Bienvenidos al futuro 20 años después
La emoción por la concesión de la Expo Internacional sobre Agua y Desarrollo Sostenible a Zaragoza el 16 de diciembre de 2004 ha sido una de las más hermosas que he sentido en mi vida profesional.
Guardo muy buenos recuerdos de las masivas manifestaciones por la autonomía de finales de los setenta, de las antitrasvase del Ebro, de los comienzos de la producción en la planta de General Motors en Figueruelas en 1982 y, cómo no, del mayor éxito europeo del Real Zaragoza: la Recopa de 1995 (30 años el año que viene) con el inolvidable y creo que irrepetible gol de Nayim.
Pero lo de aquel 16 de diciembre fue especial porque esa tarde Zaragoza se abrazaba al Ebro y porque iba a experimentar una transformación sin precedentes en muchas décadas. Se acortaban en al menos 15 años los plazos de infraestructuras necesarias como puentes, aeropuerto, cinturones, la conexión/acercamiento entre los distritos del Actur, la Almozara y las Delicias, y la línea ferroviaria de cercanías Casetas-Miraflores. La estación del AVE se había inaugurado en mayo de 2023.
Fue especial también porque la capital de Aragón se proyectaba en el mundo con un discurso potente medioambientalmente como lo era el del buen aprovechamiento de un bien tan básico y escaso como el agua. Un discurso que, lamentablemente, no tuvo continuidad en el tiempo para convertir a la ciudad en una referencia investigadora y científica.
Uno de los mayores éxitos internacional en décadas (el antecedente había que buscarlo en la Exposición Hispano-Francesa de 1908) fue posible por la conjunción del padre y la madre de una idea, Carlos Miret y Milagros Rodríguez, de un alcalde estadista sin complejos, Juan Alberto Belloch, que se rodeó de un gran equipo, de de un Gobierno de Aragón, presidido por Marcelino Iglesias, de un Gobierno de España, personalizado en el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y en la vicepresidenta primera María Teresa Fernández de la Vega, que creyeron firmemente en el proyecto que les presentaba Zaragoza.
Fue posible también por la coordinación institucional y, definitivamente, porque se consiguió que los ciudadanos, que los zaragozanos y también una amplia mayoría de los aragoneses la hicieran suya. Que se sintieran orgullosos protagonistas de un proyecto global de ciudad y de comunidad autónoma pese a que hasta el final se respiró en el ambiente escepticismo y conservadurismo localista.
Zaragoza y Aragón se abrieron al Ebro y al mundo sacando adelante el proyecto en un tiempo récord con un vivo debate ciudadano ycon la suma de mucha creatividad profesional, con mención especial para arquitectos, ingenieros y artistas (entre otros Pachi Mangado, Juan José Arenas, Zaha Hadid, el estudio Nieto-Sobejano, el estudio Olano-Mendo, Javier Manterola, Jaume Plensa, Miguel Fontgivell, las ranitas de Miguel Ángel Arrudi).
También con el concurso activo y entusiasmado, en mayor o menor grado, de los medios de comunicación locales y de los nacionales con sede en Madrid.
Por ejemplo, Radio Zaragoza organizó la campaña “Da la cara por la Expo” en la que alrededor de 50.000 ciudadanos se fotografiaron dando su apoyo a la candidatura. Se hicieron programas de radio en las orillas del río, en el Club Náutico y en el Centro de Natación Helios.
Durante cuatro años, la Expo fue una prioridad informativa diaria en todos los medios de comunicación locales. La tarde de la gran decisión de la Oficina Internacional de Exposiciones en París, la Cadena SER realizó un programa nacional, La Ventana de Gemma Nierga, desde una carpa en la plaza del Pilar decorada con las fotos de los zaragozanos y aragoneses.
Allí quedó grabado un grito anticipado en décimas de segundo a la comunicación del resultado de las votaciones, “Ya está, ya está, ya está….” que provocó una explosión coral radiofónica de euforia que precedió a la desbordante felicidad que se desparramó en París y en las calles de Zaragoza en una noche que no queríamos que terminara nunca.
Los rivales no eran fáciles. Trieste contaba con el respaldo del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y Tesalónica representaba a un país, Grecia, cuya capital había organizado los Juegos Olímpicos de verano de ese año.
Tres meses después de la inauguración, que fue un 14 de junio, y solo un día después de la clasura de la Expo, que fue un 14 de septiembre, llegó la caída de Lehman Brothers, la devastadora crisis de 2008.
Veinte años después continuamos con algunas asignaturas pendientes en el mantenimiento (las señales evidentes de deterioro de algunos edificios simbólicos son evidentes) y en el aprovechamiento y reutilización del patrimonio de la Expo pero con la satisfacción de que hemos hecho nuestras las riberas del río, de que se transformó la ciudad y de haber hecho historia todos juntos.
Con la perspectiva que da el paso del tiempo, quiero compartir para finalizar que para que las ciudades avancen hacen falta políticos valientes, con luces largas y favorables a los acuerdos, proyectos de ciudad rompedores de interés general, y, sobre todo, ciudadanos participativos, inconformistas y críticos que quieran seguir adelante.
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