Tiene 47 años y ha pasado más de 40 viviendo en Zaragoza capital. Ana Belén Puyal Martínez era una auxiliar administrativa con una vida cómoda que, un día, sintió que necesita salir de su zona de confort. En 2017 decide dejar la ciudad y volver al pueblo de su familia; Isuerre, una pequeña localidad de las altas Cinco Villas, con poco más de treinta habitantes censados, de la que la protagonista de esta historia de emprendimiento rural nunca se llegó a desvincular. “Tenía claro que quería dar un giro a mí vida, poner en marcha una actividad laboral por mi cuenta, y el escape room siempre me había llamado la atención”, explica Ana Belén mientras termina de acondicionar el remolque enganchado a su autocaravana, un tándem con el que viaja y trabaja por los pueblos de Aragón y de otros territorios cercanos.
Una escape room es un juego que se lleva a cabo por grupos. Existe un misterio que hay que desvelar y diferentes pistas, acertijos y pruebas de lógica van llevando a los participantes hasta el desenlace final. Es una actividad más propia de las ciudades que de un pueblo, porque se desarrolla en un espacio cerrado y acondicionado. Esta realidad fue otro de los motivos por los que Puyal decidió poner en marcha una escape itinerante: “para poder llevar este juego a lugares que, de otra manera, jamás tendrían la posibilidad de experimentar”, dice Ana Belén mientras revisa su instalación en Andorra (Teruel), donde esta emprendedora ha pasado la Semana Santa trabajando. “Las sesiones de Escape Room suelen durar una hora y media, ya que antes del juego hay una breve explicación, por lo que en un día se pueden hacer unas ocho sesiones de actividad para grupos”, apunta la emprendedora.
Una idea con muchos kilómetros
Aunque Ana Belén inició su actividad en diciembre de 2019, justo a tres meses del confinamiento por la COVID-19, su idea había echado a andar dos años antes, en 2017. “Mi primera opción fue instalar una escape room en un local fijo, como cualquier otro de los que ya existen. Barajé abrirlo en Zaragoza o en Jaca, pero cuando no fallaba el precio del local, fallaban sus características”, lamenta Ana Belén. En aquel trasiego de viajes en busca del negocio perfecto, una idea iba teniendo cada vez más peso en su mente: “crear un espacio adaptado que pudiera llevarme conmigo a cualquier rincón del mundo rural”, dice la emprendedora, y así fue como apostó por el negocio desde el que hoy atiende a eldiario.es antes de poner rumbo al siguiente destino: la comarca del Alto Gállego, donde recorrerá los diferentes pueblos hasta la primera semana de mayo.
Ana Belén Puyal puso en marcha este negocio sola, por eso, entre risas, confiesa: “soy al mismo tiempo jefa, coordinadora del juego, mecánica si es necesario, conductora, limpiadora y comercial”. Así que, una vez que los últimos jugadores del día salen del remolque, Ana Belén, que hasta ese momento ha seguido el juego desde el control que tiene instalado en la autocaravana que ahora es oficina y vivienda, cambia de roll y se pone el uniforme para limpiar y dejar el remolque listo para la próxima cita. “En la autocaravana veo, a través de las cámaras instaladas en el decorado, la evolución del equipo que está jugando, y les ayudo dándoles información por megafonía si lo necesitan”, explica Puyal.
El grueso de la actividad laboral de esta emprendedora se centra en días festivos y fines de semana. Aunque su residencia está fijada en Isuerre, dependiendo de los días de trabajo y de la ubicación de los pueblos, Ana Belén se queda a vivir en su autocaravana entre semana, y es entonces cuando el espacio se transforma de nuevo; dejando de ser el control de la escape room, para hacer las veces de oficina. “Aprovecho ese tiempo para contactar con comarcas, ayuntamientos y cualquier otra entidad a la que pueda interesarle contratar la actividad que llevo a cabo”, explica.
Pero no todo es trabajo, ya que esta enamorada de los viajes también aprovecha esos días de impás laboral para recorrer el territorio como una turista más. Una vida itinerante que llegó por sorpresa y que “aunque no todo el mundo entiende”, sí que cuenta con el apoyo de sus más allegados. “Ni cuando era más joven me había planteado dar un giro tan radical a mi vida, pero he descubierto que me encanta vivir en mi autocaravana, siento que vaya adonde vaya, siempre estoy en casa”, afirma risueña esta mujer que nunca había dormido en una caravana y que, ahora, vive “como un caracol”, con su casa y su trabajo “a cuestas”. Tan importe es este elemento de transporte en la vida de la emprendedora que da nombre a su emprendimiento `La caravana Escape Room´.
