4 años de Ayuntamiento del cambio en Zaragoza: urbanismo, cambio climático y menos deuda entre el ruido y los malos modos
Para unos, cuatro años de cambio, de alumbrar una ciudad distinta, de los albores de un proyecto que precisa de, al menos, otros cuatro. Para otros, cuatro años perdidos, sin paliativos. Sin términos medios. Ha sido la legislatura de la polarización, en la que el diálogo (de todos/as y entre todos/as) ha tenido menos cuota de protagonismo de la deseada, a costa de la diatriba y los malos modos.
Cuatro años con una meridiana diferencia de pareceres que se palpa también en la calle, de mucho ruido mediático, en los que, con la gomina, el nombre del pabellón o los viajes se han tratado de tapar los logros de la gestión de Zaragoza en Común. Consiguiéndolo en algunos casos.
Día a día las relaciones se han ido agrietando, y no solo entre Zaragoza en Común (ZeC) y sus enemigos lógicos (PP o Ciudadanos), sino también entre los comunes y aquellos que les auparon al sillón de mando, PSOE –sobre todo– y también CHA en momentos puntuales. A pesar de los tres presupuestos sacados, la decisión de ZeC de tomar el mando de las sociedades fue solo el golpe de gracia a la ya muy debilitada cordialidad. Esa falta de entendimiento entre el bloque de izquierdas ha embarrado aún más el juego y dado alas a la derecha. ¿La culpa? La culpa siempre es de los demás.
Cuatro años de Ayuntamiento del cambio, según Zaragoza en Común
La sensación en Zaragoza en Común, expresada por el propio alcalde, Pedro Santisteve, a este medio, es de que ha sido una experiencia enriquecedora, en la que han estado en contacto con la gente y han ensayado fórmulas de participación, dando “soluciones colectivas a problemas de la ciudad”. Se muestra satisfecho y cree probado que “cuando pones en relación el tejido asociativo con los técnicos municipales salen propuestas interesantes”.
Esta manera de hacer las cosas es lo que, para Santisteve, ha provocado el sinfín de enfrentamientos. La gestión hecha por ZeC, dice, en contacto con la gente, “ha provocado sarpullidos en el resto de formaciones, porque suponía restarles protagonismo. Han saltado ampollas y no nos lo han perdonado”. A eso, apunta, se suma “cómo el bipartidismo siempre se ha relacionado con los poderes fácticos”.
Son varios los hitos que destacan desde el equipo de gobierno municipal como soportes de su buena gestión. Logros –no para todos y no sin polémica–, que son su principal argumento para pedir cuatro años más. En Urbanismo, además de poner en marcha la rehabilitación del Mercado Central, se sacó adelante (entre denuncias) la reforma de la calle Don Jaime y se anunció que la elevación de la calzada a la altura de las aceras se extenderá a los barrios de la ciudad. Quedará para el futuro la resolución sobre Torre Village, culpable del último pico de bronca en el Consistorio.
Destacan también la reducción, en más de 100 millones de euros, de la deuda financiera. Aspecto ahora mediatizado por el pago a FCC (el enfrentamiento continuo con la empresa ha protagonizado gran parte de la legislatura) y por la deuda del tranvía. Además, se salió del plan de ajuste de Montoro cinco años antes de lo previsto y se redujo el IBI para el 90% de los vecinos. En la parcela económica, PP, PSOE y Ciudadanos (a imagen y semejanza de lo sucedido en las Cortes de Aragón con el impuesto de sucesiones) sacaron adelante una reforma de las plusvalías con el voto en contra de ZeC y CHA.
El medioambiente ha sido uno de los aspectos centrales de la gestión de ZeC, que ha elaborado, entre otras, la Estrategia de Calidad de Aire y Contaminación de Zaragoza (ECAZ 3.0), sobre la cual se pretende restringir el tráfico en el centro de la ciudad ante episodios de alta contaminación. Además, se puso en marcha la compra directa de energía eléctrica. La flota de autobuses ha recibido 253 nuevos vehículos, todos híbridos o eléctricos. Siguiendo con la movilidad, se ha hecho frente a la llegada de nuevos actores como los patinetes, con la elaboración exprés de una ordenanza que regule su circulación.
