Se cumple un año de la celebración de las últimas elecciones municipales en España. Aniversario, por tanto, del día en el que se puso la primera piedra para que muchos hombres y mujeres dieran el salto de las plazas a los ayuntamientos. Pocas semanas y muchas reuniones después de aquel 24 de mayo de 2015, estas personas tomaron finalmente el mando de las operaciones en muchas ciudades españolas.
Coaliciones de partidos, nuevas formaciones, creadas, en gran medida, por gente de los movimientos sociales, de la calle, llegaban a los consistorios con ilusión, ganas de trabajar y promesas bajo el brazo. Les esperaba una feroz oposición que sacó las garras desde el mismo día en el que se pusieron las bandas de concejales. Fue un aviso para navegantes.
Debían hacer gala de una envidiable resiliencia para acatar las críticas. Que llegarían, y muchas. Eran nuevos, y eso les jugó (y les sigue jugando) alguna mala pasada. Pero… ¿Cómo ha sido este primer año de ‘Ayuntamiento del cambio’ en Zaragoza’? Para empezar, cumplieron con su código ético reduciendo su salario (tanto el alcalde como los concejales y concejalas) a 3,5 veces el Salario Mínimo Interprofesional.
Emergencia social
La emergencia social fue lo que les llevó, primero a las plazas, y luego a los ayuntamientos. Atemperarla era la medida más urgente. Objetivo que se complicó a las primeras de cambio, cuando descubrieron que el presupuesto para ayudas de urgente necesidad (alimentación, vivienda, luz y calefacción), para todo 2015, ya se había gastado en el mes de mayo. “Estaba claramente infradotado”, apuntan desde el Consistorio. Se sumaron 2 millones de euros más en 2015 y para 2016 se destinan 8,6. De mayo del año pasado a la actualidad, se han concedido 30.000 ayudas de urgente necesidad.
Aunque no sea competencia directa del Ayuntamiento de Zaragoza, sino del Gobierno de Aragón, se ha asumido mediante una encomienda de gestión la atención a dependientes de grado 1 (servicio de ayuda a domicilio). En cuanto al drama de los refugiados, hay una partida de 200.000 euros, además de cuatro pisos y un acuerdo con Accem para que cuando lleguen tengan garantizadas sus necesidades de vivienda, sociales, educacionales y sociosanitarias.
Economía
De la parcela económica emanan un buen número de las críticas de la oposición. Unos y otros hacen lecturas antagónicas acerca de la gestión y el origen de la deuda. Los números, para Zaragoza en Común, son estos:
Nada más aterrizar en la plaza del Pilar realizaron una auditoria en la que afloraron 110 millones de euros de deuda oculta, que hubo que sumar a los 750 que sí estaban contemplados. La herencia recibida.
Se partía, por tanto, de una deuda de 860 millones de euros. De ahí, explican, se amortizarán 93 millones entre 15 de junio de 2015 y 31 de diciembre de 2016. Pero no se sitúa en esos 93 la reducción de la deuda, porque utilizaron 41 millones del Fondo Impulso para pagar “sentencias acumuladas durante los últimos 20 años”. Con este propósito, el anterior Ejecutivo municipal (PSOE) solo provisionó 250.000 euros. Ergo, la reducción oficial de la deuda es de 52 millones. Esto ha provocado innumerables enfrentamientos.
Destacable es también la inclusión de cláusulas sociales en los acuerdos con las contratas y el abono a los funcionarios de la paga extra de 2012.
Vivienda
Sin duda, uno de los apartados en los que más y mejor ha trabajado el Ayuntamiento de Zaragoza (casi siempre en estrecha colaboración con el Gobierno de Aragón) es en vivienda. Se han evitado todos los desahucios cuyos expedientes llegaron al Consistorio: 242 en 2015.
De igual forma, se acaba de poner en marcha el Programa de Captación y Movilización de Vivienda Vacía, por el que esperan captar 1.300 viviendas en los próximos cuatro años y destinarlas a personas en situación de vulnerabilidad o necesidad habitacional. El montante destinado al Programa es de 1.100.000 euros.
Crece, a su vez, en un 45 % respecto a 2015, el presupuesto destinado a Zaragoza Vivienda. Las viviendas de alquiler social gestionadas por esta sociedad municipal tienen un precio máximo de 3,75 euros el metro cuadrado. Si aun así supone un gasto excesivo, se aplicarán ayudas para que ninguna familia pague más del 30 % de sus ingresos, bajando al 20 % para aquellas que ingresan menos que 1,2 veces el IPREM.
Transparencia y participación
Las banderas de la transparencia y la participación fueron dos de las que más blandieron durante la campaña electoral. Desde el primer momento se pusieron en marcha para convertirlas en sendos ejes de su política. Así salió adelante, por ejemplo, el programa ‘Desde los barrios’, que consiste en que, una vez al mes, uno de los concejales/as se reúne con la ciudadanía y rinde cuentas de las acciones de su área. También pusieron en marcha los programas ‘Ayuntamiento Responde’ (para que cualquier ciudadano pueda preguntar al alcalde), ‘Agenda Abierta’ y la web de transparencia.
