Eloy, cómo podríamos soñar Aragón
Se murió Eloy Fernández Clemente y Aragón está de luto irremediable y languidez perpetua. Es un decir: el Aragón de Eloy y Labordeta quizá ya no existe, quizá solo queda en la memoria y el sentimiento de unos cientos o miles de personas, como una vaga ensoñación o la melancolía de la nostalgia. Yo sería una de esas cientos o miles de personas, quizá incuantificables, quizá ya un poco perdidas en la niebla.
Quizá seamos cien mil, pero lo que no llega a la juventud se pierde como lágrimas en la lluvia bla bla bladerunnerianas. Ay Abuelo, abuelo Labordeta, que solos nos habéis dejado y qué pocos y qué flojos.
Qué haría Eloy ahora en sus veintisiete años, cumplidos los Erasmus, con un Aragón ya tan avanzado y mejorado y realmente existente como globalizado.
Existente de tercera, que escribió Miguel Labordeta, grandísimo poeta que no llegó a serlo en España (y quizá tampoco tanto como merece en Aragón), que no llega, pues la poesía no conoce el tiempo y Miguel, un suponer, un desafío, podría estar en el santoral y en las antologías escolares. Podría estar en el mundo si Aragón emitiera más de sí mismo/a.
Competimos Eloymente con todo el mundo, nuestros vibrantes contenidos clásicos aragoneses ya algo oxidados y de tarde en tarde reverdecidos en sus glorias históricas compiten con las redes y los ensueños de las mayores potencias creadoras de memes que ha conocido la historia.
Competimos viendo y sufriendo colateralmente o en propias carnes cómo se desmantela el incipiente o medio asentado fugaz estado del bienestar sin que nadie mueva un dígito por evitarlo, antes bien disimulando y sin dar la cara. Pague a su médico con una buena propina. La sanidad privada –qué expresión– es la que está comprando las mejores parcelas y solares de las ciudades. El negocio viene avalado y forzado por la propia Unión Europea.
Nos alarma (o no) que satrapías sobornen a la UE pero el mangoneo lobista o sobornista solo ha hecho que asomar la punta del iceberg.
Si hubiera banderas ondearían a media asta o a baja asta. Eloy, tal como explicaba su amigo del alma Labordeta, inventó Aragón y una generación de entusiastas ilustrados o ilustrándose a toda velocidad lo inventaron y difundieron con él, con ellos.
A fuerza de estudiar y de insistir consiguió dar un impulso formidable al autoconocimiento de lo que fue Aragón, lo cual era muy difícil en la sanísima agonía de la dictadura. Al igual que su modelo y emblema Joaquín Costa, Eloy predicó en vastos desiertos demográficos, en irremediables eriales. Y algo consiguió. Viniendo del olvido y de la nada llegamos a algo, que durante un tiempo fue bastante.
Dos de sus empeños fructificaron e irrigaron Aragón: la Gran Enciclopedia Aragonesa, y la revista Andalán, que se puede leer completa en formato y archivo digital. Andalán sigue en la web y en estos días aciagos llora a su fundador, que recibió el Premio Aragón el pasado mes de abril. El discurso de Eloy al recibir ese premio, trufado de palabras de Labordeta, está en la red y merece atenta lectura.
Si ya estamos bien, con democracia (ahora un poco o bastante deteriorada por sus propios agentes), Estatuto, gobierno autonómico, competencias… 1.300.000, hasta inmigrantes, que son esenciales, tenemos. Hasta tele pública tenemos. Y radio. Quién lo soñara, Eloymente, qué pensaríamos de nosotros mismos si nos paráramos a pensar, y qué pereza, Eloy, qué pereza pensar, Eloy, y dónde… y con quién.
Cómo soñarnos en 2023, querido Eloy, Labordeta… ¿Cómo soñar Aragón sin molestar a nadie pero sin diluirnos en todos?
Entre los nacionalismos identitarios horrendos y la desaparición en el vórtice de las monsergas globales y vecinales ¿puede haber un hueco para nuestras propias historias o se perderán para siempre?
La refundación del aragonesismo ha generado vías de orgullo y autoestima e interés por lo nuestro, algunas más evidentes y sujetas a los duros vaivenes de la lucha por la vida y la competencia desaforada, que es global, y otras que permean le vida entera de Aragón. Y avances y reparaciones innumerables. Estamos bien, dentro de lo que cupo (aunque no tenemos, propiamente dicho, cupo).
Permea que algo queda. Pero lo que no avanza retrocede. Hay espacios donde se podría producir debate y reflexión sobre el aragonesismo no estrictamente político=electoral: espacios, foros, haylos: si todavía existe, qué significa, qué pueda ser y si seguirá. Hay espacios, pero esa reflexión y ese debate no son muy frecuentes, Eloy, esa reflexión y/o debate sobre el aragonesismo no estrictamente político/electoral. Quizá en la o las universidades haya una cátedra de aragonesismo, pero qué empresa va a pagar eso, investigar, pensar, hacer encuestas más allá del voto. Hacer una encuesta sobre algo ya es darle existencia a ese algo.
Los espacios que las grandes librerías dedican a los libros aragoneses, que hay más que nunca, se reducen y se esconden. Esto en otro tiempo hubiera sido un meme, un artículo, quizá de Félix Romeo, del mismo Abuelo o del mismísimo Eloy. En fin. La IDA, Izquierda Depresiva Aragonesa, que fundó el Abuelo Labordeta como partido personal suyo, tiene más vigencia que nunca… o la misma que siempre.
Quizá esto es mero pesimismo o simple pena, a lo mejor todo ha mejorado tanto que no hace falta insistir en aqueras montañas y todo eso, pero sin referencias es posible que nos disolvamos en la boira.
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