En frenar los desahucios se emplearon buena parte de los esfuerzos desde el área de Vivienda, que incrementó en un 40% el parque de vivienda de alquiler social. En el cajón, por el rechazo del PSOE, se queda el Plan de Inversiones en Vivienda (2018-2023).
El apartado de igualdad luce por la inclusión de cláusulas de género para la contratación pública y la elaboración del Plan de Igualdad para la ciudad de Zaragoza 2018-2021.
Y el de empleo público por la creación de 220 puestos de trabajo. La porfía, en este sector, devino de la Policía Local. ZeC defiende un modelo que tienda a la resolución de conflictos, la mediación y la convivencia. Sobre esas bases se estatuyó la modificación de la Unidad de Apoyo Operativo de Policía Local de Zaragoza (UAPO), que ha sido otro de los temas candentes arrastrados durante buena parte de la legislatura. Como principal mérito, desde ZeC se ahonda en que, por primera vez en 25 años, se elaboró un nuevo calendario laboral para la Policía Local con criterios de flexibilidad.
Con luces y sombras se han puesto en marcha unos presupuestos participativos en los que los ciudadanos y ciudadanas decidieron el destino de 15 millones de euros. La poca participación y la “arbitrariedad” fueron las principales armas de la oposición para mostrar su contrariedad.
Se ha actuado en pro de la memoria histórica con la eliminación de símbolos franquistas en el puente de Santiago y, sobre todo, con la presentación de una querella contra los crímenes del franquismo, gracias a los testimonios recogidos en la Oficina de Atención a las Víctimas del Franquismo.
Polémica, polémica, polémica
Éxitos, algunos de ellos, que quedaron ensombrecidos por grandes polémicas que alcanzaron la escala nacional. Es ahí donde se agarran, sobre todo, los partidos de la derecha, que insisten siempre que tienen oportunidad en que Santisteve será recordado como el alcalde de la gomina o de los viajes.
En el debe, por ejemplo, la escasa autocrítica o la polémica inherente a las remunicipalizaciones, una de las medidas estrella de ZeC hace cuatro años, que, por unas u otras razones, se ha quedado muy a medias.
También la inusitada controversia con las sociedades municipales (lo que le valió a Santisteve la primera reprobación de un alcalde en la historia de Zaragoza). Ocho meses después se dio marcha atrás. Para más inri, el artículo de la Ley de Capitalidad (que también ha traído buenas dosis de ruido) utilizado por el equipo de Gobierno para articular este movimiento, fue declarado inconstitucional por la Justicia.
Mención aparte merece el Impuesto sobre la Contaminación de Aguas (ICA), que tantos grandes momentos trajo a través de las redes sociales y que se convirtió en uno de las principales discrepancias entre el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón.
Cuatro años de Zaragoza en Común, según PP, PSOE, Ciudadanos, CHA y Podemos
Las respuestas de los candidatos y candidatas de los partidos que han formado la oposición estos cuatro años (sumando a Podemos) no difieren de lo que ha sido la tónica de la legislatura. Dos preguntas concretas: ¿En qué ha cambiado la ciudad, para bien o para mal, en estos cuatro años? y ¿qué es lo más urgente que hay que hacer?
La respuesta desde el PP no sorprende. Sigue la senda de la batalla dialéctica que tanto ha ensombrecido la política municipal: “Hemos tenido el peor gobierno de la etapa democrática”, aseguran, “un gobierno de izquierda radical, apoyado por un PSOE irresponsable, que solo ha hecho gestos porque ha sido incapaz de gestionar”. Y no se olvidan de los que, para ellos, son los momentos destacados: “Ha sido un gobierno que se ha convertido en noticia nacional por escándalos como patrocinar un folleto para jóvenes en el que alentaba el consumo de drogas o permitir la charla de una asesina del Grapo en un edificio municipal como si fuera una 'luchadora antifascista'”.
Rebajan el tono –no podía ser de otro modo– en el PSOE, donde achacan que la ciudad siga adelante a lo hecho por ellos en las legislaturas anteriores: “La ciudad no ha cambiado, ha resistido, viviendo de las rentas”. Al final, aseguran, “eso tiene unos costes, por ejemplo, perceptibles en el mantenimiento de la red viaria, en el envejecimiento de la escena urbana, de los equipamientos y, lo que es peor, en la pérdida de prestigio de la ciudad, que ni está ya en los canales culturales de las grandes ciudades ni entre las urbes que se posicionan como atractivas y pujantes”.
