“Estoy estudiando para tener un futuro, pero no voy a tener un planeta en el que trabajar”. Parece que lo dice Greta Thunberg, la joven activista contra el cambio climático que ha logrado movilizar a miles de estudiantes en Europa. Pero esta vez sale de la boca de Sara Rodrigo, una estudiante de la Universidad de Zaragoza, quien, como muchos otros en todo el mundo, ha asumido el mensaje de la adolescente sueca que esta misma semana llevaba su discurso a la Eurocámara. Allí pedía un voto para el futuro en las próximas elecciones europeas. Un voto para la tierra o para el planeta.
Esta ola verde ha llegado también a Zaragoza y ha contagiado a muchos jóvenes universitarios que votarán por primera vez en las elecciones generales del 28 de abril. El cambio climático ocupa un lugar destacado en todos los programas electorales de los partidos políticos, aunque en los actos de campaña no está teniendo la atención que estos jóvenes reclaman.
Sara Rodrigo está detrás del grupo “Fridays for Future” de Zaragoza. El pasado 15 de marzo tuvo lugar la primera concentración, cuyo éxito de participación sorprendió a la propia organización. “Vino mucha gente y eso que era San Pepe” (la fiesta que más reclamo tiene entre los universitarios). Llegaron a estar sobrepasados, afirma. “No sabíamos que íbamos a tener tanto tirón”, tanto que algunos partidos políticos quisieron sumarse. “Les dijimos que no vinieran a la manifestación con banderas propias”. Este viernes han vuelto a manifestarse, en lo que es la segunda movilización de “Fridays for Future” en la ciudad.
Rodrigo cuenta que su preocupación por el medioambiente le viene de pequeña. Sus padres son agricultores, y ella “de pueblo de toda la vida”, por tanto, ha estado en contacto con la naturaleza desde que nació. Pero reconoce que nunca se había planteado participar en una organización ecologista. El activismo de Greta Thunberg le dio el empujón que necesitaba para involucrarse más en esta causa. Lo vio, además, como una oportunidad para atraer a más jóvenes a la lucha por la “justicia climática”. Porque cuanta más gente alce la voz, mejor.
Ella votará por primera vez este 28 de abril y la ecología pesará mucho en su decisión, aunque no será la única cuestión que valore. “También creo que debemos centrarnos en las condiciones laborales”. De hecho, reconoce que está leyendo los programas electorales de los partidos. “Hasta el de Vox”, puntualiza, aunque cuando este diario habló con ella, ni PSOE ni Ciudadanos lo habían publicado.
“Me parece algo importante, no se trata solo de cambiar los hábitos de vida, sino cambiar el sistema y presionar a los políticos, porque son los que realmente pueden hacer algo”, resalta.
En esta idea insiste también José Mastral, un joven de 19 años, estudiante de un ciclo de Paisajismo y Jardinería en el Instituto de Formación Profesional de Movera, un barrio rural de Zaragoza.
“Todos los partidos siguen el mimo sistema, y es el sistema el que queremos cambiar”, abunda. Por eso se muestra bastante desconfiado de que realmente los partidos políticos aprueben y ejecuten medidas reales, porque, asegura, “llevamos mucho tiempo hablando de cambio climático y no se ha hecho nada”.
Mastral es un ejemplo de cómo la conciencia ecologista está calando en los jóvenes, y a edades más tempranas. “Con trece años ya estaba preocupado por el cambio climático, veía en las noticias las catástrofes naturales, en el colegio nos enseñaron a reciclar, lo notas en la calle con los cambios de temperatura...”, precisa. Por eso, cuando vio el movimiento de Greta, buscó a través de Instagram contactos de personas que estuvieran organizando algo similar en la ciudad para sumarse. Instagram, Twitter, Facebook... las redes sociales han sido su principal canal para organizarse y difundir el mensaje.
“Nuestro objetivo es que los políticos nos escuchen”, destaca. Este último mensaje es precisamente el que lanzaba Greta Thunberg esta semana en Bruselas, donde pidió el voto para el futuro en las próximas elecciones europeas del 26 de mayo. Unos comicios que ante la triple cita electoral están pasando desapercibidos al ojo del votante, pese a que en la Unión Europea se toman decisiones que afectan a todos los Estados miembro. Y la lucha contra el cambio climático es una lucha global, que requiere del compromiso de muchos, como demuestra también este movimiento estudiantil.
