno, Berge, Estercuel, Santolea o Castellote.
Desde la plataforma -que busca asentarse como asociación- han alertado de que implantar estas minas a cielo abierto en esos pueblos acarrea consecuencias “paisajísticas y sociales”. Algunas de esas explotaciones está previsto que se establezcan en “zonas próximas a acuíferos”, siendo estos lo que dan el agua de boca y para consumo o riego a un pueblo entero. “Poner las minas cerca de las aguas puede hacer que se contaminen y también que se baje el nivel de aprovisionamiento por si se rompe alguna de las capas de tierra que filtran y facilitan el llenado de esos espacios de agua”, ha asegurado Gresa. En Seno el permiso inicial de investigación está “encima” del acuífero del pueblo y en Cuevas de Cañart se situaría a escasos 500 metros de las aguas que abastecen a quienes viven allí.
A nivel social provocan que se pierdan “campos de trabajo”, que son la forma de vida para muchos de los habitantes de esos pueblos. Tampoco aportan “trabajo ni estabilidad”. En el caso de la mina de Seno, según ha denunciado Gresa, es un “peligro”, pues los camiones que salen de allí atraviesan el camino que conecta el pueblo con el centro de salud más próximo y otros servicios básicos. “Tenemos que transitar por ahí para hacer nuestra vida y vemos que la carretera está destruida por los incesantes camiones que pasan a recoger y dejar material”, ha añadido.
Nada vuelve a ser como antes
Berge, en el Bajo Aragón, es otra de las localidades más presionadas por la planificación minera con un proyecto de extracción de arcilla bajo el nombre de Encarnita. Se pretendía fijar una de sus cuadrículas sobre la Torre Piquer, una masía fortificada declarada como Bien de Interés Cultural (BIC). Este hecho hizo que se presentaran alegaciones y consiguieron que se cambiase la ubicación a unos 200 metros de este elemento patrimonial, pero se continúa denunciando que “no es suficiente”. También aquí batallan con varios parques de energías renovables, más concretamente eólicos, que por ahora se encuentran en diferentes fases de tramitación.
Desde el grupo de acción en defensa y protección de la naturaleza frente a la minería han apuntado que “no entienden” que se autoricen estos proyectos al conocerse el impacto que tienen sin tener en cuenta lo que hay en cada uno de esos pueblos. “Además de cuando las aprueban, en el cierre no vuelven a dejar el terreno como era. Hay minas de cielo abierto que quedan, por ejemplo, insolventes y tal y como dejan todo se queda así de por vida”, ha insistido la portavoz.
Para que la sociedad sea consciente de esta problemática y con el fin de dar visibilidad, desde la Plataforma de Afectados por la Minería plantean una serie de rutas por los municipios afectados. Hace unos días empezaron por Berge y el entorno de Torre Piquer, pero estudian darle continuidad y, según ha adelantado Gresa, el siguiente pueblo en acoger la actividad el 9 de septiembre será Santolea a las 10:00 y luego Dos Torres de Mercader a las 11:30. Con ellas esperan que la gente descubra lo que está pasando porque en los pueblos que han tenido, tienen y tendrán actividad minera “jamás nada volverá a ser como era antes”.