La candidata de Ciudadanos, Sara Fernández, se muestra bastante menos beligerante que el bando popular. Estima que han sido cuatro años perdidos: “Hemos tenido una ciudad parada que sigue necesitando grandes reformas que no han llegado. La pobreza se ha cronificado, no se ha abordado un cambio del plan de movilidad, la agenda medioambiental sigue siendo la asignatura pendiente, la calidad de los servicios públicos ha empeorado, la ciudad está más sucia, no se han renovado las calles y las aceras y el deporte ha sido uno de los grandes olvidados”.
Se acuerda de la escasez de diálogo, para calificar de “sinrazón de ZeC”, el hecho de que “los grupos municipales fuimos expulsados durante casi un año de las sociedades municipales en un golpe a la democracia sin precedentes en la historia de la ciudad”.
CHA fue el otro partido que apoyó la investidura de Pedro Santisteve. Carmelo Asensio, su candidato a la Alcaldía, destaca que se hayan aprobado tres presupuestos y que la situación financiera haya mejorado, valorando, sobre todo, la salida del plan de ajuste mucho antes de lo previsto. También se han consolidado, dice, las políticas sociales, “aunque con tristes episodios como el plan de vivienda que PP, PSOE y Ciudadanos tiraron abajo”.
Tras cuatro años integrado en ZeC, Podemos presenta candidatura propia en estos comicios, tras varios sucesos que les han distanciado de los comunes. La encabeza Violeta Barba, para la que la ciudad está mejor ahora que en 2015. Menciona, sobre todo, lo hecho desde la Concejalía de Economía, al frente de la cual estaba su actual número 2, Fernando Rivarés. “Se ha reducido la deuda y ha habido una buena gestión económica”. Para la expresidenta de las Cortes de Aragón, se ha demostrado que “la aplicación de políticas progresistas da buenos resultados”.
Pensando en el futuro, ¿qué es urgente para Zaragoza? En el PP lo tienen claro: “Acabar con 16 años de gobiernos de izquierdas que han dejado a Zaragoza como la gran ciudad más endeudada España y la que menos inversiones realiza”. Es fundamental, explican, “rescatar Zaragoza y cambiar las políticas de gestualidad ideológica por una gestión que haga de las necesidades reales de los vecinos de Zaragoza las prioridades del Ayuntamiento para que tengamos una ciudad más limpia, más sostenible, que genere su propia energía, con una movilidad 100 % eléctrica y con servicios públicos eficientes”.
Se acuerdan también de las sociedades en el PSOE al señalar que la “necesidad más acuciante es restaurar los comportamientos democráticos y devolver la seguridad jurídica a las actuaciones municipales”. En el Ayuntamiento “ha quedado todo manga por hombro”, hay que “realizar una planificación económica que evite la asfixia del Consistorio y que permita invertir en los barrios, resolver las dificultades de muchas familias para acceder a una vivienda y no perder el tren de la movilidad”.
Los cauces verbales aparecen como elemento primordial para Sara Fernández, de Ciudadanos, “de manera urgente hay que volver a la senda del diálogo. Grandes asuntos de ciudad como un nuevo Plan de Movilidad, por ejemplo, deben ser fruto del consenso”. Por añadidura, advierte de la necesidad de hacer “grandes reformas fiscales, de servicios públicos, en la movilidad, en medio ambiente, en limpieza, en urbanismo... que vuelvan a situar a Zaragoza en el lugar que se merece”.
Asensio (CHA) se refiere al empleo como elemento de más urgencia al que atacar. “Tras lograr un acuerdo programático para transformar Zaragoza desde la izquierda”, dice, “hay que abordar la situación del desempleo en la ciudad, con propuestas potentes y programas de empleo de segunda oportunidad para mayores de 45 años”.
Barba (Podemos) se acuerda también de la “falta de diálogo y entendimiento entre las fuerzas progresistas”. A las conservadoras, dice, “ni las incluyo, porque entiendo que no tienen voluntad de llegar a acuerdos”. Urge, dice la líder de los morados, “que las fuerzas con perspectiva progresista se pongan de acuerdo para sacar adelante medidas concretas”.