La repetida participación ciudadana se ejemplifica en dos acciones concretas. Por un lado, los presupuestos participativos: aparte de lo destinado a cada barrio en los presupuestos, se reparten otros cinco millones de euros (según la población y la renta) para los distintos distritos de la ciudad, y son sus propios habitantes (a través de las juntas vecinales) los que eligen su destino.
La segunda muestra tiene que ver con las subvenciones y afecta a todas las áreas en las que se reparten este tipo de ayudas. En cada uno de los sectores se ha reunido a un grupo de expertos, que son los que han redactado los pliegos y las bases para acceder a dichas subvenciones.
Igualdad
En la parcela de igualdad y violencia machista, se llevaron a cabo diversas campañas y, a petición del alcalde, Pedro Santisteve, se produjo una reunión con agentes de los Cuerpos de Seguridad del Estado, Jefatura de la Policía Local, Delegación del Gobierno, Gobierno de Aragón, Ayuntamiento de Zaragoza, miembros de servicios sociales y Administración de Justicia, de la que dimanó un nuevo protocolo de prevención y actuación en casos de violencia machista.
Se realizó, por añadidura, el I Informe sobre la organización social de los cuidados en el municipio de Zaragoza, que evidenció la gran desigualdad entre sexos a la hora de realizar las tareas del hogar.
Cultura
La cultura debía cambiarse desde abajo. Había que dibujar otro modelo de gestión. Es lo que creen en el Ayuntamiento y a ello dedicaron gran parte de sus esfuerzos. El objetivo es que la cultura sea un instrumento para devolver la dignidad a la gente, lograr una “política cultural del bien común”. Se pretende construir ese cambio de rumbo basándose en siete cimientos, siete adjetivos que han de definir la cultura: participativa, transparente, sostenible, transformadora, cooperativa, accesible y crítica.
Y el fruto más maduro de esta nueva forma de entender la cultura es la Harinera ZGZ. El primer centro cogestionado de España, cuyo modo de operar, aseguran desde el Consistorio, ya ha llamado la atención de los responsables culturales de ciudades como Madrid, París, Sevilla o Pamplona.
Otro elemento basilar es la creación del Consejo de la Cultura, que se configura como “el principal órgano de participación ciudadana, debate, seguimiento, evaluación y rendición de cuentas sobre las políticas culturales que se diseñen para la ciudad”.
Urbanismo y Medioambiente
En el terreno urbanístico, destaca la inversión de 1.700.000 euros para la rehabilitación energética de 345 viviendas en 35 edificios. La preocupación medioambiental del Ejecutivo se focaliza en una campaña, iniciada recientemente, con la que se pretenden reducir en un 20 % las emisiones de CO2 para 2020.
Los asuntos más polémicos
Son varios los temas que han suscitado buenas dosis de polémica en este primer año de gestión del Ayuntamiento de Zaragoza.
Con el conflicto del autobús urbano llegó uno de los momentos más complicados para el Gobierno de la ciudad. Durante los más de cuatro meses de huelga de los conductores, la mayor de la historia, se multiplicaron los enfrentamientos dentro de las paredes consistoriales y en la calle, porque el paro no solo generó una miríada de críticas de la oposición, sino que provocó gran crispación entre los ciudadanos. Finalmente llegó a su fin, no sin un tremendo desgaste del alcalde y los concejales y concejalas que acabaron por ser actores protagonistas.
También vivió horas bajas el alcalde de Zaragoza con el escándalo de la gomina (que no era gomina). Se le acusó al edil de cargar a las arcas municipales la compra de un bote de gomina y los gastos de un viaje a A Coruña para participar en un evento organizado por Marea Atlántica. El asunto colocó a Santisteve en el centro de la diana durante varios días, este se defendió y el Pleno municipal, por unanimidad, aprobó una moción del PP para pedirle que devolviera el dinero.
De banderas también se ha hablado mucho. Primero fue por la colocación de la enseña griega en el balcón consistorial. Posteriormente, la polémica llegó por colgar la del orgullo gay, y el último capítulo se vivió el pasado 14 de abril con la republicana. También la confrontación llegó al Pleno, donde, a propuesta del PP, se aprobó una moción (con los votos a favor de populares y Ciudadanos y la abstención del PSOE) para que el alcalde lamentara “la política espectáculo del Gobierno de la ciudad y la instrumentalización política e ideológica del balcón principal de la Casa Consistorial en la plaza del Pilar e inste al alcalde y a su Gobierno a no utilizarlo en función de sus intereses partidistas”.
El corolario muestra un año de máxima expectación por cada movimiento del Ejecutivo municipal y una oposición que no guardó las garras en ningún momento. Aciertos y errores que, en muchos casos, adquirieron relevancia nacional, con grandes dosis de ruido mediático en derredor. Y no tiene visos de que el panorama vaya a cambiar demasiado. La gestión de los llamados ‘ayuntamientos del cambio’, no solo el de la capital aragonesa, seguirá mirándose con lupa y fiscalizándose con extrema minuciosidad.