“Necesitamos un voto para el clima o para el planeta”
María Pardillos, una joven de 20 años, estudiante de Filosofía en la Universidad de Zaragoza, viajó recientemente a Estrasburgo (Francia) para asistir a un encuentro internacional con universitarios de otros países. “Necesitamos un voto para el clima o para el planeta”, recalca, al tiempo que reflexiona sobre lo “silenciadas” que están las elecciones europeas cuando allí se toman decisiones relevantes. Aunque todavía no se ha decantado por ningún partido, apunta que su decisión estará condicionada por este asunto. “Pero es que el voto de todo el mundo debería estarlo, porque la mitad del planeta se está cargando la vida en la otra mitad”, comenta.
También el voto de Paula Duerto, otra joven de 20 años que se acercará por primera vez a las urnas, será “verde” y “justo”, porque, a su juicio, los factores ecológicos y sociales están íntimamente ligados. Pero hace un llamamiento a continuar con el movimiento todos los días del año, no solo ante la proximidad de las elecciones. De hecho, el objetivo más inmediato de “Fridays for Future” en Zaragoza es asentar y consolidar el movimiento, para mantener la reivindicación en el tiempo.
Qué dicen los programas electorales del cambio climático
Pero, ¿están hablando los partidos políticos de cambio climático? De momento, todos lo llevan en su programa electoral. El PSOE habla de la transición ecológica de la economía y de un contrato social, un “new green deal”, dice textualmente, que garantice la “máxima eficiencia” en el uso de los recursos naturales, en particular las “energías renovables y la creación de empleo verde”. Plantean también una reforma de la Constitución para incorporar los principios de sostenibilidad y de desarrollar la Ley sobre Cambio climático, cuyo anteproyecto fue aprobado en esta legislatura.
Podemos habla de un horizonte verde y un nuevo modelo industrial con una primera meta: alcanzar el 100 % de la producción de fuentes renovables en 2040 y crear una empresa pública de energía. Proponen también el cierre de las centrales de carbón en 2025 y el de las centrales nucleares en 2024; inversión para implantar el coche eléctrico; y la rehabilitación de 550.000 viviendas a año para promover la eficiencia energética.
El Partido Popular también reserva en su programa un apartado para Energía y Cambio Climático, donde defienden un mix energético que permita cumplir los objetivos de seguridad del suministro, cambio climático y precio de la energía. Prometen, además, impulsar una reducción de emisiones que cumpla los objetivos de España para 2030, pero rechazan las prohibiciones a los vehículos de combustión. “Debe ser la evolución tecnológica y las decisiones de los consumidores los marquen el ritmo de sustitución de unas tecnologías por otras”, indica.
Y Ciudadanos plantea dos recetas para hacer frente al cambio climático: innovación y competitividad. Prometen una Ley de Cambio Climático y Transición Energética que garantice la seguridad jurídica y la no dependencia de combustibles fósiles; la rehabilitación de 300.000 viviendas al año; “despolitizar” el consejo de Seguridad Nuclear; un plan nacional de reforestación; una ley de economía circular y actualizar el Plan Hidrológico Nacional adaptándolo al reto del cambio climático.
¿Y en Aragón?
El Gobierno de Aragón ha aprobado en esta legislatura una Estrategia Aragonesa contra el Cambio Climático Horizonte 2030, un documento que recoge 152 acciones concretas que permiten abordar estrategias para mejorar la calidad de vida de los aragoneses y promover el desarrollo sostenible. Lo presentó el presidente aragonés, Javier Lambán, el pasado mes de febrero en un acto, donde lamentó que este debate pase “desapercibido” por la crisis económica y política.
La estrategia plantea varios retos, como la reducción del 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990 o aumentar la contribución mínima de las energías renovables hasta el 32 % sobre el total del consumo energético, integrar políticas de cambio climático a todos los niveles de gobernanza y desarrollar una economía baja en carbono. Para impulsar estas políticas, se plantea la creación de dos organismos, el Consejo Aragonés del Clima y la Oficinal del Clima.
No obstante, esta estrategia tampoco ha estado exenta de críticas. Los grupos parlamentarios de PP, Podemos, PAR y Grupo Mixto cargaron contra la “inconcreción” y el “retraso” en aprobarla, a tan solo tres meses del final de la legislatura.