Las dificultades de emprender en un pueblo siendo mujer
“Emprender, para mí, no ha sido nada fácil”, confiesa Puyal. Pulir la idea inicial de negocio ha requerido tiempo, pero, sobre todo, ha sido la búsqueda de financiación donde los problemas se han multiplicado para Ana Belén. “Yo no quería contar con el aval de mi familia, así que encontrar una entidad que confiara en mi proyecto y en mí, ha sido una odisea. Cuando pensamos en el emprendimiento no nos fijamos en los problemas con los que se encuentran las mujeres del medio rural, doblemente señaladas; por vivir en un lugar donde es más arriesgado poner en marcha un negocio porque hay menos clientes o usuarios, pero también por el mero hecho de ser mujer”, apunta Puyal, que declara haberse sentido más cuestionada a la hora de solicitar un préstamo bancario de lo que lo habría sido un hombre en las mismas circunstancias. “Todavía no estamos acostumbrados a ver a una mujer sola al frente de un negocio atípico, como lo es el mío, y que requiere de una importante inversión económica. Sigue dándoles mucho miedo apostar por nosotras”, añade. Tanto es así que, Ana Belén recurrió a la Sociedad de Garantía Recíproca CREA, en Madrid, para conseguir la parte del aval que le faltaba. “Es curioso, en la entidad homóloga en Aragón no creyeron en mi proyecto, pero, sin embargo, en Madrid sí, y con este porcentaje y el que me proporcionó SODIAR (Sociedad para el Desarrollo Industrial de Aragón, a través del Fondo para emprendedores y PYMES), pude poner en marcha el diseño y construcción del remolque, totalmente adaptado y tematizado para ofrecer una experiencia integral en los pueblos a los que voy sin necesidad de recurrir a espacios públicos”, explica Puyal.
Otro de las líneas rojas a salvar fue la parte legal del proyecto. Sin referencias previas de 'escapes rooms' itinerantes en España, Ana Belén tuvo que indagar en diferentes administraciones del Estado para recabar información sobre los requisitos que su instalación debía cumplir. La asociación de feriantes le fue de gran ayuda en este punto del proyecto que, como la propia emprendedora admite, le generó importantes dudas y algún miedo. “No podía dejar de pensar en licencias y permisos de todo tipo. Me preguntaba ¿y si después de semejante inversión no puedo poner mi remolque en los pueblos porque me falta un papel? Esta idea me perseguía, pero, al final, fue más sencillo de lo que en mi cabeza había imaginado”, afirma. Ahora, espera que los pasos que ella ha dado como pionera en este emprendimiento, sirvan de ayuda para otros proyectos en el resto de España.
La vida de un caracol de pueblo
A pesar de las dificultades a la hora de poner en marcha el proyecto, y de ser consciente de que “no es un trabajo para jubilarse” Ana Belén ha demostrado que se puede emprender con más de 40 años y siendo mujer porque, de hecho, este es el perfil de la emprendedora rural. La de Isuerre afirma que “cada vez es más difícil quedarse a vivir en los pueblos”, principalmente por el cierre de colegios, la falta de médicos, bares o tiendas, y las malas carreteras, entre otras carencias. Con todo, y a pesar de estas barreras, “las mujeres tienen muchas posibilidades en el autoempleo porque en los pueblos hacen falta muchos servicios, como este de ocio que yo he puesto en marcha”, sentencia. Además, ante iniciativas innovadoras, la vecindad de las localidades responde, “y lo hacen bien, la gente se implica muchísimo cuando llevas una actividad, porque donde somos pocos sabemos lo importante que es participar”, asegura Puyal. Prueba de ello es la buena acogida que su emprendimiento ha tenido hasta el momento, no solo en Aragón, sino también en Navarra, Cataluña, La Rioja, País Vasco o Castellón, porque desde los más jóvenes hasta gente de 83 años “en su mayoría mujeres, que son más decididas para estas cosas”, e incluso en pueblos de 30 habitantes, todos han participado y han tenido para su creadora “comentarios muy positivos” dice, “incluso hay pueblos que han repetido y otros que me recomiendan”, añade.
“La gente siente mucha curiosidad cuando me ven aparecer con el remolque”, apunta Ana Belén. Y no es para menos. Con 16 metros de largura, entre la autocaravana y el remolque, y las peculiares calles; irregulares y estrechas, de los pueblos, las anécdotas, están servidas. En alguna ocasión los vecinos han tenido que salir al auxilio de la Escape Room. “Recuerdo un día en el que un hombre enganchó mi remolque a su todoterreno para meterlo en el centro del pueblo porque con la autocaravana era imposible girar”, confiesa entre risas Ana Belén, “me salvó, pero así somos la gente del pueblo: resuelta, porque sabemos que si queremos algo nos lo tenemos que buscar nosotros, sin duda, tenemos un carisma diferente al de las personas que no han salido de la ciudad”, añade.
Y ¿qué le aporta esta iniciativa laboral y de vida que ha puesto en marcha? Ana Belén Puyal Martínez piensa en la respuesta y concluye: “lanzarme a emprender, con la mirada puesta en el mundo rural, me ha dado la oportunidad de vivir lo que significa salir de la zona de confort, de arriesgarme a hacer algo diferente, algo que todavía no se había hecho, y de sentir el orgullo de haberlo conseguido antes de que la vida se me escape”.