Es otro capítulo de la Guerra Civil poco recordado. La Bolsa de Bielsa, derribada tras dos meses de infatigable resistencia, supuso el último reducto republicano en el Pirineo aragonés. Más allá de lo que marca la cronología de este conflicto bélico, cerró el frente norte, fue la antesala de la Batalla del Ebro y también un eficaz vehículo de propaganda para el Gobierno entonces encabezado por Juan Negrín. Como Guernica, la localidad fue reducida a cenizas con la ayuda de aviación alemana e italiana y el desenlace sirvió de banco de pruebas para pulsar la actitud de Francia ante la inminente victoria de Franco.
Se van a cumplir 80 años y se preparan varios actos de celebración para reivindicar 63 días que encierran la síntesis de lo sucedido de 1936 a 1939. Entre el 14 de abril y el 15 de junio de 1938 se decidió a más de 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar la suerte del Alto Aragón en la Guerra. Aquel verano se abrieron valiosísimas vías de acceso del ejército sublevado hacia Cataluña. Frente a frente, la 43ª División del Ejército Popular de la República, aislada después de la paulatina caída de Huesca en manos franquistas, y la Tercera División Navarra del general José Iruretagoyena.
No fue una confrontación al uso, y no solo por la particular orografía, entre colosos montañosos. La guerra de guerrillas y de resistencia se terminó decantando hacia el bando que contaba con más medios. Con una desordenada retirada hacia el norte de Aragón, los republicanos se aferraron a la política de tierra quemada y alcanzaron el Valle del Ara destruyendo tras de sí todos los puentes, raíles e infraestructuras que pudieran dar soporte al enemigo.
Los azares de “El Esquinazau”
Antonio Beltrán Casaña, “El Esquinazau”, dirigía la 43ª División y merecería muchas páginas aparte. Condensa en su vida cuatro décadas de historia de España. Nacido en Canfranc en 1897, a los 13 años se marchó a Estados Unidos en busca de fortuna, se topó con la revolución mexicana de Pancho Villa y terminó enrolado en la legión estadounidense con rumbo a la I Guerra Mundial. De regreso a España, El Esquinazau (“cansado”, en fabla) fue detenido por estafador y exiliado a Francia y Argentina para volver amnistiado por la dictadura de Primo de Rivera.
Simpatizante azañista, se unió a la sublevación de Jaca en 1930 pero no compartió el destino de los fusilados capitanes Galán y García Hernández. Con la Guerra Civil recién iniciada huyó a Barcelona, se enroló en el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y luchó en el frente pirenaico. Recorrió después medio mundo hasta su muerte, en 1960, arruinado y olvidado en México. Frente a las numerosas referencias a los vencedores, borradas o todavía no, El Esquinazau solo cuenta con una calle dedicada en Jaca.
Beltrán y los suyos poco pudieron hacer para evitar las caídas a su paso de poblaciones como Torla, Broto y Fanlo. En esta última y entre Laspuña y Escalona se logró poner freno al avance franquista y los republicanos establecieron su base de operaciones, su fuerte y su trinchera en Bielsa, a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Contaba con apenas 7.000 hombres y solo cuatro cañones frente al asedio de 14.000 soldados, 30 cañones y apoyo aéreo. Los historiadores explican una resistencia de dos meses en las dificultades del terreno, el mal tiempo y el tesón de los integrantes de la Bolsa.
Aislados y agotados
Aislada frente a un enemigo reforzado, la resistencia republicana se fue quedando sin recursos y perdiendo empuje y en mayo se asomó al abismo de la rendición. Fue necesario evacuar a 4.000 civiles con rumbo a la frontera francesa. La noche del 16 de junio de 1938, la Bolsa se rompió y buscó el amparo francés. Antes había servido de heroico ejemplo para otras tropas republicanas en dificultades y el propio Negrín se interesó personalmente por el estado de las tropas de “El Esquinazau”.
Una vez en Francia, el Gobierno de Albert Lebrun organizó un referéndum entre los soldados españoles para hacerles escoger entre regresar a territorio republicano o pasarse a territorio nacional. Sólo 411 soldados y cinco enfermeras eligieron la segunda opción, mientras que 6.889 soldados viajaron a Cataluña a través de la frontera por Portbou para alegría de los servicios de propaganda del presidente de la República y su lema “Resistir es vencer”.
80 años después, la Bolsa de Bielsa pervive en un museo, placas y reconocimientos que puntean esta localidad de la comarca de Sobrarbe. Cuenta incluso con una ruta senderista, la PR HU-182, que reproduce los movimientos de las tropas entre Labuerda y Bielsa. Pero la gran labor de conservación de la memoria la realiza la Asociación La Bolsa, presidida por Rubén Barranco y que celebró el pasado sábado una asamblea para empezar a concretar los actos del aniversario.
“Todo es poco por recuperar su dignidad”
Así, se presentará el libro El infierno y sus puertas, de Pepe Sedano Moreno, sobre españoles en campos de concentración nazis. Dos de sus protagonistas estuvieron presentes en la Bolsa de Bielsa. Además, mantienen contactos con el Ayuntamiento de Saint-Lay Lousan, donde va a organizarse una exposición fotográfica, y se pretende crear un “sendero de la memoria” en el paso de Puerto Biello a Francia.
Barranco explica que está pendiente de encontrar la localización exacta de una fosa común de guerrilleros en la zona: “Todo es poco por recuperar la dignidad y sacar del olvido a los que todo lo perdieron por su lucha por la libertad”.