La campaña de recogida de azafrán concluye en Teruel con poca producción: “No hemos recogido ni la mitad del año pasado”

Diego Saz

5 de noviembre de 2020 22:49 h

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La campaña de recogida del azafrán está llegando a sus últimos días en la provincia de Teruel con unos datos flojos de producción que no alcanzan ni la mitad de los obtenidos el año pasado. En 2019 los socios de la Asociación de Productores de Azafrán del Jiloca (Azaji) recolectaron 30 kilos, pero este año apenas rondan los 13. El coronavirus ha sido uno de los culpables de la caída en esta campaña, que aspiraba a sumar más de 40 kilos, después de las buenas lluvias que cayeron en febrero y marzo.

Así lo explica el presidente de Azaji, Ángel Roza, quien reconoce que este este año han tenido que hacer frente a “muchos problemas”, como la calidad de la flor, que en esta temporada ha salido “mala, pequeña y sin gracia”, o la falta de contratación por miedo a los contagios, que ha dejado algunos campos sin recoger. “Yo, por ejemplo, suelo tener cuatro o cinco operarios, pero este año no he cogido a ninguno”, señala.

La mayoría de los agricultores que se dedican al cultivo del azafrán lo compaginan con otros oficios y tiran de la familia para la recoger la flor y esbriznar los estigmas. Este año, con más motivo, han hecho núcleos cerrados entre familiares para evitar contactos con terceros que pudieran llevarlos a coger el virus.

También en las casas han tenido que tener un especial cuidado en las reuniones para el esbriznado. En esta delicada tarea se suele juntar toda la familia, aunque son las abuelas quienes mejor la saben hacer. “Ellas quieren hacer la faena porque se entretienen mientas cuentan sus historias y es como una labor social”, dice Roza, al tiempo que lamenta que este año no ha podido ser así para proteger su salud. “Tu imagínate que te juntas con ellas y se contagian, no puede ser”, ha añadido.

La fama precede al azafrán de la Comarca del Jiloca, en Teruel, con unos estigmas de un color especialmente granate intenso gracias al clima extremo del territorio, con mucho frio en invierno y mucho calor en verano. La tradición de este cultivo se remonta en esa zona hasta hace más de 250 años, según relata el presidente de Azaji, porque era de lo poco que agarraba en esas duras tierras. “Era un buen medio de subsistencia porque se consumía mucho y se pagaba bien, entonces se podía ahorrar”, dice Roza.

La Asociación de Productores de Azafrán del Jiloca cuenta con una treintena de socios a quienes se les exige estar empadronados y cultivar en la provincia de Teruel, pero que pueden hacer uso de maquinaria común. Este año han creado la marca de calidad Azafrán de Teruel y buscan a alguna empresa que comercialice su producto, con el nombre que quiera, pero respetando esa distinción de calidad.

Jornadas a medio gas

Tal es el arraigo del azafrán en la Comarca del Jiloca que son varios los municipios que dedican jornadas gastronómicas y culturales a este producto. Monreal del Campo impulsó en su ‘Otoño Cultural’ varias actividades como la recogida de azafrán y esbrine con grupos escolares, aunque tuvo que suspender el concurso de cocineros por las restricciones de la Covid-19. Para noviembre esperan poder organizar alguna más, si es posible.

La responsable del Área de Cultura de Monreal del Campo, Mari Carmen Fuertes, destaca que el azafrán ha sido siempre importante en el municipio y en toda la comarca porque en la mayoría de las casas cultivaban este producto. Las familias podían conservarlo sin ocupar demasiado y servía para paliar las malas cosechas e incluso se creía que para hacer frente a las enfermedades.

Monreal del Campo cuenta con un museo dedicado al azafrán con la finalidad de salvaguardar su cultura y tradición. Según precisa Fuertes, el centro se fundó en 1983, cuando Julio Alvar propuso en el Gobierno de Aragón la creación de varios museos en las comarcas, con lo más identificativo de cada una de ellas. El museo cuenta en su interior con más de 150 piezas que abarcan todos los procesos de este cultivo y varias fotografías.